El espíritu navideño aún permanece, pese a que la Nochebuena ya quedó atrás. Sin embargo hay que convenir que el clima previo de alegría que propone esta fiesta no se advirtió como en otras ocasiones en las calles, en los encuentros, en los comentarios entre amigos. Sí, en cambio, la preocupación y la angustia fueron sentimientos inevitables ante las escenas repetidas de cientos de mortales pidiendo que vuelva la luz, en medio de una ola de calor agobiante, que deslució el esperado brindis en familia y, particularmente, en paz.
El año 2013 ha sido así: una espera de soluciones no llegaron nunca o decisiones que sólo sirvieron como parches y que emergen desde las entrañas de un país que ha vivido un año sumamente complicado, con graves problemas que no encuentran la salida, además de un alto grado de incertidumbre. Así se llega al final de este 2013, con datos escasos para tratar de comprender una realidad brumosa. ¿Hacia dónde vamos?
El balance para el sector inmobiliario es algo más que magro. Se ha comentado y dscripto durante meses, la problemática de una actividad que fue siempre dinámica y que supo responder en momentos críticos. El cepo fue el triste protagonista, que trabó el camino de una magra y lenta recuperación que no fue. ¿Emergerá en 2014? Entre los profesionales -arquitectos, desarrolladores, armadores de negocios e incluso los brokers- existe ese impulso vital que lleva a generar proyectos aún en medio de circunstancias adversas, y que se empeñan en continuar forzando a pleno sus propias iniciativas porque el negocio -como el show- debe continuar. Aún más, no pierden el entusiasmo: algunos son académicos y avanzan con la consigna de continuar en la actividad a través de diversas facetas formando nuevos especialistas que creen que el Real Estate es por cierto una disciplina que siempre puede sorprender cuando se encaran los desafíos y se miden los resultados.
En este inexorable balance hay que rescatar a quienes confían contra viento y marea e insisten en seguir trabajando con perseverancia tras los objetivos propuestos. Ellos muy lejos de claudicar se aferran a sus recursos para invertir no sólo dinero, sino tiempo, ideas, creatividad; contagiando entusiasmo, tan escaso en estos tiempos. La apuesta vale la pena. ¡Feliz Año Nuevo!