Las singulares dimensiones de un lote en Colegiales inspiraron una construcción que crece y se hace grande desde adentro.
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“Estoy encantada con el estilo, el bajo mantenimiento del hormigón y las entradas de luz natural. En casa no encendemos ni una lámpara hasta la noche”, nos contaba la dueña de esta casa de Colegiales que se desarrolla en un lote largo y angosto. El proyecto de los arquitectos María Victoria Besonías y Luciano Kruk (que trabajaron con la colaboración de su colega Leandro Pomies), contempló un volumen compacto donde los ambientes principales se orientan hacia el fondo buscando el Norte mientras que la cocina mira al frente.

“Quería que la ambientación hablara el lenguaje del hormigón pero que, a la vez, sumara color. Por eso elegí este sillón, cómodo para mirar televisión y en tonos potentes”, dice la dueña a propósito del que vemos bajo estas líneas, que aprovecha la generosidad de la entrada.

Además de traer la vegetación al interior, el patio interno aporta doble ventilación y variados efectos de luz a todos los ambientes.

“Evité la contaminación visual para que se destacaran las líneas de la casa y sus vistas. Se siente muy bien vivir acá; hay mucha luz, mucho verde, aire y silencio”.

Verde adentro y afuera

Comedor y cocina en fila

La idea no fue hacer una barra, sino dar paso a la claridad y estar comunicados sin necesidad de integrar tanto las funciones.

Plano detallado

Espacio de trabajo en primer piso
En el primer piso, una pasarela conduce al escritorio con biblioteca en módulos, algunos cerrados con vidrio esmerilado.


Temática adolescente
“El barrio nos gustaba, lo conocíamos porque mi hijo juega básquet en el Club Colegiales. Ahora vivimos a tres cuadras. Creo que el lugar nos eligió a nosotros”, compartió la dueña de casa.

Suite colorida
“Para ambientar mi cuarto me basé en el color de la tela mexicana. Cuando terminé, me di cuenta de que me remontaba a la playa. ¡Parece que mi inconsciente hiló muy fino!”, dice la propietaria sobre la búsqueda de aire tropical también por medio de las plantas y las venecitas de la pileta, entre tantos detalles.

La pared del pasillo es el fondo de la biblioteca del cuarto adolescente, del otro lado. Una franja traslúcida superior y dos paneles opacos dejan pasar la luz.

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