A continuuación se transcribe un fragmento del texto que preparó el ministro de Desarrollo Urbano a propósito de su participación en el Ciclo de Conferencias que organizó La Nacion en la Rural el pasado 15 de noviembre
Un primer punto para destacar sobre la complejidad de Buenos Aires es su rol metropolitano. Este gran conglomerado concentra 14,2 millones de habitantes, y se destaca por tener un fuerte peso en términos económicos y políticos en el nivel nacional.
Entre los atributos territoriales clave de la ciudad tenemos una diversidad importante en términos de densidades habitacionales, de edificación y de estructura urbana en general, que enriquecen las condiciones urbanas. A nivel socioeconómico, la ciudad presenta los estándares de ingreso y de calidad de vida más altos del país, con una fuerte presencia de los sectores medios como elemento característico.
En este punto considero necesario hacer algunas precisiones. Es necesario desmitificar el supuesto boom inmobiliario. Nuestras estadísticas son claras: los promedios anuales de los últimos años están por debajo de décadas anteriores: no sólo hay menos superficie construida, sino también menos obras. Y además son cada vez más las construcciones residenciales multifamiliares y localizadas en pocos barrios. Si comparamos con el stock edificado, la construcción actual está alrededor del 1% anual; es decir, sólo en un nivel de reemplazo de los inmuebles similar a los plazos de amortización contable. Toda la construcción actual apenas alcanza para mantener el stock. No estamos de ninguna manera frente a un boom de la construcción.
La tendencia demográfica de las últimas décadas indica que la ciudad no crece, pero que la cantidad de hogares aumenta. Esto ocurre porque los hogares tienen cada vez menos miembros que usan una cantidad de metros cuadrados más alta. Por eso existe una demanda sostenida, porque los hogares siguen aumentando aunque no aumente la población. Estas razones son las que mantienen la actividad.
En términos de calidad urbana, el desafío no está dado por la magnitud de las construcciones, sino por el patrón de crecimiento. Para que la ciudad sea sustentable algunas zonas deben densificarse, deben consolidar su edificación con ciertos parámetros de volumen con criterios de sustentabilidad, mientras que otras zonas admiten una densificación mucho menor.
Si observamos en nuestra propia mancha urbana vemos que mientras en la ciudad la situación es como la describimos, en las zonas periféricas es donde la población tiene un ritmo de crecimiento elevado y donde se dan procesos de creación de suelo urbano. Son las zonas del borde. Mientras en la CABA el crecimiento intercensal 2001-2010 fue del 4,1%, en esas zonas tuvo aumentos del 25%. Si los bordes se siguen extendiendo como hasta ahora, con un patrón de ciudad de baja densidad y dispersa, las condiciones de sustentabilidad se ponen en riesgo. Este modelo de suburbanización implica un altísimo consumo de suelo, en gran esfuerzo en la provisión de infraestructuras de servicios, de redes de transporte y de presión sobre el centro.
Analizando los patrones de urbanización de otras ciudades, la CABA se encuentra en una situación intermedia entre urbes compactas, básicamente europeas, que se caracterizan por una gran calidad urbana sin implicar una gran presión sobre los recursos, y otras de patrones extendidos, de baja densidad y sustentabilidad ambiental (modelo norteamericano). Sobre los patrones de crecimiento urbano el planteo internacional coincide con que son los modelos de ciudad compacta los que permiten la sustentabilidad. Desde Buenos Aires consideramos y tomamos estos planteos para el conjunto de acciones y planes que llevamos a cabo.
Daniel Chain
Más leídas de Propiedades
Tiene 115.000 plantas. Así es el jardín vertical más grande del planeta: dónde queda y cómo lo hicieron
Canning. Esta casa en un country de Buenos Aires ganó uno de los mayores premios de arquitectura del mundo
Nueva serie de Netflix. Así es el mítico pueblo que se construyó para filmar “Cien años de soledad”