Se trata de la época más buscada por los inquilinos que demandan este tipo de propiedades, pero la oferta es acotada
Algunos bazares ya empezaron a exhibir en sus vidrieras las típicas guirnaldas navideñas. La época de las fiestas está cerca y con ella, los tradicionales preparativos. Motivadas por la posibilidad de disfrutar de las noches más calurosas del año al aire libre, muchas familias consideran la posibilidad de negociar que el alquiler de verano de una casa en un barrio cerrado incluya también la última semana de diciembre.
Al hablar de alquileres en countries, la segunda quincena de diciembre es la más codiciada, pero también la más difícil de conseguir. Es que la mayoría de los propietarios no ven factible irse de sus casas en esas fechas, ya sea por el trabajo, el estudio de los chicos que con la pandemia se extendieron las clases o porque no tienen otro lugar donde quedarse hasta que empiecen sus vacaciones. “Las opciones son pocas. El último mes del año es difícil porque es cuando suelen venir familiares de afuera por Navidad y Año Nuevo”, agrega Gonzalo Urdapilleta, director de Teresa Urdapilleta, la inmobiliaria que comercializa emprendimientos premium de zona Norte.
Las inmobiliarias no alquilan una casa por una semana sola, pero lo que sí suelen hacer algunas es sumar los últimos días de diciembre al alquiler de enero. “Depende exclusivamente del propietario. Los que pueden irse antes, quizás acceden a que el inquilino ingrese a la casa el 28 o 29 de diciembre”, indica Gustavo Iglesias, dueño de la inmobiliaria Gabriela Iglesias, referente en Nordelta. En ese caso, el ticket se encarece alrededor de un 20%. De todas formas, aclara: “No es lo normal, son casos que se dan esporádicamente”.
Mariano Canedo, de Century 21, precisa que, del total de la demanda de alquileres en barrios cerrados, un 30% corresponde a quienes solicitan una casa para pasar únicamente las fiestas. “El 70% restante pide la quincena”, asegura. El público, según explica, está compuesto principalmente por familias o amigos que buscan disfrutar unos días en grupo.
Por su parte, Horacio Benvenuto, gerente general de Izrastzoff Compañía Inmobiliaria, que maneja la zona del corredor Bancalari, Nordelta y Pilar, confirma que la demanda de quienes piden ingresar a la propiedad para pasar las fiestas es alta y precisa: “Una casa que cuesta US$3500 en enero, a razón de US$110 diarios, se encarece de forma proporcional de acuerdo a la cantidad de días que se suman. Si la familia ingresa el 28 de diciembre, por ejemplo, se les cobra alrededor de US$440 más por esos cuatro días adicionales”.
Los precios
Entre la temporada pasada y esta, los precios en dólares se mantuvieron. Los valores más altos son los que se piden en diciembre y enero. En febrero, las tarifas descienden y en marzo, lo hacen aún más. En Nordelta, los valores parten de los US$3500 y alcanzan los US$10.000 por casas premium, según especifica Iglesias. “Una casa que ese mes sale US$4000, en marzo baja a US$3000 o mucho menos”, cuenta. En Pilar, Urdapilleta señala que una casa en un barrio top cuesta en promedio US$5000 por mes y las propiedades más premium se extienden hasta los US$9000.
Los barrios Santa Bárbara, El Encuentro, Laguna del sol, Santa Catalina, Las Liebres y Ayres del Pilar son los más buscados, según Benvenuto. Los precios van de los US$3000 hasta los US$5500 en las casas estándar por mes en el verano. En tanto, las propiedades con salida al río o a la laguna parten de los US$4500. “Febrero cuesta un 15% menos, porque además es más corto y la demanda es menor”, indica.
En algunos barrios, se consiguen opciones por US$1500 la quincena, según sostiene Canedo. Además, pone algunos ejemplos concretos: “En el complejo Villanueva, en el barrio San Isidro Labrador, una casa de 300 m² con salida a la laguna central y todo el confort se está pagando US$16.000 la temporada completa, desde 1 de enero hasta el 28 de febrero. Las casas en lotes internos son entre un 10% y 15% más baratas”.
En el escenario actual, algunos brokers afirman que es exagerado hablar de boom de demanda y otros sostienen lo contrario. Lo cierto es que, más allá de ese debate, la cantidad de casas en alquiler en barrios cerrados es poca, por lo que la oferta disponible finalmente termina haciendo match con las solicitudes. Eso influye también en los precios: las chances de negociar un valor más bajo son nulas, porque la mayoría de los propietarios prefieren aguardar a que aparezca otro inquilino antes que resignar la tarifa que acordaron previamente con la inmobiliaria.
Faltan menos de dos meses para el brindis de fin de año y, a diferencia de la temporada anterior en plena pandemia de coronavirus, aún hay opciones disponibles en los barrios cerrados. De cara a las elecciones generales en noviembre, muchos propietarios esperan que los indecisos terminen de definirse y concreten las operaciones en el transcurso del mes siguiente.
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