Un lobbista que jugaba como intermediario
Jorge "Corcho" Rodríguez nunca ocultó sus vínculos con Odebrecht . Por el contrario, siempre remarcó que trabajó como lobbista para el gigante brasileño, que, según él, se beneficiaba de sus contactos y relaciones en el establishment argentino, el mundillo de la política y las finanzas.
Pero los arrepentidos de Odebrecht contaron otra historia en Brasil. Quebrados y deseosos de colaborar con la Justicia, que podría rebajar sus condenas, ex ejecutivos de la compañía como Luiz Antonio Mameri -su vicepresidente para América latina- o Marcio Faria da Silva, lo señalaron como el emisario del Ministerio de Planificación Federal que durante doce años lideró Julio De Vido.
Esos arrepentidos detallaron que el "Corcho" golpeó las puertas de Odebrecht en Buenos Aires en un momento complicado. Porque la compañía ya había ganado sus tres grandes proyectos de obra pública, millones mediante coimas, pero afrontaba problemas para cobrarle al Gobierno por esas obras.
¿Cómo? ¿Por qué? El relato que llega desde Brasil, donde se instruye el Lava Jato, es unívoco: muerto el ex presidente Néstor Kirchner en octubre de 2010, el gobierno kirchnerista entró en una ciénaga de inacción y de oportunistas, donde los pagos a los contratistas del Estado comenzaron a amontonarse. Y la vía para cobrar esas deudas era con un "facilitador".
Ése fue el momento en que el "Corcho" Rodríguez entró en escena. Se presentó, según reconstruyeron los investigadores brasileños, como intermediario de Planificación Federal e invocó a un funcionario en particular: Roberto Baratta, mano derecha de De Vido y dueño de la lapicera que podía destrabar los pagos que estaban pendientes.
Odebrecht aceptó esas "reglas de juego" y jugó a fondo. Pagó millones para destrabar más millones, que comenzaron a fluir otra vez. Por el proyecto para extender las redes troncales de gas, para construir la planta de Paraná de las Palmas (AySA) y para soterrar el tren Sarmiento.
Mameri y Faria da Silva, entre otros, relataron que Rodríguez les indicó las "cuentas" en el exterior en las que debían depositar los sobornos y que eso fue, en efecto, lo que ocurrió. Todos fueron felices hasta que el juez federal con asiento en Curitiba, Sergio Moro, comenzó a investigar.
Ahora, tres años y cinco meses después del despuntar del Lava Jato, los datos sobre las coimas de Odebrecht a funcionarios argentinos se reparten entre siete países, por lo menos: Brasil, la Argentina, Uruguay, Panamá, Islas Vírgenes Británicas, Antigua y Barbuda, y Estados Unidos.
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