El avance de la construcción privada es una de las grandes cuentas pendientes de la macroeconomía. Ni siquiera logró impulsarla el boom de créditos hipotecarios que vivió el sector inmobiliario hasta abril de este año. La realidad es que, cuando los desarrolladores mostraban algunas señales de reactivación de nuevos proyectos, el revés devaluatorio los llevó al casillero de "largada". De hecho en junio la construcción registró su primera caída interanual en 15 meses: un descenso del 0,1 por ciento respecto al mismo mes del año pasado, según datos del Indec. Y la expectativa es que el sector mantenga este ritmo descendente influenciado principalmente por la disminución de la obra pública –pese a que representa sólo un 25 por ciento del total de ese conglomerado-, uno de los compromisos asumidos en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Y las expectativas no presentan un horizonte soleado. De cara al futuro próximo, un 43,2 por ciento de los empresarios dedicados a la obra privada anticipan que la actividad del sector disminuirá en el próximo trimestre, un 51,4 por ciento cree que la situación no cambiará y un 2,7 por ciento espera que la actividad aumente. Un dato curioso es que quienes se dedican a la obra pública son los más pesimistas. En este caso, el 65,6 por ciento opina que el nivel de la actividad disminuirá en el próximo trimestre, el 31 por ciento dijo que no cambiará y el 3,4, que mejorará. Otros datos que reflejan el actual contexto es que en junio, cayó un 8,8 por ciento interanual la producción de ladrillos huecos, seguido de hormigón que se desmoronó 3,8 por ciento y el cemento portland cuyo descenso fue de 3,5 por ciento.
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