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Rediseñá tu perfil laboral: ¿Estoy trabajando mi red y mi marca personal?

Estas y otras preguntas concretas para hacerte y observar cómo está hoy tu situación profesional


Hay una empleabilidad que es interna: tiene que ver con cuánto encajan nuestros conocimientos y habilidades con las necesidades de la empresa.

Hay una empleabilidad que es interna: tiene que ver con cuánto encajan nuestros conocimientos y habilidades con las necesidades de la empresa.



En los últimos años nuestras carreras profesionales pasaron de ser lineales y únicas a líquidas. Además, hoy más que nunca vivimos en un mundo sin certezas y eso hace que necesitemos una identidad flexible y versátil que pueda hacerles frente a los cambios. Por todo esto, hoy más que nunca tenemos que ser protagonistas de nuestros caminos profesionales, trabajar a consciencia en nuestra empleabilidad y –sí, ¿por qué no?– también construirnos a nosotras mismas como marca. ¿Estás dispuesta a hacerte cada vez más visible? Acá te damos algunas preguntas para que te observes y reflexiones sobre tu situación profesional. Además, algunas claves para ejercitar y bajar al papel algunas nuevas posibilidades.

¿Estoy pensando en mi yo laboral futuro?

La mayoría de nosotras tenemos un sesgo que nos hace pensar que la profesional que estamos siendo hoy es la misma que seremos siempre. Muchas veces solemos aferrarnos a un rol, a un título académico, a etiquetas profesionales obsoletas y, a veces, nos cuesta dejar cierto margen para el cambio, la transformación, el crecimiento y la evolución. La idea es entender que todo lo que hicimos, aprendimos y logramos en el pasado es muy valioso y nos trajo hasta acá. Pero no significa que nos vaya a seguir siendo útil o que lo queramos seguir haciendo. Por eso, está bueno aprender a pensar distinto acerca de nuestros caminos profesionales, a entrenar nuestra mirada bifocal y visionaria.
Estar en el presente mirando el futuro es pensar en el hoy mientras se crea el mañana. Porque si solamente estamos mirando nuestro panorama laboral actual, nunca estaremos preparadas para lo que viene. Incluso cuando hay cosas más importantes que hacer en el presente e incluso cuando no hay un retorno inmediato y aparente de nuestros esfuerzos, inversiones, disciplina y perseverancia. Esta pregunta tiene que ser una especie de faro para indagar: ¿cómo me visualizo profesionalmente de acá a algunos años?
Ponelo en práctica: calendarizá espacios en tu agenda laboral para asegurarte de que estás dedicándote a pensar en tu presente y en tu futuro con profundidad de análisis. Si sentís que no podés hacerlo sola, podés agendar alguna charla con tu jefe/a, mentor/a o coach laboral. Te damos algunas preguntas disparadoras:
  • ¿En quién me quiero convertir profesionalmente?
  • ¿Hacia dónde quiero llevar mi carrera?
  • ¿Qué distancia hay actualmente entre lo que estoy siendo y lo que quiero llegar a ser?
  • ¿Qué metas puedo fijarme?
  • ¿Cómo y cada cuánto tiempo puedo chequear su nivel de cumplimiento?

¿Estoy entrenando mis habilidades blandas?

Hace muchos años, el psicólogo Daniel Goleman afirmó que la inteligencia emocional representaba el 80% del éxito en la vida, mientras que el cociente intelectual aportaba solo el 20% de los factores determinantes. Si nuestra narrativa está arraigada a una identidad profesional del pasado o presente, nos estamos aferrando a una mentalidad fija. Hace años que la neurociencia nos habla del potencial neuroplástico del cerebro y sabemos que nuestro talento no es estático, sino que se desarrolla y es maleable. Entonces, tratemos de ser asertivas en estos cinco pilares: 1) foco de la atención, 2) mentalidad de crecimiento, 3) diálogo interior optimista, 4) perseverancia y disciplina ante la adversidad y 5) colaboración y cooperación.
Hay dos habilidades claves para nuestros distintos roles profesionales y en relación con los demás: la escucha y la empatía. Los mayores desafíos actuales son emocionales, y tienen que ver con la flexibilidad y la adaptabilidad a este mundo cambiante. La agilidad también nos demanda utilizar metodologías más dinámicas, tomar el fracaso como parte del aprendizaje, tener una mentalidad emprendedora que asuma riesgos y vaya más allá de lo estipulado. Improvisar, dejando las certezas de lado, actuando y prestando atención a medida que se va avanzando. Explorando lo que todavía no es para generar algo que podría ser, combinando siempre la agilidad con la profundidad de análisis.
Ponelo en práctica: sé flexible y curiosa. Frente al avance de la automatización, tenemos la oportunidad y el desafío de hacer que nuestros trabajos y emprendimientos desborden de humanidad. Preguntate: ¿cómo gestionás tus emociones frente al cambio?, ¿qué mentalidad estás eligiendo a la hora de pensar tu carrera?, ¿le estás dedicando tiempo a entrenar tus habilidades humanas y emocionales?, ¿qué habilidad tuya podés poner al servicio de tu trabajo?

