La alimentación durante el verano debe ser convenientemente programada para que el caballo reciba todos los elementos que permita cumplir con el objetivo de aportarles una nutrición equilibrada y de acuerdo con sus exigencias. La correspondiente alimentación que debemos darle en calidad y cantidad a un equino se basa en sus requerimientos. Estos aumentan con el ejercicio en el caballo de deporte, trabajo, lactación y durante el último tercio de la gestación. Un caballo de deporte que está en un box debe recibir una cantidad de energía calculada sobre la base de sus necesidades; se parte de la premisa de que demanda mayores calorías como consecuencia del mayor desgaste físico. Si el animal durante el verano no hace esa actividad física, los aportes de aquellos alimentos productores de energía no son indispensables y por lo tanto deben descender, específicamente porque el animal no los necesita y su exceso puede ser contraproducente para su salud.
Deben ser evaluados los requerimientos calóricos del caballo estabulado en verano, si no realiza entrenamiento. Si recibe una ración basada en elementos energéticos (grano, balanceado o aceites), y un menor porcentaje de fibra (fardo), requerirá que esa manera de nutrirlo deba ser reformulada y equilibrada. Se sugiere que la fibra aportada por el fardo deba aumentar paulatinamente, en detrimento de una disminución de los energéticos.
Para el caso del caballo que está suelto en un potrero todo el día, es conveniente que se evalúe el crecimiento de esa pastura desde donde se alimenta. La producción de pasto suele decaer en el verano por los intensos calores y por lo tanto requiere, si no es suficiente para nutrirlo, que sea ayudado con la administración de fardo o rollo. Las características del verano varían de acuerdo con las zonas y pueden ir desde temporadas muy secas a otras muy húmedas por causa de intensas lluvias, el suelo puede verse afectado por los cambios climáticos y la producción de plantas para el consumo también, por eso la suplementación con pasto es la adecuada para estos casos. La minuciosa observación del estado general del caballo y el estado de las pasturas nos darán la pauta de si el animal tiene la suficiente nutrición a su alcance.
En ambos casos, se necesita el aporte voluntario de agua durante todo el día. En verano se incrementa el volumen de líquido ingerido; puede variar de 20 a 40 litros e incluso llegar a 80 en las yeguas en lactancia.