La henificación es un proceso que consiste en la evaporación de la humedad que poseen las plantas en determinada época del año. De esa forma se transforman en un forraje seco que puede conservarse por un lapso variable, ya sea en forma de fardo o rollo. Este alimento se utiliza comúnmente en el animal que no realiza actividad física, pero también en aquel que tiene altas exigencias nutricionales, debido a que la fibra o celulosa que aporta favorece la digestibilidad de los alimentos. Cuando hay que seleccionarlo deben valorarse varios factores para constatar que cumple con condiciones que permiten su integridad nutricional. Por ejemplo riqueza botánica (es adecuado que tenga tallos finos porque los gruesos no se digieren bien y suelen encontrarse sin consumir en la cama del box) y hojas bien adheridas (proveen las dos terceras partes de energía, tres cuartas partes de las proteínas y la mayoría de los nutrientes). Es importante también considerar la ocasión de su realización, porque las plantas jóvenes contienen mayor cantidad de energía y nutrientes. En cambio cuando maduran aumenta la fibra no digestible, disminuye la digestibilidad de las proteínas, afecta la palatabilidad y altera el tránsito intestinal. En el momento de su elección es conveniente abrirlo y detenerse a observar otras cualidades: tener poco polvo, olor agradable y buen color. Antes de ser administrado a los animales es beneficioso cerciorarse de que cumpla con varias condiciones que aseguren su aprovechamiento, como estar libre de malezas, ausencia de color blanquecino en su interior (indicaría la existencia de hongos), percibir su temperatura interna (no debe estar elevada) y verificar la integridad botánica de los componentes (composición, tallos, hojas, etcétera). El estacionamiento que suele hacerse del fardo o del heno es un factor principal para su conservación y mantenimiento. Se aconseja que esté acompañado por un correcto almacenamiento (protección de la intemperie, humedad, etcétera). Durante el depósito suele ocurrir que algunos nutrientes se pierden, como sucede con las proteínas, vitamina A y E. En cambio otros no sufren alteración alguna, como minerales, oligoelementos, fibra y calorías digestibles. El aprovechamiento que hará el caballo dependerá de factores como la tasa de fibra o celulosa contenida, la madurez de la planta, pero es independiente de la intensidad del trabajo o de la temperatura externa.
El autor es asesor veterinario de equinos de la Sociedad Rural Argentina