Por Adriana B. Anzillotti De la Redacción de LA NACION
Días difíciles: el ánimo de la gente alterado, el caos de la ciudad por los festejos que vendrán a propósito del Bicentenario (incluye nada menos que el corte de la 9 de Julio), los permanentes piquetes y marchas, la caída otra vez de las bolsas como signo de preocupación de lo que sucede en estos días en el Viejo Continente, la inflación que no cede sumado a una coyuntura por demás compleja opacan este momento que forma parte de la historia del país.
En este contexto también el sector inmobiliario siente el impacto de la economía, de las decisiones que generan más desconfianza e incertidumbre cuando hay que elegir si colocar dinero o no en un nuevo proyecto. Inversores no abundan y en este escenario no se sienten muy atraídos. Las crisis internacionales tampoco dan respiro. Apenas Estados Unidos se recupera de uno de los golpes más fuertes y ahora Europa vive su momento crítico con el euro en peligro. En el mercado inmobiliario también se advierte cierta confusión. El hecho de que el ladrillo se considere un refugio incuestionable lleva a pensar muchas veces a que el inmueble (casa, departamento, lote) propio se cotice varias veces más que su verdadero valor. Situaciones que para nada favorecen el mercado, que por cierto otra vez atraviesa etapas que impiden su expansión y en función del potencial que tiene.
Es necesario ser realistas: hoy los que operan con frecuencia en el sector son muy pocos, salvo quienes cuentan con fuerte capacidad de ahorro, aquí y allá.
Lo cierto es que nada está en su lugar. La gran crisis europea también golpea a la aldea globalizada y de algún modo aquí también habrá repercusiones. Mientras tanto, según el informe del Colegio de Escribanos, en marzo de este año se escrituraron 4928 inmuebles por un valor de $ 1677,7 millones de pesos, que equivale a un valor promedio de transacciones de $ 340.447, que representan subas con respecto a marzo de 2009 de 36,6% en los actos y de 57,5% en los importes, que determinaron subas del 15,4% en el valor medio en pesos y 9,1% en dólares. Y si bien es cierto que estos datos reflejan un incremento favorable en la actividad, hay que considerar que en marzo de 2009 todavía la actividad inmobiliaria sufría el fuerte cimbronazo internacional. Hoy, de nuevo la aldea se agita e inexorablemente cuando esto sucede todos advierten su efecto. Tantas dudas, tantas preocupaciones evocan como hace 200 años la misma frase: la gente quiere saber de qué se trata .
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