Un pastor carismático con un reconocido compromiso social
"Creo que se vienen desafíos nuevos…", tuiteó el sábado pasado el cura Juan Carlos Molina en la red social que usa con frecuencia. Ayer, el desafío se reveló cuando el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, anunció su nombramiento al frente de la Sedronar.
Dueño de un estilo descontracturado y carismático, Molina siempre ha logrado generar proximidad y cercanía, tanto con los jóvenes en situaciones de riesgo a quienes les da cobijo y asistencia a través de la Fundación Valdocco como con los círculos de poder político.
En 2003 logró instalar a 25 km de Caleta Olivia, en una estancia abandonada de diez hectáreas que pertenece a YPF, la casa Valdocco, con la Fundación Pibes de la Patagonia. Allí convivían chicos de entre 2 y 18 años que llegaban derivados de juzgados, algunos se acercaban por cuenta propia o recomendados; todos necesitaban ayuda y muchos eran víctimas del flagelo de las drogas.
"Elegimos las realidades más extremas y los grupos de hermanos, que son los que más nos necesitan. Ya estamos pensando en hacer otro Valdocco en Río Gallegos", supo entusiasmarse Molina en 2004. Sin embargo, sus aspiraciones y contactos lo llevaron a otros destinos: en Chaco y en Haití replicó el modelo de la fundación, en tanto que la actividad en la sede original en Santa Cruz no es ya tan intensa, según testimonios recabados en el lugar. Sin embargo, aún hay algún programa en ejecución, ya que el gobierno provincial paga sueldos a docentes.
La pertenencia pastoral de Molina sigue siendo el Obispado de Río Gallegos, quien le retiró a su pedido sus licencias ministeriales mientras ejerza el cargo. "No lo hace ni en nombre ni en representación de la Iglesia Católica", afirmó el obispo Miguel D’Annibale, en un comunicado.
Aquí se reconoce a Molina tanto por su labor con los jóvenes en riesgo como por su vocación política. "¿No te da vergüenza no estar al lado de la gente?", lo increpó en 2007 el abogado Dino Zafrani, cuando Molina almorzaba junto a la ministra Alicia Kirchner en un local céntrico, en medio de la revuelta social que protagonizaban los empleados estatales en Santa Cruz. Minutos después su imagen ganaría el país al proteger con sus brazos a la cuñada de la Presidenta, que intentaba frenar los huevos y la harina que volaban sobre las cabezas.
Desde entonces, su cercanía con el poder sólo fue en ascenso. Fue uno de los pocos que ingresaron a la ceremonia íntima en el cementerio de Río Gallegos cuando falleció Néstor Kirchner, en octubre de 2010, y también uno de los 13 sacerdotes que firmaron una dura carta contra el obispo Juan Carlos Romanín dirigida a la Nunciatura Apostólica, en Buenos Aires, en la que lo cuestionaban por sus posturas críticas al kirchnerismo. Poco tiempo después Romanín renunció por razones de salud.
En Santa Cruz, la fundación recibió ayuda del gobierno provincial y nacional y también de las compañías petroleras. Molina medió durante un tiempo, incluso, en frecuentes conflictos de desocupados y petroleros, con diferente suerte.
En la provincia de Chaco, su fundación contó con valiosos aportes del gobierno de Capitanich. Así lo demuestran el decreto 3952, de 2008, que asignó $ 1,5 millones a su obra, y el decreto 1776, a través del cual se realizaron donaciones de equipamiento por más de un millón de pesos.
En su perfil de Twitter, tiene una foto con Cristina Kirchner y se reconoce como asesor ad honórem de Alicia Kirchner e hincha de River.
Con el usuario @juanKa_molina , envía casi a diario mensajes en la Red, comparte frases de Alicia Kirchner, saluda por el Día del Militante y discute con Luis D’Elía por qué el Papa no recibió aún a Sergio Massa. También usa su cuenta para gestiones de sus feligreses con políticos y famosos. En octubre, le reprochó a Jorge Capitanich la demora de un trámite: "Coqui, ¿qué pasa con tu gente que tarda meses para gestionar cosas que llevan días? ¿Será que todo lo tenés que hacer vos?".
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