Un pingüino descontracturado y fanático de la Academia
A Néstor Kirchner le gustaba romper el protocolo, seguir a Racing y apelar al amor
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El nombre del ex mandatario argentino Néstor Kirchner comenzó a resonar en Buenos Aires a partir del 2003, cuando el rostro del santacruceño apadrinado por Eduardo Duhalde apareció en la vía pública, en pancartas proselitistas.
Llegaba entonces, como "el pingüino", un caudillo del sur con aires patagónicos, que –decía- buscaba un país más federal.
Desde su avance al ballottage y la decisión de Carlos Menem de bajarse de esa instancia, se convirtió en el presidente menos votado de la historia. Entonces, comenzó a construir una imagen particular, descontracturada y lejana al protocolo.
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El día de su asunción a la cima del Gobierno, Néstor Kirchner rompió los esquemas y se mezcló entre la multitud que celebraba su asunción. En su breve recorrida, recibió un golpe en la frente que lo hizo terminar el resto del recorrido limpiando con un pañuelo la sangre que le chorreaba por la herida.
Ya dentro del salón, junto al sillón de Rivadavia, recibió el bastón de Héctor Cámpora, pero invertido, lo que terminó en un juego poco acorde con las tradiciones.
En sus discursos, se basaba en el rechazo a la década menemista, que otrora había acompañado. Luego, fue abandonando el padrinazgo de Duhalde y haciéndose del aparato político del partido.
En varias oportunidades, apeló al amor en su oratoria. Mostraba su costado político sensible. "Venimos en nombre del amor y el encuentro", dijo en un acto reciente. "No tenemos una sola gota de odio, de bronca, solo queremos amor", repitió, antes de interpelar a los argentinos a "tomarse de la mano".
No era la primera vez que el ex presidente hablaba del amor. Después de la operación de carótica, había expresado: "El amor y el sentimiento me han fortalecido el corazón".
Antes, en pleno conflicto del campo, cuando salió a dar un espaldarazo a su esposa ante una plaza de Mayo repleta de militantes, había hablado de "la plaza del amor y de los sueños". Y no fueron pocas las veces que regaló un "los amo" a los militantes para cerrar un discurso.
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Futbolero y rancinguista fanático. Néstor Kirchner era tan fánatico del fútbol como de la política. Fue un fiel hincha de Racing, equipo al que siguió desde la platea del estadio Presidente Perón. A mediados del año pasado, el ex presidente cumplió la promesa que le había hecho al plantel de Caruso Lombardi si ganaba el clásico ante Boca: luego del triunfo, irrumpió en una práctica con cuatro plasmas para los jugadores.
En septiembre pasado, el líder justicialista recibió a Diego Maradona en Olivos. En esa ocasión, como amigos, según comentaron entonces, hablaron de fútbol, recordaron momentos del ’86 y compartieron anécdotas.
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