Un mensaje destinado al Gobierno
La Corte Suprema de Justicia le mostró al Gobierno que no puede contar con ella para lo que quiera. La nueva mayoría del alto tribunal, conformada por los jueces Ricardo Lorenzetti,Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda, a la que se sumó ahora Elena Highton, dejó una vez más solo al presidente del tribunal, Carlos Rosenkrantz.
Por una mayoría de cuatro a uno, los jueces decidieron aplicar el índice más favorable a los jubilados que no ingresaron en el régimen de reparación histórica para ajustar sus haberes en los juicios.
El Gobierno intentó minimizar el impacto económico de la decisión, al sostener que su alcance es limitado a 150.000 causas y que hay que analizar caso por caso.
Pero, más allá de las consecuencias fiscales, están las políticas. La Corte Suprema de Justicia dictó el fallo más significativo del año, que determinará la relación de fuerzas en 2019 entre estos dos poderes del Estado.
La Corte, con esta nueva mayoría fortalecida y abroquelada sobre sí misma, le dijo a Mauricio Macri que no cuenta con ella como esperaba el Gobierno al festejar la designación de Rosenkrantz como presidente del máximo tribunal y lograr el desplazamiento de Lorenzetti de ese sitial. Desconfiaban del juez por su vuelo propio y sus aspiraciones.
La llegada de Rosenkrantz a la presidencia, con el empuje de Elisa Carrió, fue vista como garantía de mayor previsibilidad, pero hoy se dieron cuenta de que no es así.
A tal punto que no solo perdió en el ámbito jurisdiccional -el de los votos y las sentencias-, sino también en el del gobierno del Poder Judicial, donde quedó vaciado de poder.
El acuerdo con el que Rosenkrantz llegó a la presidencia tras obtener el apoyo de Rosatti y Highton dejó a Lorenzetti fuera del sitial. El Gobierno fantaseó con que tenía garantizada la gobernabilidad en el máximo tribunal, pero las internas se recalentaron y volvieron a cambiar los apoyos.
Ahora, Rosatti, aliado a Lorenzetti y Maqueda, impuso una nueva mayoría que desplazó a Rosenkrantz de las decisiones. Highton quedó en el medio, sometida a presiones de Lorenzetti, según denuncian en su entorno, lo que es negado cerca del expresidente del tribunal.
Pragmático, Lorenzetti se alió con los peronistas Rosatti y Maqueda en cuestiones de gobierno del tribunal y, también, en algunos votos claves, en los que, si bien al final puede salir por unanimidad, ellos conforman un tridente que empuja la formación de mayorías.
En este caso en favor de los jubilados, Rosenkrantz no descuidó en su voto la sensibilidad social del tema. Si bien se inclinó por aplicar el índice que menos los favorece, dedicó numerosos párrafos de su sentencia para destacar que desde hace años el Estado viene perjudicando a los jubilados con sus normas cambiantes y poco claras.
El fallo de los jubilados se venía trabajando en las vocalías de Maqueda, Rosatti y Lorenzetti desde hacía más de un mes.
En un primer momento, la ministra Highton había firmado un borrador diferente. Estaba cerca de las posturas de Rosenkrantz, pero fue cambiando su voto a medida que crecía la polémica por los efectos políticos de esta decisión.
A última hora, propuso a sus colegas Rosatti, Lorenzetti y Maqueda sumarse a la mayoría, pero ellos le dijeron que no, porque ya habían trabajado en esa sentencia.
Así, Highton terminó con su propio voto, elaborado por la secretaría especializada en temas previsionales, en el que apoyaba a la mayoría del tribunal, aunque con un alcance limitado.
A diferencia del voto de la mayoría, su opinión es que debían limitarse los efectos de la decisión a este caso concreto, sin pronunciarse sobre las demás causas.
Así como quedó repartida la mayoría en esta sentencia capital, la más importante de este año, quedó establecido el reparto de poder de cara a 2019.
Una mayoría pragmática que vio en el ascenso de Rosenkrantz no un fin en sí mismo, sino un medio para repartir el juego de las decisiones dentro del tribunal y un presidente debilitado en lo institucional y solo en lo jurisdiccional.
Así se para la Corte frente al Gobierno con vistas a un año electoral. Como antes el Gobierno desconfiaba de Lorenzetti, hasta ahora confiaba en Rosenkrantz. Ya sabe que no le alcanza para asegurarse los fallos que le gustaría leer.