"Vine a escuchar buenos consejos"
Un invitado que se mostró conciliador
Locuaz, pero muy dispuesto a escuchar, Evo Morales paseó por Buenos Aires un perfil conciliador y alejado del líder radical que algunos analistas identificaban en él antes de las elecciones que lo elevaron al poder en Bolivia.
Llegó a la Casa Rosada con sólo dos acompañantes y fue derecho a encontrarse con Néstor Kirchner. "Señor presidente", le dijo el anfitrión al recibirlo en el Salón Sur. Morales sonrió, agradeció y respondió: "Quiero decirle que seguiré siendo el compañero Evo; eso será eterno, lo otro es circunstancial". El propio líder boliviano contó la anécdota al retirarse: "No me acostumbro a esos protocolos".
En 90 minutos cargados de cordialidad, Kirchner y Morales repasaron los principales temas que comprometen a los dos países y acordaron negociar punto por punto en breve.
Entre los funcionarios argentinos sorprendió el tono humilde del presidente electo, que consumió buena parte de la reunión pidiendo asesoramiento a Kirchner sobre la misión que asumirá el domingo que viene.
"Yo quiero aprender lo mejor de cada líder que conozco. Vine aquí a escuchar buenos consejos", comentó Morales. Preguntó, por ejemplo, "cuál es el secreto" de Kirchner para controlar los conflictos sociales. ¿La respuesta?: "El mejor consejo que he recibido de este presidente es que hay que estar con el pueblo, hay que estar con el pobre".
También hablaron sobre una de las tareas más difíciles que le esperan al nuevo gobierno: la relación con Estados Unidos. ¿Qué recomendó Kirchner? Ser cauto sin dejar de defender los intereses nacionales. Eso viene haciendo el líder indigenista desde que ganó las elecciones: es crítico del presidente George W. Bush, pero insiste en que quiere abrir el diálogo.
El delegado de Bush para la región, Thomas Shannon, dijo ayer que el éxito de Morales depende en gran medida de la Argentina y de Brasil.
Las señales del líder indigenista tras la reunión fueron claras: prometió proteger la propiedad privada y reiteró su llamado a los inversores privados. Habló de "cambios profundos", pero "en democracia".
Sin negociar
En el despacho presidencial, Morales -camisa blanca a rayitas celestes- dejó de lado por ahora las negociaciones específicas por las exportaciones de gas. Lo acompañaban sólo su vocero, Alex Contreras, y su asesor en temas militares y de seguridad, Juan Ramón Quintana. Toda una señal de que no hablaría en profundidad de temas comerciales. "Conformemos comisiones técnicas para empezar el diálogo apenas asuma", propuso.
Hubo un rápido asentimiento de Kirchner. El ministro Julio De Vido les dejó a los visitantes una carpeta con todos los convenios bilaterales vigentes y los que están pendientes, dijo Contreras a LA NACION.
Pero en la charla el presidente electo soltó algunas definiciones que aliviaron al Gobierno, como cuando elogió el proyecto del gasoducto del nordeste. Y escuchó con interés la idea de De Vido sobre la posibilidad de firmar acuerdos de intercambio de gas por maquinaria industrial.
El clima distendido siguió cuando Morales contó su experiencia en la Argentina cuando era niño: "Estaba de moda viajar a la zafra y mi padre decidió traernos a la Argentina. Me acuerdo de una localidad, Galilea. Yo hablaba aymara cerrado. Iba a la escuela y me quedaba calladito porque no podía entender nada". Ahí añadió su intención de mejorar la situación de los inmigrantes bolivianos (casi un millón en la Argentina) y prometió darles el derecho a votar.
Tras la reunión, Morales habló media hora ante la prensa y volvió sin pausa al aeropuerto. En cuatro horas había dejado gestos y definiciones para entender mejor adónde apuntará su gestión.
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