Un preso con condiciones especiales
Enrique Haroldo Gorriarán Merlo, ex líder del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y del Movimiento Todos por la Patria (MTP), que ostenta en su ocaso subversivo la responsabilidad por la muerte de 28 personas en el ataque al Regimiento de La Tablada, se decidió a hablar.
A mediados de agosto le envió una carta a Mariano Grondona en la que le propuso una reunión. Luego de varias gestiones, el periodista logró ingresar en la cárcel de Villa Devoto el martes de la semana última.
La reunión comenzó poco después de las 17.30. Se produjo en la celda en donde está alojado sólo Gorriarán, en el pabellón 49. El ex guerrillero goza de un régimen especial, no sólo por el hecho de que no comparte la celda, sino porque ésta es amplia, con computadora, biblioteca, escritorio, radio y televisión. Allí recibe diariamente todos los diarios, que lee con detenimiento.
Además, tiene visitas íntimas con su mujer, Ana María Sívori, presa en Ezeiza también por la causa de La Tablada. Asimismo, tiene contactos directos e indirectos con los otros presos del MTP. Una o dos veces por semana lo visitan organismos de derechos humanos, como la Liga por los Derechos del Hombre. Los presos comunes no tienen régimen irrestricto de visitas, él si.
"Hablamos del pasado, de La Tablada y de la situación del país. Me pareció que estaba de buen ánimo como para hacer una autocrítica", contó Grondona a La Nación .
En ese momento, además de hablar de la desocupación y de la ley de reforma laboral, Gorriarán rescató la figura del jefe del Ejército, Martín Balza, como una persona con la que se puede hablar y que fue quien rompió la tradición militar de la intransigencia que se mantenía en esa institución desde el gobierno de Juan Carlos Onganía.
Luego de más de dos horas, se acordó la entrevista televisiva que se realizó el martes último, alrededor de las 18. Por disposición del Servicio Penitenciario, la misma no pudo realizarse en la celda sino en una sala cercana.
"El traslado fue espectacular. No nos dejaron filmarlo. Eran cinco o seis hombres estilo SWAT (fuerza de elite), armados y con chalecos antibala que rodearon a Gorriarán, que estaba esposado y también tenía chaleco antibala. Arriba de los paredones había francotiradores", contó Grondona.
Según pudo saber La Nación , las medidas de seguridad fueron dispuestas tanto para evitar una posible operación de rescate del terrorista como por el temor que tiene el propio Gorriarán de ser asesinado durante un traslado.