Conjugan el aprendizaje con el amor por los caballos y el juego
"El polo argentino es el mejor del mundo." Frase anónima, acuñada por todos los polistas del país, que tiene asidero desde los orígenes de la historia nacional, ya que la relación entre el argentino, el campo y el caballo es extensa: "La Patria se hizo a caballo" es otra frase que documenta la natural proliferación de jinetes que da este suelo. En el país nacen los mejores jugadores y los mejores caballos, además de producir las mejores canchas y torneos. Es común, en el ambiente del polo, ver a los jugadores jóvenes viajar por el mundo, codearse con miembros de la realeza de los países europeos o aconsejar a un jeque árabe que no sabe distinguir las cualidades de una joven yegua.
Hace años que este deporte pasó de ser una tradición para reformularse como una profesión muy rentable y divertida. Por eso las escuelas de polo mantienen la mirada concentrada sobre los jugadores más jóvenes (comienzan desde los 8 años, aproximadamente), del mismo modo que los clubes de fútbol preparan a los futuros cracks. Pero el seguimiento y el compromiso no solamente se vislumbran en el desarrollo deportivo, sino también en lo humano. "Tratamos que los chicos aprendan todas las tradiciones de este deporte, como la camaradería, las buenas costumbres y la vida natural. Además de prepararlos como excelentes jinetes", explica Juan Cruz Cardozo, que dirige la Escuela de Polo Don Germán.
Ver a un niño montar un caballo impresiona. El animal pesa alrededor de 300 kilos, tiene una estatura promedio de 170 centímetros en la cruz (final del cuello) y alcanza una velocidad de 40 kilómetros por hora o más, según las cualidades de cada ejemplar. "Para jugar al polo hay que tener un dominio completo del animal, no alcanza con saber andar como cuando se visita a algún pariente en el campo o se alquila un caballo en las vacaciones", diferencia Ricardo Gelosi, de La Mora Polo Club. Convertir a los chicos en perfectos jinetes es, entonces, la lección principal. "Se crea lo que llamamos el binomio. Es decir, que jinete y animal son lo mismo, sería imposible jugar al polo y al mismo tiempo dudar en un viraje o una frenada fuerte, el control debe ser máximo", aclara Angeles Martín y Herrera, dueña del Colegio del Pilar, que posee una escuela de polo dirigida por Gonzalo Pieres, experimentado polista argentino.
Una vez superado el proceso de aprendizaje como jinetes, se da comienzo al conocimiento del juego. El tiempo que lleva dominar al animal depende de las cualidades de cada chico, aunque se sostiene aquello de que si se aprende de niño, todo es más fácil. Francisco tiene 9 años y hace 40 minutos que juega sin parar. Apenas se detiene, todavía agitado (la yegua también lo está), comenta: "Me gusta atacar, frenar, empujar, hacer goles, defender, todo". Guillermo es hermano mayor (de 11 años) de Francisco, y asiente con la cabeza a todo lo que se dice. También siente placer por "jugar, montar y estar al aire libre". Cuando se los consulta acerca de si tienen miedo de caerse y lastimarse, los dos hacen una mueca de no importa. "Si me caigo, me levanto y listo", agrega Lucio, también de 11 años. Para dar testimonio, ninguno de los tres sintió necesidad de bajarse del caballo, ni ganas de hacerlo.
Jóvenes profesionales
A partir de los 17 años, en promedio, los chicos comienzan a recibir ofertas del exterior, ya sea para jugar, preparar un animal o enseñar a otros jugadores los naturales trucos aprendidos en la pampa. "Un chico puede llegar a ganar entre 2 mil a 3 mil dólares según el país donde viaje y las características del trabajo que haga: como carrera profesional es buenísimo", sostiene Martín y Herrera, que ayuda a los viajeros con las faltas en el colegio y la preparación de las materias. La carrera profesional parece ser un camino muy tentador para los chicos más avezados. No sólo se tiene en cuenta esta posibilidad. "Tratamos de que los chicos puedan aprender del animal, quererlo, cuidarlo, comprometerse con la actividad y que mantengan una vida sana, aun cuando jueguen sólo para divertirse", confirma Daniel Tasara, de la escuela El Encuentro Polo Club.
Además de brindar todos los equipos que se necesitan para jugar, las escuelas cuentan, en su gran mayoría, con un pensionado para los jugadores que llegan del exterior. Uno de los puntos más cuestionados en la actividad es el costo de mantenimiento tanto del animal como de los equipos. Las versiones están encontradas: Martín y Herrera asegura que para ser jugador de polo se necesita tener una estructura de 8 caballos por partido (dos por chukker). "Es normal que los jugadores más chicos sean hijos de polistas ya que cuentan con la estructura armada, no creo que un chico que comienza pueda hacerlo sin gastar mucha plata, es por eso que siempre será un deporte de elite". Juan Cruz confirma que "cada vez se acercan más chicos de clase media que no tienen mucho dinero, pero que pueden comprarse un caballo y empezar de a poco".
El costo de un animal parte de los 2 mil pesos. Es mejor si el caballo es propio, aunque aseguran que no es imprescindible. Hay que tener en cuenta el mantenimiento del caballo, que va desde 170 pesos mensuales sin incluir los herrajes y el servicio veterinario (200 pesos). Para jugar sólo por un día y probar "que tal es el polo", hay que desembolsar 35 pesos aproximadamente. "Les damos todo, caballo, equipo, cancha --enumera Cardozo--. En la Argentina hay mucho campo, lo que para esta actividad es fundamental, por eso no creo que deba ser inaccesible. Es más, confío en que el polo será queda vez más popular."
¿Popular?
Adolfo Cambiaso es hoy el mejor jugador del mundo y fue un niño de a caballo. Lleva convertidos 396 goles, jugó once temporadas y logró cosechar cuatro títulos nacionales. Usa un casco con los colores de la bandera argentina, monta la yegua Diosa y hasta 2003 capitaneó el equipo La Dolfina, y es provocador de reacciones urticantes. En el último Abierto de Palermo, el partido se detuvo por unos minutos: se trataba de un grupo conformado por una breve selección de la hinchada de Chicago, club de fútbol, del barrio Mataderos.
Los petardos, bengalas y cánticos abrieron camino entre la gente que, sorprendida, intentaba mejorar su ubicación. La respuesta ante: "¿Quién los invitó?" estaba clara. Adolfo tuvo una infancia llena de recuerdos en el barrio suburbano y juega con una camiseta verde y negro, los colores del torito de Mataderos.
Paradójicamente, La Dolfina perdió el partido (12 a 10) contra La Aguada. Sin embargo, fue curioso ver cómo el mejor de todos pretende cambiar las reglas y, aunque nade contra la corriente, quiere generar un polo para todos.
Guía de actividades
Don Germán, Buenos Aires Polo Club, ruta 25 km 5, Pilar
Colegio del Pilar, ruta 34 km 2,5, Pilar
El Encuentro Polo Club, ruta 28 km 8, Pilar
La Mora Polo Club, ruta 4 km 6,5, Los Cardales
El Mangrullo Polo Club, ruta 6 (a 600 m del arco de Los Cardales), Los Cardales
La Cañada Polo Club, ruta 6 y río Luján, Pilar
- Precios
Caballo, desde $ 2000
Pensión para el animal, por mes $ 170
Veterinario, $ 200
Clase de bautismo, $ 35
Botas para montar, $ 400
Taco, $ 155
Casco, $ 180
Rodilleras, $ 120