Un programa puntano que provoca reacciones encontradas
El Plan de Inclusión fue creado por Rodríguez Saá en 2003
SAN LUIS (De un enviado especial).- Para el gobernador Alberto Rodríguez Saá se trata de un plan "único en el mundo", con el cual "se acabó la desocupación en la provincia", una especie de "paraíso para los trabajadores", con reminiscencias del primer gobierno de Juan Perón. Para los opositores, es un mal necesario, una dádiva que denigra a los que menos tienen y una herramienta de sujeción política ideada por la familia gobernante.
El Plan de Inclusión Social -de él se trata y para legitimar o no este programa se realizó ayer el plebiscito provincial- fue ideado por el actual gobernador a comienzos de su mandato, en mayo del año último, como respuesta a la desocupación, que según datos oficiales llegaba al 15,6 por ciento de la población. Consiste básicamente en un subsidio estatal de 330 pesos mensuales, a cambio de siete horas de trabajo en distintas tareas: mantenimiento de calles y rutas, limpiado y desmalezamiento de sectores cercanos a ríos y arroyos.
Pueden acceder a él todos aquellos que hayan querido hacerlo, desde ancianos hasta desocupados adultos, hombres y mujeres con mucha o ninguna instrucción. En los días en que las condiciones del tiempo no acompañan, "se dictan talleres de capacitación y especialización para el trabajo", según reza el libro "San Luis, una política social diferente", editado por el gobierno.
Unos 5000 beneficiarios fueron destinados al Plan de Seguridad Comunitaria. Puede vérselos provistos de una pechera verde, casi en cada esquina, con un teléfono a mano para reportar cualquier ilícito. Los trabajadores están divididos en parcelas, a cargo de coordinadores que vigilan su puntualidad y eficiencia.
Reparos
La oposición planteó sus reparos al plan desde un inicio. "El gobernador se ha creado un ejército propio, con matones a sueldo que le responden", dice Marcelo Shortrede, abogado del obispado.
La explicación de los opositores remite a los momentos difíciles de la gestión del mandatario provincial: en los actos oficiales, y aun en varias marchas opositoras, pudieron verse beneficiarios del plan defendiendo la política oficial, y hasta en algunos casos enfrentándose con los manifestantes.
Para la oposición, el plan es también una muestra del fracaso oficial. "Después de veinte años de gestión, lo único que tienen para generar es un plan para esconder la grave desocupación que vive la provincia y la falta de trabajo genuino", bramó el dirigente de la UCR puntana, Walter Ceballos.
"Si a estos planes les sumamos los planes jefas y jefes y los 17.000 empleados públicos, creamos una base clientelítica para ésta o cualquier elección", criticó el ex diputado provincial Jorge Daffra.
Para Alberto Rodríguez Saá, sin embargo, "la gente realmente se incluye en este plan, participa de la economía, el mundo laboral, los pequeños emprendimientos y la cultura". Su hermano, el ex presidente Adolfo Rodríguez Saá, reconoció a LA NACION que el plan no es perfecto, minutos después de emitir su voto. "El plan es mejorable. Todo es mejorable sobre la base de la experiencia", expresó el ex mandatario puntano.
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