El pelo de los caballos cumple importantes funciones: aislamiento térmico, percepción sensitiva y forma una barrera contra posibles lesiones que pudieran ocasionarle alguna sustancia química, física, microorganismos o insectos. El pelaje de los caballos incluye los pelos que se encuentran distribuidos en su cuerpo, crin y cola. En general se mantienen durante un tiempo, aunque es común que se cambien dos veces al año. Estas mudas producen que el pelo del caballo se muestre más corto y con un color intenso en el verano, mientras que en invierno se caracteriza por ser más largo, opaco y con una tonalidad más leve. Esta característica del pelo en épocas frías le otorga la vital capacidad para actuar como aislante térmico. Son varios los factores que contribuyen para mantenerlo fuerte, suave y brilloso, entre los cuales se pueda mencionar buena salud, correcta alimentación, tratamientos antiparasitarios periódicos, administración de complejos con vitaminas y minerales, un adecuado y continuo aseo, el ambiente donde se encuentra, el estrés, entre otros. La nutrición juega un papel primordial en su crecimiento, pues para realizarlo necesita de las proteínas contribuidas por la dieta y los trastornos alimentarios pueden ser el origen de un manto piloso opaco, seco y quebradizo. El aporte de complejos con vitaminas y minerales facilita su desarrollo y les brinda una mejor imagen. También es utilizado por algunos cuidadores de caballos el mucílago de lino, que consiste en un líquido obtenido como resultado del calentamiento de esta semilla con agua. Una alteración en la salud o la existencia de una enfermedad que afecta el organismo puede ser la causa de un crecimiento alterado, y como consecuencia, el pelo se mostrará opaco, sin brillo y quebradizo. Los parásitos internos y también los externos afectan el brillo y desarrollo del manto piloso al comportarse como organismos agresores que deben nutrirse del equino parasitado, generando reacciones y signos clínicos. Por eso son útiles los tratamientos periódicos. La higiene es un pilar esencial; el lavado o baño utilizando productos como jabones, champús, etcétera, y un buen enjuague eliminan la suciedad, grasa o el sudor del manto, para dar brillo y embellecer el pelo. Lo mismo sucede con el cepillado diario del cuerpo, crin y la cola al favorecer la circulación sanguínea. El ambiente donde se encuentra el caballo es muy importante: el polvo y la suciedad en el lugar y en ocasiones la cama pueden ser la causa de la falta de brillo.