Tímidamente, volvió la campaña electoral. Tímidamente, porque el interés de la población en la campaña se redujo principalmente por dos motivos: las preocupaciones que devienen de la crisis económica, y porque el resultado de las PASO de agosto le quitó expectativa al resultado de las generales del 27 de octubre.
El macrismo, hoy, está tratando de replantear la idea de que puede poner al kirchnerismo en un ballottage. Quiere revertir lo casi imposible. Hace cuentas que se consideran factores muy difíciles de alinear: como la mayor participación electoral y mejor fiscalización, una hipotética merma del caudal electoral de Alberto Fernández, un crecimiento del voto a Mauricio Macri por la vía de la reducción de la votación a terceros y cuartos candidatos. El macrismo tiene que acertar muchos números seguidos para sacar una lotería. Fernández ya logró el 49,5% de los votos y con el 45% le alcanza para ganar en primera vuelta.
El Gobierno tiene la obligación política de dar la pelea, y en eso está Macri. Anunció esta semana que va a recorrer 30 ciudades del país y que la campaña se va a centralizar en diferenciar los valores que defiende su sector.
Además, la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, se ha desprendido claramente de la estrategia de la Casa Rosada. A esto se le suma el distanciamiento de los intendentes del macrismo, que están buscando un corte de boleta por su propia vía, que los favorezca. Ha entrado en su fase final la vertebración vertical de la propuesta del macrismo.
Alberto Fernández, por su parte, está pensando en armar el gabinete, y viajando por varios países antes de hacer campaña. Actúa más como un presidente electo que como un candidato que busca votos.
Mientras tanto, hay novedades judiciales significativas que dan a entender que en Comodoro Py, donde se investigan los casos de corrupción, se ha producido una votación anticipada. Se liberó al expresidente de Yacyretá Oscar Thomas, detenido con prisión preventiva. También fue excarcelado Cristóbal López en un causa, aunque seguirá preso por otra. Esto presagia un cambio de criterio en la Justicia, el fin de la doctrina Irurzun, a propósito de un cambio de sentido político de los jueces.
Alberto Fernández necesita dar señales hacia el interior de su espacio político, porque quien está principalmente comprometida en muchas de las causas de corrupción, 13 en total, es su compañera de fórmula, Cristina Kirchner.
Alberto necesita construirse como presidente además consolidar su resultado electoral, y también hacer crecer la idea de que hay un "albertismo" dentro del peronismo. Esto último, en el arranque de su hipotética presidencia, puede generar algunos celos o suspicacias dentro del propio kirchnerismo.
De manera que, la primera moneda de cambio para Alberto Fernández, es garantizar que la mayoría de los dirigentes políticos acusados de corrupción, empezando por Cristina y su familia, sean puestos a salvo de las investigaciones judiciales.
En una brisa en contra de la corriente judicial, Claudio Bonadio elevó a juicio la causa de los cuadernos. Esto no quiere decir que vaya a haber un juicio inmediato. Ya hay una cámara designada por sorteo, y ahora sigue un proceso que puede ser bastante largo de cruzamiento de planteos por parte de los acusados. Esto llevará su tiempo. El juicio no empezará antes del cambio de gobierno.
El Poder Judicial ha tomado nota de declaraciones públicas de Alberto Fernández, y no le ha hecho falta mucho más que decir que, a su criterio, Cristina Kirchner es inocente y que hay una persecución judicial contra su familia. Eso es suficiente para que en Comodoro Py "paren la mano".
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