Un siglo antes, casi la misma situación, distintos protagonistas
En la sesión del 9 de octubre de 1900, el senador Miguel Cané, firmante de un proyecto de concesión, despachado favorablemente por la Comisión de Interior, irrumpe expresando: "Ayer, a las 3 de la tarde, la Comisión del Interior ha tenido conocimiento por un señor diputado, cuyo nombre será pronunciado, si es necesario, porque estamos autorizados para ello, que un senador ha dicho, delante de dicho diputado y de una persona extraña al Congreso, que un representante de la empresa Norton había ofrecido a otro senador del Congreso contribuir con el dinero necesario para terminar obras en su provincia, en caso de que desistiera de la oposición que se anunciaba haría dicho senador al proyecto en discusión.
"Si esto es exacto, señor presidente, y es necesario que se averigüe si es exacto; si es exacto, no ya un brutal ofrecimiento de dinero, que estamos seguros habría sido rechazado con indignación por cualquier señor senador, si la más leve tentativa de influir sobre la conciencia de un señor senador se ha llevado a cabo, la Comisión del Interior pedirá permiso al Honorable Senado para retirar ese despacho, porque el Congreso no puede sancionar una ley en que esté el nombre de una empresa que tales procedimientos sigue, sin autorizar al Poder Ejecutivo para contratar con ella."
Palabras indignadas, justísimas, de un político honesto que habla por toda la Comisión. De inmediato, tal como cuadraba, Cané retira el proyecto. Nadie pudo dudar de su honradez ni de la de los demás senadores, y el tema concluyó. La opinión pública lo asumió como una reacción normal; jamás imaginó que la propuesta de cohecho pudiera aceptarse...
La generación del ´80, tan vilipendiada, fue sin embargo la que saldó etapas oscuras, creó un país adulto y nos lo dejó, armado, a nuestra responsabilidad.
Cané, recordado por su deliciosa "Juvenilia", ejerció otras faenas, como la de legislador, que permiten valorar su capacidad, su conducta y su ideología. Fue diputado provincial en 1875; nacional, de 1876 a 1880, y senador por la Capital, de 1898 a 1904. Siempre activo, omnipresente, sin asesores, por propia capacidad y diligencia.
Obra
Una mera recorrida por el conjunto de problemas que debió enfrentar conduce a la alarmante certeza de que son los mismos que seguimos debatiendo y padeciendo, a cien años vista.
Pruebas al canto: Cané reclama mayor presupuesto educativo, porque "las exigencias de la educación deben estar arriba de todo". Se opone a la transferencia del Colegio Nacional de Buenos Aires, "el mejor de Sud América", a la provincia, porque la excelencia es, ante todo, misión nacional. Insiste en que se enseñen la civilización y las lenguas clásicas, sin las cuales no hay soporte cultural posible. Se opone a la censura teatral propuesta por un senador... ¡santiagueño!
Es el único diputado solidario con Sarmiento, en 1879, cuando éste renuncia al Ministerio del Interior. Y como senador, visita a Rodin, supervisa e inaugura el monumento del Maestro.
Proyecta ramales ferroviarios -el gran transporte, aún hoy, en los países avanzados-, Puerto Madero y el puerto de Samborombón. Quiere sustituir los pasos a nivel por puentes. Y retira el tren del Parque hacia la remota Plaza Once. Reclama el subterráneo, pues es la mejor solución al tránsito de superficie, que ya no se aguantaba en 1900...
Obtiene la expropiación de seis manzanas frente al nuevo edificio del Congreso, que hoy le dan una perspectiva indispensable. Alienta las pensiones a los ancianos y un régimen jubilatorio que no gravite demasiado sobre el erario que, presume, pronto no podrá sostenerlo.
Pide que las tierras fiscales se fraccionen razonablemente, no en latifundios, y, temeroso del holding, que las empresas no puedan fusionarse sin autorización gubernamental.
Es solidario con Colombia cuando se le separa Panamá. Prefiere ser reticente en exhibir nuestro progreso agrícola en Estados Unidos, porque es el competidor "más terrible", que procurará "cerrarnos todos los mercados", y aconseja en cambio una alianza económica y productiva con Brasil.
Trae en el acto, casi de una oreja, al canciller, para que brinde explicaciones sobre ciertas actitudes internacionales del gobierno. Acompaña a Alem en la propuesta de rebajar las dietas de los legisladores en un 15 por ciento por ser tiempos de ajuste.
Defiende a los militares que hicieron la patria y protegieron las fronteras, pero deplora el militarismo como el más grave peligro para nuestras jóvenes naciones. Denuncia el secuestro y desaparición con presunto asesinato de un ciudadano argentino, víctima del terrorismo de Estado vigente en Uruguay.
Impugna una oscura venta de armas, y la existencia de depósitos de explosivos sin las necesarias seguridades.
Reglamenta seriamente la profesión jurídica e insiste en crear el Colegio de Abogados. Antes que Palacios, pergeña una notable ley de protección al menor.
Cané fue una gran figura intelectual, pero de su talla moral y de su lucidez cívica -no obstante algún lunar, como todo ser humano- haríamos bien, hogaño, en tomar ejemplo.
Rector del Colegio Nacional de Buenos Aires
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