Por Adriana B. Anzillotti De la Redacción de LA NACION
Si hay algo claro en estos días de confusión e incertidumbre es que el crecimiento del Real Estate, así como el de otros sectores, como el campo o el automotor, que tanto impulsaron y se sumaron al mejoramiento de la economía, hoy atraviesan una importante crisis.
Se sabe que en gran medida en el sector inmobiliario esa expansión surgió gracias al interés de inversores decididos a colocar su dinero en nuevas construcciones, en diferentes proyectos; en obras dentro o fuera de la ciudad que hoy suman miles de metros cuadrados en áreas o emprendimientos residenciales, comerciales y hoteleros, ámbitos para la vida, el trabajo o la recreación. Tanto creció que, sumado a la expansión del turismo, ganó sinergia y se multiplicó toda clase de alternativas en beneficio de la gente. Un escenario como el actual está lejos de esa acción favorable de otros años. Como si esto no alcanzara, sobrevuelan proyectos que amenazan con la intervención del Estado en el mercado de alquileres, que, por el contrario, sólo necesita equilibrarse en plena libertad contractual para lograr el siempre esperado equilibrio entre la oferta y la demanda.
Es cierto que es necesario atender los problemas que surgen en el devenir cotidiano, dado que en muchos casos los valores están por encima de lo que puede abonar el locatario, que hace malavares para tratar de alcanzar el importe mensual más los gastos, soportando el encarecimiento del costo de vida. Por otro lado está el propietario, que ofrece un inmueble a cambio de una renta y así suma algo más a su ingreso mensual para luego afrontar también los gastos que exige el mantenimiento de su propiedad en condiciones (con todo lo que eso implica), para que una vez terminado un contrato otra persona pueda tomar en alquiler nuevamente esa unidad.
¿Quién se preocupa en el nivel nacional por el tremendo déficit habitacional de aproximadamente 2 millones y medio de viviendas? ¿Por qué razón el Estado no ha volcado parte de su presupuesto a construir vivienda social? Una asignatura pendiente, que sigue sin variantes. Además, la actividad privada debería promover el financiamiento de la vivienda para gente con capacidad de ahorro que pueda tomar un compromiso financiero a largo plazo, claro pero es necesario otro escenario económico. Temas, al fin, que merecen discutirse con libertad, para alcanzar consensos equilibrados en beneficio de todos.
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