De las enfermedades infecciosas que afectan al caballo, la anemia infecciosa equina es la más preocupante. Algunas razones: por su lenta pero a la vez continua progresión de casos a través del tiempo, porque no contamos con una vacuna que inmunice al animal y porque es letal para el caballo afectado.
Por eso debemos estar sumamente alertas ante su presencia y tomar todas las medidas que sean necesarias para lograr la protección de los caballos sanos. Las posibilidades de contagio de esta virosis son varias, pero siempre están relacionadas con el pasaje de sangre de un animal enfermo a uno sano. Para que esto suceda intervienen los insectos, la utilización de agujas y jeringas no esterilizadas (es un medio donde el virus vive más tiempo), la presencia de un animal enfermo (con o sin síntomas) o de otra posibilidad de contagio, como es un portador que lleva en su cuerpo los virus y los puede transmitir.
El período de incubación es extremadamente variable y puede fluctuar entre una y tres semanas, aunque es posible que presente lapsos de cuatro días a tres meses. Se presenta con varios síntomas y su curso puede ser agudo, subagudo y crónico, aunque hay animales afectados en los cuales es asintomática.
Como el animal enfermo no puede curarse ni tiene posibilidades de tratamiento, una de las medidas para impedir el desarrollo de la afección consiste en el diagnóstico o en el inmediato reconocimiento de los afectados, para que no puedan expandir el contagio. Para eso se recurre a un análisis de sangre (test de Coggins) que permite individualizar al equino enfermo. Esta no debe ser la única medida de profilaxis contra esta virosis, y debe complementarse con un control del caballo recién ingresado y chequeo de sangre a pesar de que venga con el certificado correspondiente (según la fecha de éste, es precavido hacer un nuevo análisis). En los lugares donde es posible hacerlo es aconsejable el aislamiento por un período conveniente, y capacitar al personal que recibe a los animales. En síntesis, estar alertas, ya que la vigilancia y el control son las principales medidas para evitar su contagio.