Una prematura y por momentos dramática guerra de encuestas
No es la primera vez que sucede en la Argentina. Probablemente tampoco será la última. Una súbita guerra de encuestas sobre intención de voto para los distintos precandidatos presidenciales está teniendo lugar a través de diferentes medios de comunicación. Este boom se instaló con más fuerza luego de la convención nacional de la UCR en Gualeguaychú , donde el centenario partido sentó las bases para un acuerdo electoral con el macrismo y la Coalición Cívica. Desde entonces, las casillas de correo electrónico de los periodistas se han venido llenando de sondeos de opinión pública de todos los colores y para todos los gustos.
No está del todo demostrado el grado de influencia que la difusión de encuestas pueda tener efectivamente en el voto. Sin embargo, es claro que, a poco más de cuatro meses para las primarias abiertas (PASO) del 9 de agosto, los principales candidatos ven en estos sondeos una herramienta de campaña más para ubicarse mejor en la largada y apelar, desde muy temprano, al siempre discutible "voto útil", que premia a quienes presuntamente tienen más probabilidades de ganar a expensas de las terceras fuerzas. Y, por supuesto, no faltan lamentablemente encuestadores que se prestan a semejantes operaciones.
La razón por la cual algunos dirigentes políticos viven con tanto dramatismo este momento se puede explicar por la disputa entre Mauricio Macri y Sergio Massa por el liderazgo de la oposición. Es que si uno de los dos quedase muy lejos del otro en las PASO, este resultado podría potenciar aquel "voto útil" de cara a la primera vuelta electoral del 25 de octubre, favoreciendo al candidato opositor que más votos obtenga en agosto.
Pero pensar que el oficialismo es ajeno a esa lucha entre Macri y Massa sería un error. Si algo le convendría a Daniel Scioli , en caso de que finalmente sea el postulante del Frente para la Victoria, es que en las PASO Macri y Massa no se saquen ventajas. Un virtual empate entre ellos dos dejaría atrás la teoría del "voto útil" en la primera vuelta, donde el voto opositor podría tender a atomizarse, hecho que beneficiaría al candidato kirchnerista.
La estrategia de Macri pasa por subirse al carro triunfal, mostrándose como la alternativa al kirchnerismo que encarna el verdadero cambio. La de Massa pasa por intentar consolidarse como el candidato más preocupado por la inseguridad y como quien tiene los mejores equipos de gobierno para enfrentar las dificultades económicas. Llamativamente, el ex ministro de Economía Roberto Lavagna ha pasado a ocupar un lugar central en las menciones del postulante del Frente Renovador. Tal vez porque lo ve como su potencial jefe de Gabinete. "Tenemos la experiencia de los que encontraron la salida al corralito y al corralón y no a quienes los inventaron", afirma Massa.
Mientras el ex intendente de Tigre se muestra cómodo junto a asesores que integraron el gobierno kirchnerista durante sus primeros años, los macristas y no pocos radicales advierten que ese dato sólo da cuenta de que Massa encarna un neokirchnerismo.
Ante esta discusión, tal vez sí importen otras conclusiones que pueden arrojar las encuestas en lo referente al deseo ciudadano de cambio o de continuidad. Management & Fit, en su más reciente sondeo (2400 casos a nivel nacional entre el 14 y el 21 de marzo), señaló que el 36,2% querría un presidente que cambie por completo el modelo actual; el 28,1%, alguien que lo profundice, y el 31,8%, alguien que combine continuidad y cambio.
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