Por Cristina L. de Bugatti Para LA NACION
En la semilla del eucalipto -no más grande que la cabeza de un alfiler- ya está todo el gran árbol con sus extendidas raíces, la gran masa de follaje, las hojas, flores y semillas, con su sombra en el suelo y su aroma al viento. Visto así, ¿cuánto valen? En estos días ventosos se encontraban las veredas cubiertas por semillas de fresnos, paraísos, tipas, acers y, sin duda, muchas otras que no alcanzaríamos a distinguir por el pequeño tamaño. Y todas preparadas para reproducir el árbol que las formó: sólo se necesita la mano que las siembre. Es decir que tenemos a mano la manera más fácil de obtener desde su origen nuestro árbol.
Distintas instituciones científicas, privadas y estatales, han desarrollado procedimientos para su conservación.
En nuestro país, como en casi todos, se han organizado bancos de germoplasma, considerando el material aplicado a la reproducción de especies, sean semillas o tejidos vegetales, aunque hay diferencia de resultados entre unos y otros.
La mayor parte de esos materiales filogenéticos son semillas. Dada la gran extensión de nuestro territorio y su variabilidad de suelos y climas, también es enorme la diversidad biológica: en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, INTA, hay una red de nueve bancos y 11 colecciones distribuidas en todo el país.
En ellos hay colecciones ex situ; es decir, fuera de sus lugares de pertenencia, y colecciones in situ, propias del lugar. Sus objetivos son propiciar la conservación de especies cultivadas y sus congéneres silvestres, evaluando y documentando sus características para que esa diversidad genética esté disponible para la investigación y el mejoramiento de las especies, y el rescate y la introducción de especies autóctonas para salvar a poblaciones naturales en peligro.
En INTA Castelar está el Banco Base, que contiene duplicados de todas las muestras de los bancos y colecciones, en las condiciones exigidas para su prolongada conservación: un 6 o 7 % de humedad y -20 grados.
También en casa se puede conservar su poder germinativo: hay que secarlas a la sombra, envolverlas en láminas metalizadas y guardarlas en la heladera.
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