Una medida que ahora permite sospechar que hubo una decisión orgánica del Estado con el fin de ocultar
Hasta hace unas horas las sospechas sobre las maniobras de encubrimiento en torno de la causa AMIA alcanzaban a Cristina Kirchner , su canciller Héctor Timerman y a un grupo de militantes kirchneristas ideologizados movidos por sus ideas y la posibilidad de hacer negocios y enriquecerse al amparo de la reactivación del comercio con Irán.
Pero la decisión del fiscal Gerardo Pollicita , al incorporar a la lista de acusados al ex ministro de Planificación Julio de Vido , a Carlos Zannini , ex secretario Legal y Técnico guardián legal de las espaldas del kirchnerismo durante 12 años, y a Oscar Parrilli , ex secretario general de la Presidencia y ex jefe de inteligencia del gobierno anterior, permite sospechar que hubo un plan orgánico para realizar las supuestas maniobras de encubrimiento que denunció el fiscal Alberto Nisman cuatro días antes de morir.
La presentación de Nisman se basa en escuchas telefónicas y en las acciones públicas del gobierno en las que puso de manifiesto un cambio de rumbo en las relaciones con Irán. Luis D'Elía apareció hablando de la importancia de reflotar el acuerdo con Irán para hacer negocios de petróleo y granos.
Incluso pensaba quedarse con algo de dinero en el medio, según comentaba con Jorge Khalil "Youssuf", un operador pro iraní también escuchado por Nisman.
Ellos hablaban de la presidenta, con Fernando Esteche y hasta de "el Cuervo" Larroque. En esas llamadas fue grabado un supuesto agente de inteligencia ligado. Todos personajes que en la escala de poder están bien abajo.
Pero tras la denuncia de Nisman, presentada el 14 de enero, y tras su muerte, el 18 de enero, las grabadoras de inteligencia siguieron registrando llamadas dos días más. Así, en esos dos días es que D'Elía relata que Parrilli y Zannini les pidieron que se callen la boca y los convocaron a una reunión para armar un relato común que permita explicar sus conversaciones inconvenientes.
Esto marca que no se trató de la decisión política de la presidenta, motorizada por Timerman, primero en reuniones secretas con Irán y luego en negociaciones hechas públicas.
Fue un plan que necesitó de la participación de otras áreas del Estado, de las sensibles, aquellas que buscan dotar de legalidad a los actos del gobierno.
Zannini y Parrilli fueron los escuderos de Cristina Kirchner, y esta vez volvieron a aparecer en ese rol.
Lo de Julio de Vido es instrumental. Era necesaria su intervención para que las negociaciones con Irán incluyeran el comercio de petróleo. Aunque luego tuviera que lidiar con el ingeniero Miguel Galuccio, que frenó un intento de hacer un fideicomiso al estilo del realizado con la Venezuela de Hugo Chávez para comprar crudo y vender granos, como surge de las propias escuchas telefónicas relevadas por LA NACION.
Ya hay entonces una ex presidenta, dos ex ministros y dos ex altos funcionarios del gabinete investigados por esta maniobra, lo que parece ser un concierto de voluntades reunidas desde lo más alto del Estado para concretar el plan.
Nisman había sostenido esta idea, pero no llegó a desarrollarla más porque al momento no tuvo a la vista los elementos que surgieron después de su deseos.
"Corresponde a la pesquisa aquí propiciada la individualización y la determinación de la responsabilidad penal que en los hechos delictivos denunciados pudieron haber tenido todas aquellas personas -funcionarios o no- que intervinieron en la elaboración, negociación, concreción y consumación del acuerdo firmado con la República Islámica de Irán, como una de las vías para lograr la impunidad. Esto incluye tanto a aquellos cuyos roles fueron de público conocimiento como a quienes eventualmente hayan participado sin que su intervención haya tomado estado público", escribió el fiscal en su denuncia.
Siguiendo esta idea es que Pollicita hoy sumó nuevos nombres a los que Nisman llamó "plan criminal".
A estas cuestiones se suma otra novedad. Las pruebas que permitieron ampliar la acusación de Nisman son posteriores a su muerte.
Las grabaciones que sustentan la denuncia contra Parrilli y Zannini provienen de escuchas posteriores a la muerte del fiscal, que siguió aportando pruebas aun cuando ya tenía una bala calibre 22 en la cabeza.
Está pendiente el debate por la competencia
- La causa en la que el fiscal Alberto Nisman denunció a Cristina Kirchner por encubrir a Irán está en manos del juez federal Ariel Lijo y el fiscal Gerardo Pollicita. Pero el juez federal Claudio Bonadio investiga a Héctor Timerman porque dijo que negociaba un pacto con Irán a sabiendas de que eran los autores del ataque a la AMIA en una causa paralela
- Cuando la denuncia de Nisman estaba en manos del juez Daniel Rafecas, Bonadio le pidió que le pase la causa. Ahora el juez Lijo tiene la denuncia y debe resolver si acepta el pedido de Bonadio o se queda con el caso. Esto último es lo que seguramente ocurrirá.
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