Una medida que evidencia la contradicción
En un discurso de una hora y media difundido, como es habitual, por cadena nacional, la presidenta Cristina Kirchner anunció una de las medidas más drásticas de su gestión: la inmediata intervención de YPF, y la expropiación y reestatización del 51% de la empresa más grande del país.
La Presidenta fue dura, apasionada y contundente. Concluyó su largo monólogo emocionada y conmovida. "El [por Néstor Kirchner] siempre soñó con recuperar YPF." El auditorio la ovacionó. ¿Quién no soñó y sueña con una Argentina grande, con una industria petrolera pujante? Yo sin duda lo he soñado y todavía lo sueño. Pero no le creo a Cristina.
Néstor Kirchner no soñó con recuperar YPF. Como gobernador de Santa Cruz y como presidente de la Nación, en cada instancia que tuvo que decidir, tomó el camino contrario. Y a los hechos me remito.
Si su sueño era recuperar YPF, ¿por qué le vendió a Repsol las acciones de YPF que tenía Santa Cruz y acompañó la desnacionalización total de la petrolera impulsada por Carlos Menem?
Si el sueño de Néstor Kirchner era recuperar YPF, ¿por qué en 2007, cuando decidió la "argentinización" de la compañía, eligió a su amigo Enrique Eskenazi, un banquero sin experiencia en petróleo, que no aportó ni capital, ya que compró el 25% de las acciones con un préstamo de la propia Repsol?
Cristina Kirchner tampoco explicó por qué ella y sus ministros aprobaron el acuerdo de accionistas por el cual Repsol y Eskenazi se obligaron a retirar el 90% de las ganancias durante diez años. Si los accionistas retiraban la casi totalidad de las ganancias todos los años, cuando la norma para el sector es el 30%, ¿cómo iba a realizar YPF las inversiones necesarias para ampliar la reservas y la producción que necesitaba el país?
Néstor todavía vivía y Cristina era Presidenta cuando en 2008 los accionistas de YPF retiraron el 255% de las utilidades y, al año siguiente, el 140%. Lo denuncié en el Senado. Hasta la revista oficialista Debate hizo una nota, que se tituló: "La decadencia de YPF". ¿Por qué, entonces, el ministro Julio De Vido y los gobernadores de las provincias petroleras no dijeron nada y permitieron que el director del Estado en YPF, Santiago Carnero, aprobara los balances?
Si el Gobierno tiene como meta el autoabastecimiento, ¿por qué en 2010, el actual secretario de Energía, Daniel Cameron, dijo lo contrario?
Si la producción de hidrocarburos es importante, ¿por qué se adjudicaron áreas de exploración a amigos del Gobierno sin experiencia en petróleo, como Lázaro Báez, Cristóbal López, Eduardo Eurnekian, José Luis Manzano, Daniel Vila, Raúl Moneta y Daniel Lalín? ¿Por qué vamos a creer que De Vido, que es el responsable del fracaso energético y del vaciamiento de YPF, podrá ahora recuperar la industria que él mismo hundió?
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