¿Soy empleable hoy?

Hay una empleabilidad que es interna: tiene que ver con cuánto encajan nuestros conocimientos y habilidades con las necesidades de la empresa. Y hay otra que es externa: cuánto encajan nuestros conocimientos y habilidades con lo que demanda hoy el mercado laboral. La empleabilidad no te la da alguien, la construís vos. Todo lo que vamos estudiando y experimentando nos lleva a ser más empleables, ya que nos permite desarrollar capacidades y ponerlas en práctica. Asimismo, crece cada vez más la necesidad del reskilling y el upskilling: según el Foro Económico Mundial, más del 50% de las personas van a necesitar reciclarse, reentrenarse y adquirir nuevas habilidades para el año 2025.
La nueva empleabilidad depende del “learnability”, del nivel de “aprendibilidad”: no alcanza con lo que sabés, sino lo que hacés con eso que sabés y, más importante aún, lo que continúas aprendiendo. Hablamos entonces de una empleabilidad dinámica, creativa y móvil, ya que nos exige rediseñarnos durante toda nuestra vida.
Ponelo en práctica: invertí más en vos misma. La empleabilidad va muy de la mano con la inteligencia emocional. Algunas preguntas para hacerte son: ¿cuánto te conocés?, ¿sabés por qué te van a buscar?, ¿tenés en claro qué problemas podés ayudar a las personas y a las organizaciones a solucionar?, ¿cuál es tu verdadero agregado de valor?, ¿cuánto tiempo le dedicás a ampliar y a diversificar tu red y a trabajar tu influencia profesional?

¿Estoy trabajando mi red y mi marca personal?

Partamos de revisar el concepto de marca personal: en una versión simplificada del concepto, es la huella que dejás en el mundo –físico y virtual– por ser quien sos y hacer lo que hacés. La pregunta es si esa huella está a la altura del talento que traés. Y ahí vienen otros interrogantes para, primero, mirar hacia adentro y trabajarte: ¿para qué hacés lo qué hacés?, ¿qué te mueve?, ¿la marca que dejás está conectada a tu pasión, a tu propósito, o hacés en automático? Luego viene pensarte estratégicamente, y ahí entra un concepto clave en la marca personal, que es la promesa de valor. Todos prometemos algo de un modo u otro, y quienes tienen bien trabajada esa marca personal tienen una promesa clara. Un ejemplo es cuando alguien te pide una recomendación para un experto en un área determinada y no dudás en mencionar a X persona. Eso es así porque en tu mente quedó cumplida esa promesa que ese profesional hizo sobre su expertise. El trabajo para pulir tu marca personal es que cuando piensen en el segmento en el que vos trabajás, seas la primera persona que aparezca.
Ponelo en práctica: pensá cuál es tu promesa de valor. ¿En qué aportás valor, de qué manera?, ¿a quiénes?, ¿a través de qué se ve esa promesa? Escribila, ponela en práctica. Que sea tu norte y tu brújula en tu día a día. Tener claro el valor que aportás te guiará a tomar mejores decisiones y a potenciar lo que brindás.

¿Estoy inmersa en el mundo digital?

Es clave entender que no habitamos una sola dimensión, sino que vivimos en una dimensión híbrida, que está compuesta por el mundo offline y el online. Si podés verlo así, vas a tomar más responsabilidad por tu presencia digital de la que quizá tengas hoy. Nuestra imagen en las redes sociales –tanto las profesionales como las de ocio– deja una huella y es importante preguntarse si está a la altura de quiénes somos en el uno a uno. Así como seguramente no irías a una reunión importante en pijama..., ¿tu imagen en redes es como si estuvieras en pijama? El mundo digital es un espacio donde estamos más expuestas de lo que creemos, y donde abundan las oportunidades. Como en el mundo físico, la primera impresión es la que cuenta. ¿Qué están diciendo tus redes de vos? ¿Hay trazabilidad de tu nombre si te googleás? ¿Qué redes dejaste abandonadas o ya no te representan y siguen figurando asociadas a tu nombre? En un mundo en el que coexistimos también en versión digital, googlearnos y revisarnos en estos espacios debería ser una práctica profesional recurrente.
Ponelo en práctica: googleate, fijate qué aparece de vos, qué te sorprende, qué no esperabas, que sí. Hay redes que te posicionan en Google, como LinkedIn. ¿Cómo estás ahí? Tené presente que hace mucho dejó de ser una red para buscar trabajo solamente. Es una red de networking que podés aprovechar.

