Buena energía: El taller luminoso e inspirador de una marca de bijou que es todo un éxito

Desde que era chiquita, Paz Sánchez vivió rodeada de los altares que hacía su madre, la decoradora Patricia Luque, en honor a figuras de diferentes cultos y religiones. Para ella y para sus dos hermanas era habitual encender una vela, unas ramas de palo santo y tomarse unos minutos para agradecer, pedir o simplemente respirar. Por eso, durante los años en los que vivió en México sintió una profunda sintonía con la espiritualidad de ese pueblo tan creyente.

Con talento para el trabajo creativo y artesanal, cuando regresó a Buenos Aires comenzó a diseñar accesorios con talismanes y símbolos protectores, como el ojo turco o la mano de Fátima, y bautizó su emprendimiento con un nombre que le calza como un guante: De la Paz.

Recorrer anticuarios es una costumbre familiar. En uno de ellos, encontraron este mueble guardatodo.

Sobre las mesas de joyero en madera de lenga hechas a pedido, lámparas (Philips) que combinan luz cálida y fría para proteger la vista. Letra ‘P’ de hierro (Eugenia Cozzani). Sillas (Rossi Equipamientos). El símbolo contra el mal de ojo está presente en los accesorios y es una constante en el taller.

Los muebles del taller fueron diseñados por la madre de Paz, fundamental también en la decoración del taller. Sin fondo, las estanterías dejan ver la pared revestida con azulejos ‘Subway’.

“Soy autodidacta, aprendí mucho de mi madre. Cuando creo, siento que mis manos me dicen qué elementos tengo que usar”.

El taller se encuentra en la trastienda de uno de los locales de De la Paz y hay vía libre para todo lo que dé buena energía: feng shui, aromaterapia y por supuesto también hay lugar para las plantas, grandes armonizadoras de los ambientes.

“El primer día que salimos a buscar taller encontramos esta casa que resultó perfecta. El jardín es el lugar ideal para tomar un descanso, conversar o poner la mente en blanco”.