Para comprender lo que está sucediendo en el escenario actual en materia económica es necesario analizar diversos aspectos que confluyen y modifican los resultados, como por ejemplo el incremento importante de los costos que ahora parece profundizarse y donde como siempre sucede en estos casos se suscita una puja redistributiva de la que participan distintas variables que es indispensable evaluar, incluyendo, por ejemplo, los sueldos, los materiales, el valor del dólar, las tasa de interés y desde luego las expectativas de las familias, de los inversores.
Hay que entender también que no es sencillo tomar decisiones cuando existe una inflación importante.
Además, la medida de lo que sucede con el dólar es un parámetro que se evalúa permanentemente tanto de parte de la gente en general como de las familias que desean adquirir una propiedad.
Pero también es una referencia constante para los inversores que advierten, por ejemplo, ahora que el costo de la construcción en dólares baja así como ha bajado la cotización de los terrenos. El inversor es proclive a tomar determinaciones para volcar el dinero en el Real Estate, pero sabe bien que está dentro de un mercado más reducido, donde claramente han disminuido las operaciones desde hace alrededor de cinco años.
Pensando en el mercado, desde luego lo mejor que le puede suceder para su dinámica es una economía con una inflación baja o muy bien controlada. En ese caso ocurre un incremento de las expectativas favorables, de la confianza y surge entonces un ciclo virtuoso que implica también una baja del dólar y a la vez la Bolsa responde positivamente. Porque todo es consecuencia de una percepción favorable general y todo en su conjunto obviamente implica una disminución del riesgo.
¿Pero qué sucederá el año que viene? Sería interesante que se pudiera aplicar una política de ingresos que reordene este proceso inflacionario que desde luego afecta al mercado.
En este contexto, los desarrollos con financiación son la alternativa que elige la gente no sólo con la idea de adquirir una propiedad, sino para no quedarse con los pesos. Así invierte y se capitaliza, como siempre buscando un refugio para sus ahorros.
Se sabe que el ladrillo mantiene -a pesar de las circunstancias- un valor propio que permite defender el dinero a prueba de las distorsiones que pueden surgir según los momentos o los ciclos económicos.
Por su parte, el desarrollista analiza permanente los costos y advierte que bajan en dólares, pero a la vez debe administrar muy bien los pesos. Con relación a nuestros emprendimientos buscamos satisfacer la demanda con capacidad de compra, que tiene pesos para adquirir lotes o para construir su casa. De hecho hemos lanzado recientemente un nuevo barrio en Nordelta, Los Castaños. Esto implica que la oferta sigue sumando opciones aunque a un ritmo más lento, y a la vez la demanda encuentra opciones para sus necesidades.
Desde luego son proyectos pensados a muy largo plazo (se calcula más de dos décadas) y en ese devenir hay que estimar los momentos y los ciclos. La rueda sigue girando e incluso en un mercado más reducido, pero aun así los desarrolladores están atentos para generar negocios mirando hacia adelante. Seguimos invirtiendo y de hecho también en el proyecto Puertos del Lago ya existen 6 barrios. Esto significa que seguimos apostando al futuro, evaluando muy bien las decisiones.
Las operaciones de condominios a los precios actuales nuevamente resultan interesantes para edificar. Se construye más despacio, pero vamos pulsando ese ritmo tratando de satisfacer a la demanda con financiación. ¿Pero qué pasa con el usado tan afectado particularmente por el cepo?
En verdad está complicado, en gran medida por las expectativas de los propietarios de tratar de no perder y de que se pague al mismo precio del momento de compra de ese activo cuando el valor en dólares cayó y aumentó en pesos.
Eduardo Constantini