¿Cómo puedo potenciar mi perfil?

El único puesto que deberías asegurarte de mantener a lo largo de toda tu carrera es el de aprendiz. La gran tendencia que se está empezando a instaurar en las organizaciones es atar el paquete compensatorio más a las skills (técnicas y humanas) que a la jerarquía y los años de permanencia en un rol u organización.
El aprendizaje continuo como una forma de vida llegó para quedarse. En todo proceso de cambio siempre hay necesidades internas que se relacionan con nuestros intereses y motivaciones y a lo que hay que prestar atención es también a lo externo, a las tendencias, a qué está pasando en el mercado. Tenemos que chequear nuestro propio conocimiento, tomando conciencia de lo que ya sabemos y de lo que nos falta. Esto nos va a ayudar a entender y a encontrar más fácilmente qué es lo que necesitamos aprender.
La combinación perfecta sería buscar potenciar esos conocimientos que nos permiten sentirnos seguras y enraizadas en lo que estamos haciendo, nuestras “áreas fuertes”, y también afrontar aprendizajes que nos desafíen y nos permitan llenar nuestra caja de herramientas con nuevas opciones.
Ponelo en práctica: planificá y proyectá. ¿Cuánto tiempo diario y semanal le dedicás al aprendizaje? Solemos potenciar aquello en lo que nos sentimos fuertes, pero también es aconsejable incomodarnos y sumar herramientas que nos ayuden a desarrollar nuestro perfil y abrir nuevas posibilidades y caminos. ¿Sos consciente de las tendencias actuales y novedosas en el mercado y de los cambios que hay en tu sector, rubro, especialidad o rol? ¿Qué aprendizaje pensás sumar a tu CV en los próximos meses? •
Expertas Consultadas: Gaby Hostnik (@gabyhostnik) y Dani Dini (@danidini).

Tus valores como brújula profesional

Por Laura Guolo.*
¿Qué escenarios profesionales considerar? ¿Cómo evaluar alternativas que aumenten nuestra motivación? ¿Qué oportunidades aceptar y, sobre todo, qué oportunidades rechazar? La respuesta a muchas de estas preguntas se esconde en nuestros valores clave: aquellos principios o creencias que le dan propósito a nuestra vida y que guían nuestra toma de decisiones. Numerosas investigaciones han probado que si logramos alinear estos valores con los de nuestro trabajo y los de la organización en la que nos desarrollamos, es altamente probable que experimentemos motivación, compromiso y bienestar, entre otros beneficios.
¿Cómo hacerlo?
1. Hacete las preguntas correctas
¿Qué es importante para mí?
¿Qué clase de persona quiero ser profesionalmente?
¿Qué me apasiona? ¿Qué me inspira?
¿Qué conocimientos o talentos distintivos tengo?
¿Cómo es mi escenario laboral ideal?
¿Cuál fue mi momento de mayor conexión profesional?
2. Listá tus valores
Hacé una lista de todos los valores que surjan mientras contestes las preguntas. Reducí tu lista hasta llegar a los 5 más importantes y rankealos. Chequeá tu ránking final preguntándote si esos valores te definen y representan tu mejor versión.
3. Filtrá alternativas y decisiones
Utilizá tu ranking de 5 valores para analizar cada nuevo escenario que consideres para tu futuro profesional. ¿Cuán alineado está? ¿Representa al menos tus dos valores más importantes? Los gurúes de la productividad te dirán que cualquier alternativa que no se alinee con estos valores debe ser rechazada.
4. Empujá más allá
¿Estás lista para alcanzar el nivel Master Yoda de valores? Trabajá ahora entonces en tus comportamientos:
¿Cuáles son los comportamientos o acciones que te ayudan a vivir en tus valores?
¿Cuáles son aquellos que te alejan?
¿Qué mecanismos podés desarrollar para chequear periódicamente tu alineación?
* Coach de liderazgo y consultora en talento e inclusión.
@staminaleadership / En LinkedIn: Laura Guolo

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