Versiones opuestas sobre el canciller
Es curioso: un hombre de peso del gobierno de Eduardo Duhalde afirmó ayer a LA NACION, con estricto pedido de mantener su identidad en reserva, que el ex senador José Octavio Bordón había recorrido por la mañana, en ausencia de Carlos Ruckauf, los pasillos de la Cancillería, y que, acompañado por diplomáticos enrolados en la línea de Néstor Kirchner, había recabado información sobre política exterior.
Bordón, sorprendido por el relato sin conocer su origen, repuso a media tarde a LA NACION: "En primer lugar, Kirchner no me ofreció nada. En segundo lugar, estuve toda la mañana en casa, trabajando con mi computadora. En tercer lugar, si un futuro ministro requiere información, no creo que vaya a buscarla personalmente".
El funcionario gubernamental dijo que un embajador se acercó al despacho del secretario de Relaciones Económicas, Martín Redrado, vicecanciller en la práctica, para hacerle una consulta inusual. O, acaso, inminente: Bordón, candidato presidencial del Frepaso en 1995 y colaborador de Kirchner en la campaña reciente, necesitaba revisar los papeles en los cuales figuran los lineamientos de la política exterior argentina, preparados especialmente para el futuro canciller.
No menos de tres diplomáticos vinculados de algún modo al presidente electo iban con él, al parecer. Fino detalle: uno de los mencionados por la fuente gubernamental, Juan Carlos Olima, estaba con Duhalde y Ruckauf en Montevideo.
En principio, todo cerraba: Bordón podía, o puede, ser uno de los ministros que Kirchner tiene en mente (no in péctore, como suele aclarar con tal de diferenciarse de Carlos Menem).
El silencio, o las incógnitas, alentaron durante toda la jornada ese tipo de conjeturaciones. Sobre todo en política exterior: Kirchner no viajó con cancilleres potenciales a Brasil y Chile.
Influencia femenina
Hombres de su equipo relacionados con la política exterior, coordinados por el antropólogo jujeño Mario Rabey, han dicho a LA NACION que el trato con Ruckauf durante la campaña ha sido distante, "pero no ha impedido el acceso a fuentes de información ni ha impedido que varios diplomáticos colaboraran en la tarea".
En ella talló, en su momento, la mujer de Kirchner, Cristina. Uno de los miembros del equipo dijo que ella advirtió que en los lineamientos del nuevo gobierno faltaba la mención del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, vital en momentos en los cuales se debatía en ese ámbito el uso de la fuerza en Irak. Un diplomático fue convocado de inmediato para redactar las seis líneas en las cuales dice que "debe seguir siendo el instrumento de todos los países para mantener y desarrollar la paz y la seguridad internacional".
¿Ministro por seis meses?
Mientras Bordón estaba aparentemente en la Cancillería, según la versión del funcionario gubernamental, Redrado, expuesto en las fotos con Lula en Brasil antes del arribo de Kirchner, se habría mantenido al margen. En su despacho.
La relación entre ambos es buena, sin embargo. Así como con el ministro Roberto Lavagna, el único confirmado del futuro gabinete. Quien, entre otras conjeturaciones, podría ser el segundo canciller de Kirchner si, como han dejado entrever sus voceros, se aleja de Economía en diciembre.
Ante ese presupuesto, el perfil del canciller, o de un canciller por seis meses, podría ser tanto político (caso Bordón) como diplomático (caso Juan Pablo Lohlé, ex embajador en España y en la Organización de Estados Americanos). Ninguno de ellos, sin embargo, ha confirmado su eventual designación. Tampoco Redrado, otro candidato, en diálogos frecuentes con Lavagna sobre asuntos de comercio exterior.
Lohlé, de hecho, dijo a LA NACION: "No soy candidato a nada. Soy un dirigente político que trabaja con Kirchner".
Muchos han coincidido, en diálogos con LA NACION, que el silencio, más allá de la inquietud tanto en el país como en el exterior, tiene que ver con "el esquema patagónico de hacer política y de tomar decisiones". Y que el nombre del canciller, así como el de los otros ministros, se conocerá entre el lunes y el martes, sujeto, ínterin, a especulaciones, y operaciones, de todo orden.
La mejor estrategia, mientras tanto, es el silencio, convinieron. O el perfil bajo, de modo de no precipitar decisiones que podrían convertirse en boomerangs filosos.