¿Vicentin o las pymes?
El caso Vicentin nos recuerda que nunca una expropiación cumplió con sus objetivos. Jamás el Estado manejó eficientemente los activos expropiados. Nunca el Estado logró, como administrador, bajar los precios al consumidor. Siempre la sociedad terminó pagando una fortuna en los tribunales. Sin hablar de la corrupción que rodea desde siempre y en todo el mundo la actuación comercial del Estado.
Por otro lado, conseguir la soberanía alimentaria suena a una fantasía retro y plantear que se resuelve el problema alimentario cuando en realidad solamente se trata de una compañía que procesa grandes cantidades de aceite vegetal es, como mínimo, infantil y superficial.
¿Entonces por qué seguimos haciendo lo mismo que nos ha traído hasta este presente de total fracaso? Suena insensato.
Einstein decía que locura es seguir haciendo lo mismo y esperar distintos resultados.
En los últimos cuarenta años hemos intentado siempre lo mismo que consistió en políticas económicas erráticas y desequilibradas, basadas solo en el crecimiento de los sectores de grandes intereses. Ahora bien, cuando estas fracasan reaccionamos siempre igual: con más gasto público, más impuestos, más tasa de interés y más asfixia financiera, porque el estado se lleva todo el crédito, y luego sigue la expropiación o demonización de empresas o personas. Y así sucesivamente. Lo único que logramos es más pobreza. Hemos pasado en cuarenta años del 3% al 40% de pobreza, y solo por ahora…
¿Por qué no probamos un camino distinto, el de las pymes?
Mientras trabaja al 30% de su capacidad instalada, el universo pyme se nos está muriendo. Sufre una deuda de U$S 8000 millones, de los cuales U$S 1500 millones se deben a la AFIP, fruto de una carga tributaria injusta e impagable, y el resto, U$S 6500 millones, es deuda bancaria fruto de tasas anuales de interés del 90%, durante los últimos tres años.
Sin embargo, curiosamente no hablamos de eso sino de si el Estado debe asumir una deuda de U$S 1500 millones por una empresa que factura U$S 4000 millones y emplea a 1300 personas.
Un camino nuevo sería discutir cómo resolvemos la deuda pyme para salvar a 600.000 empresas que facturan U$S 170.000 millones (el 42% del PBI) y 7.000.000 empleos directos.
Los mismos U$S1500 millones que salvan 4000 millones de facturación de Vicentin, en el caso de las pymes salvarían 40.000 millones ¡Diez veces más!
Más significativo aún es que en el caso Vicentin se defienden 1300 empleos, mientras que en el universo pyme con la misma plata se mantienen 1.700.000. Entonces, seguir adelante con esta expropiación significará pagar más de U$S1.000.000 por empleado. Si ese mismo monto lo invertimos en el mundo pyme nos costará menos de U$S 1000 por cada trabajador. (Es necesario aclarar que por supuesto preocupan los 1300 empleados; el punto está en que no se vislumbra la necesidad de una expropiación con los mencionados costos, cuando la empresa está concursada, está pagando sueldos y hay al menos dos serios candidatos negociando su compra).
Apostando a las pequeñas y medianas empresas estaríamos apuntalando verdaderamente a la soberanía alimentaria. Las pymes alimenticias podrían volver a trabajar al 80% de su capacidad aumentando drásticamente la oferta de productos, combatiendo de manera accesoria la inflación. Mucho más importante es que consolidaríamos el empleo y con un poco más de financiamiento podríamos aumentar el número de trabajadores. Si quisiéramos por ejemplo aumentar el 20% la dotación en el caso de las pymes sería incrementar dos personas por empresa. En ese momento, solo con empleo, empezaremos a resolver verdaderamente el problema alimentario de la Argentina, que no proviene de otra causa que de la pobreza. Pobreza que generaron nuestros políticos repitiendo fórmulas que ya no sirven. La sociedad llegó al límite.
Hoy queda a la vista una sola verdad, la realidad. Hay 600.000 pymes que aún están vivas y que pueden generar respuestas: a la pobreza, con empleo genuino y al hambre, con producción eficiente.
Se viene la pospandemia, resuelvan la deuda pyme. Empiecen a pensar en esta realidad, lo demás es verso; o peor, desconocimiento y excusas del oficialismo y la oposición y todo eso es improductivo. Allí es donde la sociedad sepulta sus esperanzas.
Empresario pyme, presidente alimentos INCA y responsable pyme Copal (Confederación de empresas alimenticias)
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