Por Fernando Esquerro Para LA NACION
Si se hace una lectura de lo que pasó en 2009 podemos decir que la oferta de viviendas nuevas declinó, bajó el nivel de actividad y también disminuyó el número de permisos para construcciones nuevas, es decir edificios que se van a comenzar en los próximos meses.
Además, si bien la demanda de viviendas por parte del comprador genuino, la persona o la pareja que necesita una vivienda, estuvo ausente en gran medida por la falta de créditos accesibles, se mantuvo sostenida por parte de quienes buscan proteger sus ahorros.
Estos son compradores que desconfían de otras alternativas como el dólar, los depósitos bancarios o los títulos del mercado financiero, y buscan guardar sus ahorros en el mediano plazo. Además tienen claro que los ladrillos han sido la mejor inversión y la mejor forma de protegerlos hasta ahora en nuestro país.
Consecuencia de este juego de la oferta y de la demanda durante 2009, y pese a algunos pronósticos erróneos lanzados luego de la crisis de las hipotecas subprime en Europa y Estados Unidos, los precios de las viviendas se mantuvieron en los valores de fines de 2008, y en el segundo semestre de 2009 tuvieron algún alza.
El panorama que avizoramos para 2010 no es muy diferente al vivido en 2009. Estimamos, especialmente para el segundo semestre, un leve aumento en el nivel de la actividad del sector y en la presentación de solicitudes de permisos para obras nuevas.
En cuanto a la demanda de inmuebles se mantendrá básicamente aquella que se hace como inversión o resguardo de valor de los ahorros. Esta variable posiblemente se vea estimulada por la creciente pérdida de confianza que se percibe en el dólar como moneda de resguardo, luego de los multimillonarios paquetes de estímulo y de ayuda que se otorgaron a causa de la crisis provocada por Wall Street y por políticas públicas demasiado poco rigurosas.
Asimismo, otro estímulo por el lado de la demanda vendrá del razonable nivel de actividad macroeconómica que se espera en nuestro país para el año próximo.
En función de eso, si bien no vemos aumentos bruscos e importantes en los precios de los inmuebles, sí continuará una tendencia sostenida a la suba.
Por último, un deseo de Navidad. Sería maravilloso que en 2010 todos los actores involucrados en la construcción y el financiamiento de las viviendas -sectores público y privado- pudiéramos montar un sistema de créditos accesibles para la clase media. Eso llevaría a un crecimiento ordenado y sustentable del sector, a la creación de miles de puestos de trabajo registrados, a un aumento sustancial y genuino de la recaudación impositiva, al desarrollo urbano equilibrado de las ciudades, y a permitir el acceso a la vivienda de la gente que lo anhela y lo necesita.
El autor es presidente de la Asociación de Empresarios de la Vivienda (AEV)
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