En Bariloche. Una pequeña casa de té, el secreto mejor guardado de los residentes para degustar pastelería de autor

Se conocieron en una clase de pastelería y pronto forjaron una amistad. Una de Villa la Angostura y la otra de Buenos Aires, querían un proyecto juntas. “Las dos estábamos en Bariloche por amor. Eso nos unió un montón”, relata Estefanía. A pedido de un amigo, empezaron con tortas para un parador del Cerro Catedral, que les permitió ahorrar y probar que funcionaban como socias. Con ese dinero, en 2018 comenzaron “Benita”, una pastelería con productos de autor, vegana y sin tacc.

Lo primero fue el local. “No queríamos abrir una pastelería así nomás. Nos asesoramos con una diseñadora de interiores y un diseñador gráfico para hacer la marca. Estaba todo pensado: la decoración, la iluminación, lo que se mostraría en el estante, todo. Nos tomamos siete meses en la obra. Hasta que no estuvo listo el último detalle no abrimos”, señala Estefanía.

Una vez en marcha, vieron que había mucha demanda de pastelería vegana, pero pocas opciones. “Cuando venía el extranjero nos pedía. No había oferta acá, no estaba tan desarrollado”, afirma Solange. Así, decidieron acompañar los pedidos de sus clientes e incursionar en una pastelería completamente distinta. Con una atención hiper personalizada, se diferenciaron de la competencia de la zona.

Al principio eran ellas dos, que trabajaban a sol y a sombra, pero hoy cuentan con dos empleadas. Con énfasis en la calidad de los productos, siempre buscan la innovación. “Hay cosas tradicionales argentinas que no las podés dejar de tener, pero tratamos de ofrecer sabores que no sean los clásicos”, aseguran.

Con la cuarentena empezaron a hacer boxes de pastelería y cajas para empresas. “Tuvimos que repensar cómo queríamos vender. Las primeras semanas la gente no venía por miedo a contagiarse. El hecho de querer mandar un mimo a distancia nos llevó a desarrollar esa parte”, cuenta Solange.

Además, se asociaron con el hotel La Cascada y, cuando se levantaron las restricciones, abrieron una casa de té en el predio frente al lago. “Fue una oportunidad, porque no teníamos que invertir mucho, solo en vajilla y darle identidad a la mesa”, detalla Estefanía.

Con doble desafío por los protocolos Covid, durante el verano trabajaron a destajo por el auge de turistas. “La pastelería nunca apuntó al turista, sino a los residentes. Son los que nos permitieron crecer. Con la casa de té, abrimos al turista. Así captamos los dos públicos”, agregan.

Inversión inicial: $300.000

$3.500.000 vendieron en 2020

2 locales (casa de té y pastelería para llevar en el centro de Bariloche).

+ 50 variedades de pastelería fija todos los días

4 personas trabajan en el equipo