En un año de pandemia tremendamente difícil para los mercados inmobiliarios en todo el mundo, una ciudad especialmente golpeada fue Nueva York. La Gran Manzana, hogar de innumerables proyectos y desarrollos y con una capacidad notable para reinventarse, sufrió una caída en la demanda que nadie puede asegurar si volverá a niveles prepandemia. El éxodo de habitantes a los suburbios (migrantes temporarios que, con la normalización del homeoffice, podrían no volver), la pérdida de puestos de trabajos y la sobreoferta de inmuebles, se suman a una baja en los precios que se arrastraba desde 2018, y que se agravó con la parálisis que provocó el coronavirus.
Desigualdad creciente
En el mercado inmobiliario neoyorquino, al igual que en muchos otros rubros, la pandemia agravó la desigualdad social. Con cientos de miles de personas que dejaron la ciudad -y aún no volvieron- el precio de los alquileres colapsó, pero sobre todo en aquellas áreas que perdieron habitantes. En zonas caras como Manhattan, los alquileres cayeron a niveles parecidos a los de 2010, en plena crisis económica. Si en el Upper West Side disminuyeron en un 6,7%, según el sitio especializado StreetEasy, en barrios en donde la gente no sólo no se fue a ningún lado, sino que fueron los más golpeados por la pandemia, como Corona -en Queens-, o Kingsbridge -en el Bronx-, la caída en los precios fue de tan solo 1%. Es en esas zonas, además, en donde los desalojos son más frecuentes.
Los precios de las propiedades en los suburbios, en cambio, están en récords históricos. Nunca en 35 años estuvieron tan altos, con hordas de adinerados neoyorquinos que llegaron para radicarse lejos de las aglomeraciones y los riesgos epidemiológicos de la ciudad. A pesar de que el ascenso meteórico de estas áreas amainó cuando lo peor de la pandemia pasó, nadie cree que vayan a bajar demasiado pronto.
Otro caso emblemático de la hiperactividad en segmentos altos, en comparación con la crisis en los demás, es el del recién estrenado megaproyecto 220 Central Park South, con espectaculares vistas sobre el parque homónimo. De las 15 principales ventas que se hicieron en Nueva York durante el 2020, 14 fueron en este edificio. Las transacciones en el predio totalizaron un número cercano a los mil millones de dólares, con el promedio de las unidades cotizando a US$31 millones. Los compradores adinerados continúan adquiriendo normalmente, mientras que en el segmento de los que buscan acceder a la primera vivienda y son más propensos a estar desempleados, la actividad inmobiliaria es nula.
Brooklyn, ¿la nueva Manhattan?
Este barrio, el más cool de la ciudad, es probablemente el más beneficiado por la caída en desgracia del centro. Luego del “congelamiento” de la primera mitad del 2020, Brooklyn tuvo en octubre pasado, por ejemplo, el mejor mes de ventas desde el 2010. La valorización de la zona, una tendencia de los últimos años, sólo se profundizó con la pandemia, con los potenciales compradores buscando el espacio verde, menor tráfico y más metros cuadrados a menor precio que no encuentran en Manhattan. Las propiedades en ésta última se venden a un promedio de US$1,1 millones, en comparación con US$790.000 en Brooklyn, según la corredora inmobiliaria Douglas Elliman. Además, la zona es percibida como una opción intermedia a los suburbios, siendo más tranquila que el centro pero no a una distancia demasiado extensa.
¿Recuperación o voluntarismo?
Durante las últimas semanas del 2020, coinciden todos los reportes, la demanda y los precios comenzaron una lenta recuperación. Con la previsibilidad de la vacuna en el horizonte, tasas de interés que continuarán bajas y el esperable rebote de toda caída drástica, algunos se animan a ser optimistas. “La historia demuestra que Nueva York sigue siendo una inversión sólida y estable. Igual que ocurrió luego del fatídico 11 de Septiembre, estoy segura de que habrá una ola de recuperación impresionante”, afirma esperanzada Susan de França, ejecutiva de la corredora Douglas Ellison, al New York Times.
Si bien el nivel de actividad prometedor no compensa, ni de cerca, la caída del 2020, los corredores inmobiliarios y vendedores se muestran convencidamente optimistas. Se trata de una ciudad que sabe recuperarse rápido. Los cambios provocados por la pandemia, sin embargo, son iguales que en todos lados. El alejamiento de mucha gente de los centros urbanos, la actividad económica golpeada o la normalización del homeoffice, entre otros factores, presentan desafíos para el mercado inmobiliario de una ciudad, o un mundo, que tal vez ya no existe.