Panorama del interior/ Río Negro (Nota I). Una promesa incumplida
VIEDMA (De una enviada especial).- El anuncio sopló como una ráfaga por esta ciudad, cargado de expectativas y promesas. Con el tiempo, se diluyó en una brisa, hasta desaparecer. En el camino quedaron la frustración e infinidad de sueños incumplidos.
En 1986, el entonces presidente Raúl Alfonsín (UCR) anunció con bombos y platillos el traslado de la Capital Federal a la comarca Viedma-Carmen de Patagones. Una decisión que, en un primer momento, no sonó meramente declamativa, ya que, junto con el anuncio, llegaron a esta ciudad urbanistas, arquitectos y otros profesionales dispuestos a proyectar la nueva ciudad.
"Al principio, nos sorprendimos con la noticia -relata Humberto Iglesias, hoy empleado público de la provincia-. Después, entendimos que no se trataba de un proyecto disparatado, ya que Viedma cuenta con todos los recursos para convertirse en Capital de la República: tiene fácil acceso al mar, clima agradable, líneas de ferrocarril y buenos servicios."
Después, sobrevino el entusiasmo, relata. "Mucha gente de otras provincias se instaló en busca de mejores perspectivas. Creció el centro urbano a la vez que se mejoró la planta de agua potable y los desagües pluviales. Todo indicaba que el proyecto iba en serio".
Oscar Sanguinetti, compañero de tareas de Iglesias, detalla los pormenores del proyecto como ex integrante de la comisión que tenía a su cargo el traslado de la Capital Federal. "Era una iniciativa valuada, por aquel entonces, en 5000 millones de pesos -recuerda-. El lema era desarrollar la Patagonia, y este proyecto era la punta de lanza de esa estrategia".
Se construyeron más de mil viviendas, previstas para el albergue de los obreros. Hoy son sólidos edificios en monoblock que contienen a pobladores de bajos recursos.
"La gente esperó en vano. Cuando se comprendió que la promesa de Alfonsín nunca se concretaría, muchos de los que vinieron regresaron a sus lugares de origen, pero varios se quedaron aquí. Algunos consiguieron trabajo; otros, no", se lamenta Sanguinetti.
"Fue una decisión improvisada e inconsulta -asegura Iglesias, sin contener su enojo-. El costo fue alto, y ahora nadie quiere hacerse cargo de él. Todos miran hacia otro lado, mientras que aquí hay gente que dejó todo por una promesa incumplida."
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