Ecoladrillos, cuencos, macetas, escurridores de cubiertos, apoya vasos, mochilas, riñoneras y cinturones son sólo algunos de los productos desarrollados con plásticos reciclados o reutilizados que, además de disminuir su impacto ambiental, generan circuitos que incluyen cooperativas
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Entre los proyectos basales en material de reutilización están los ecoladrillos y uno de ellos fue elaborado con participación del Conicet, desde el Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE), con sede en la ciudad de Córdoba. El equipo de la arquitecta y directora del CEVE, Rosa Gaggino, diseñó ladrillos compuestos por botellas descartables PET trituradas en un molino especial, que se incorporan a una mezcla cementicia.
“El proceso de fabricación es sencillo, similar a los bloques de hormigón, pero en este caso se reemplaza la arena con plásticos triturados hasta dejarlos de un tamaño de tres milímetros”, indicó Gaggino para luego agregar que la idea de crear estos ladrillos, patentados en 2006, había surgido 24 años atrás en el instituto con el fin de colaborar en reducir la contaminación ambiental.
Entre sus principales ventajas, Gaggino contó que “son más aislantes térmicos que los ladrillos comunes de tierra cocida, ya que con una pared de 15 centímetros de espesor se obtienen los mismos resultados que con una pared de 30 centímetros de espesor hecha con ladrillos comunes”. Además indicó que se le hicieron todos los ensayos en laboratorio, de resistencia a la compresión, la flexión, al fuego, a la intemperie, a la humedad y a las heladas, “todos con resultados satisfactorios, por lo que se pudo obtener el certificado de aptitud térmica de este componente”.
Al momento de presentarlos, Gaggino hizo hincapié en que un ladrillo de PET se hace con 20 botellas descartables, lo que resalta la importancia ambiental del proyecto. Se completan con cemento portland como ligante “más un aditivo químico que mejora la adherencia de las partículas plásticas”, completó.
Desde el CEVE se transfieren tecnologías constructivas y de gestión y se capacitan a gobiernos locales y provinciales, organismos públicos y privados, cooperativas y organizaciones de la sociedad civil en la implementación de sus tecnologías. Gracias a estas transferencias y 50 capacitaciones, se han construido viviendas en las ciudades de Junín, Buenos Aires, Mendoza y Altagracia.
Otros proyectos
Si de diseño hablamos, uno de los emprendimientos más destacados que se presentaron en la Bioferia fue Re Accionar, que realiza objetos para el hogar con plástico reciclado, entre ellos cuencos, macetas, escurridores de cubiertos y apoya vasos, pero también recubrimientos para paredes y desarrollos a medida, como trofeos, anillas para deportes, cajas de joyería y llaveros empresariales.
Leonardo Rothpflug, director de Re Accionar, indicó a Télam-Confiar que empezó con el emprendimiento en 2018. Con el fin de reciclar plástico tuvieron que identificar los diferentes tipos de materiales y hacer las maquinarias necesarias para poder transformarlos.
“Dos años después lanzamos nuestros primeros productos, primero a pedido. Hoy nuestros principales clientes son empresas que buscan cambiar sus consumos y hacerlos más responsables e individuos, principalmente mujeres de entre 25 y 35 años, con conciencia ambiental”, resaltó.
Lo interesante de Re Accionar es que se centra en plásticos de difícil reciclaje como el poliestireno posconsumo (presente en los potes de queso crema, dulce de leche y yogur) “que recolectaban las cooperativas con las que trabajamos en conjunto, pero que al no tener compradores, los tiraban, por eso nosotros quisimos darle valor”, señaló Rothpflug. Pero otro es el PLA, residuos de impresión 3D, “que como es muy moderno, casi no hay industrias que lo reciclen”, remarcó.
Un emprendimiento que desde 2012 se dedica a armar mochilas, riñoneras y hasta cinturones hechos 100% con lonas de cartelería (banners) y bolsas de alimentos para mascotas es Suahilli, y elige esta materia prima por ser duradera y de difícil reciclado. En su página web, afirman que su misión es “buscar los materiales más sustentables en todo el mundo y trabajar con socios de fabricación responsables”, que busquen aprovechar las tecnologías verdes en el proceso productivo.
Sus diseños “consideran el impacto en el medio ambiente, ya sea reelaborando materiales excedentes, minimizando la huella de carbono o simplemente produciendo lotes más pequeños, para reducir los desechos”, señalan. El resultado: productos de edición limitada, hechos bajo el leitmotiv “Transformando los deshechos en oportunidad”.
Con una impronta más comunal, en la que los vecinos se acercan a aportar materiales para darle valor, hace 10 años que nació Tate Diseño, de la mano de María Josefina Suares. “Una vez que te conoce, la gente se copa, hay mucho descreimiento sobre adónde va lo que separamos, y acá lo usamos en distintos productos”, indicó María Josefina. Como a partir de bolsas obtienen un textil 100% reciclado, la fabricación de productos es versátil: bolsos de compras, materas, billeteras, porta Sube y hasta lámparas.
“Los diseños que generamos llaman la atención y la gente se compromete con la acción que les proponemos. Otros clientes son personas a las cuales les interesa el reciclado y una vez que conocen a alguien que lo hace se enganchan al instante y queda establecido un vínculo. Los objetos son diseños únicos e irrepetibles. Las piezas generan novedad, son bellas, útiles, de uso cotidiano, pero salen de lo común”, concluyó.
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