Una visita guiada a las propiedades para derribar los mitos
RÍO GALLEGOS (De nuestra corresponsal).- Las dos viviendas más enigmáticas de la ciudad, que están entre las pocas que cuentan con seguridad privada, fueron ayer invadidas por periodistas y cámaras indiscretas. La visita fue guiada por su dueño, Lázaro Báez, quien abrió las puertas, dijo, en un intento casi desesperado por desmentir la existencia de bóvedas ocultas.
En las quince frenéticas horas que abarcaron los recorridos en la chacra de cuatro hectáreas de la ciudad ubicada a seis kilómetros del centro de la ciudad y la vivienda familiar en el ex Barrio Boca, hoy Jardín -a sólo cinco cuadras de la casa de la Presidenta-, el empresario intentó despejar dudas.
Hasta ayer, la chacra era un mito. Salvo los íntimos de la familia Báez, nadie había traspasado los muros que la protege de las miradas indiscretas. Construida hace ocho años, cuenta con un sofisticado sistema de cámaras de seguridad.
Es, sin dudas, la chacra más ostentosa de la ciudad. Sorprende por la sofisticada parquización, que de noche puede apreciarse con las luces distribuidas entre los canteros. Durante el día estalla el verde, inusual en esta época del año.
Del otro lado del muro, la chacra cobra vida. Una hectárea está destinada a la vivienda familiar y lugares de esparcimiento. El complejo de construcciones tiene enormes ventanales sin partir, que invitan a mirar el parque.
La recorrida se inició por la bodega de vinos, ubicada en el sótano del quincho, pintado de amarillo con asadores y una barra dispuesta para reuniones multitudinarias. Un busto de Eva Perón corona el lugar. "Lo construí para que aquí se reúnan los chicos con sus amigos, es un quincho", dijo Báez.
Una escalera de cemento al costado conduce al subsuelo, un espacio color ocre, reluciente, con las paredes cubiertas de estanterías de madera y botellas de vinos finos relucientes, dos heladeras, y piezas para acompañar la degustación en las copas de cristal enfiladas sobre una barra de madera. El sótano, con reminiscencias campestres al igual que el interior de la vivienda, se destaca por la pulcritud y orden. Todo dispuesto para ser usado e intacto. A metros, una piscina climatizada esperaba lista ser usada, con las calderas encendidas y los vidrios empañados por la baja temperatura del exterior.
Sólo a unos pasos del trayecto, la casa se dispone como un enorme loft, con ambientes integrados, cocina, living y estar con sillones blancos, y una curiosa biblioteca con antigüedades de colección, separando la casa con otro quincho para reuniones. La madera laqueada, los colores ocre y una decoración robada a una revista de diseño es la constante del lugar.
Las otras tres hectáreas del predio se destinan a la actividad agrícola: en cinco invernaderos se produce verdura, por medio del sistema de hidroponía. "Acá es donde dicen que cultivo marihuana", dijo Báez, con ironía, mientras señalaba enormes plantas de tomates y lechugas color verde limón. En el predio hay una cancha de fútbol de césped.
La recorrida nocturna concluyó con sándwiches de una panadería local, vinos Rutini y bebida cola. Fue breve, el momento del relax que nunca llegó. Minutos mas tarde, por Twitter, Leandro Báez, el hijo menor del empresario tuiteaba #rutiniysandwichdemiga.
La visita a la casa familiar surgió al mediodía, una vez concluida la recorrida por los viveros, en la casa de la calle Villarino, también rodeada de cámaras de seguridad y custodia privada. Al llegar, la casa estaba vacía. Su esposa, Norma Calismonte, no estaba, aunque un atado de cigarrillos light abiertos delataba su presencia cercana.
Báez prendió luces que dejó paso a una decoración recargada, abrió puertas e invitó a subir las escaleras y recorrer los dormitorios, y luego el altillo. Una PlayStation, computadoras y biblioteca conviven con un cuadro de Kirchner, realizado por un pintor local, un equipo mulitgym y un ténder para la ropa. Allí, en una mesa lucen dos reproducciones en miniaturas de aviones ejecutivos. Sobre la pared de machimbre, Báez sorprendió: "¿Quieren pasar al entretecho?" Y abrió las puertas que cubrían las calderas y los tanques de agua. La intimidad quedó a la vista.
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