Cualquier mirada sobre el mercado inmobiliario de este año tiene dosis de optimismo, pero también de alguna cautela. Basta caminar por cualquier barrio de la Capital o recorrer algunas de las urbanizaciones privadas que han surgido en el conurbano en los últimos años, para tomar conciencia de la magnitud de un fenómeno constructivo que toma una distancia astronómica de la crisis de 2001/2002.
Pero también el mismo fervor por estas inversiones más seguras se observa en aquellas ciudades del país, caracterizadas por sus atractivos naturales.
No quedan dudas de que los desarrolladores han llegado a la conclusión de que la inmobiliaria es la inversión más segura en el largo plazo. Tras una larga historia de frustraciones, a una conclusión similar llegaron los consumidores de todos estos productos, ya que a la vez que pueden disfrutarlos como vivienda permanente o de fin de semana, tienen a buen resguardo su patrimonio personal.
Sólo caben dos reflexiones, producto de no pocas consultas. Una de ellas se refiere a los valores. Aquí se abre una incógnita porque mientras algunos piensan que todavía pueden seguir creciendo, teniendo en cuenta los precios internacionales para unidades similares, otros opinan que estarían casi en su techo.
Tal vez la verdad pase por un término medio, es decir, seguirían revalorizándose aquellos productos claramente diferenciados y en ubicaciones muy demandadas. El resto dependerá en buena medida de sus propias virtudes y de cómo reaccione la demanda. En lo que todos coinciden es que no se avizora ninguna baja significativa, más allá de la que podría producirse en esa tradicional puja previa a la compra. La otra reflexión tiene que ver con las características de cada lugar donde se construye, en el sentido de que no pierdan los atractivos naturales que eran parte de su esencia, esas particularidades que dieron motivo a la llegada de las nuevas construcciones.
De todos modos, bienvenida esta renovada actividad que no sólo es una de las más importantes en la economía de los países, sino la principal generadora de mano de obra. Que no es poco en esta época.