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 • HISTORICO

Restricciones. Él es canadiense y ella argentina, quedaron separados y luchan por la reunificación familiar

Tras 10 años de relación a distancia, acostumbrados a cumplir la promesa de verse cada tres meses, la crisis sanitaria truncó sus planes de casarse y formar una familia. Las nuevas restricciones borraron la última esperanza de reencontrarse pronto. La historia en primera persona.


Foto: Sole Venesio

Foto: Sole Venesio



Después de 10 años de relación pareciera que pocas cosas nos pueden sorprender. Con Karrar nos conocimos mediante el trabajo y, en la rutina del día a día, nos hicimos amigos muy rápido. Tanto que en 2010 planificamos su primera visita a Argentina. Él vino desde Canadá -donde vivía en ese momento- para conocer Buenos Aires, un ciudad que siempre le dio curiosidad. A partir de ahí la relación no sólo creció, sino que nos animamos a pensar en un futuro juntos.
Cuando en enero del 2020 nos despedimos en Ezeiza, ni en nuestros sueños más locos nos imaginamos que estaríamos separados por más de un año y medio. Inocentemente creímos que, después de tanto tiempo de surfear las dificultades y desafíos que una pareja presenta, teníamos todo el cuentito armado.
Foto: Sole Venesio

Foto: Sole Venesio

2020, la crisis sanitaria y la lucha por estar juntos

Como a todo el mundo, el COVID tuvo en nosotros un impacto difícil de imaginar y dimensionar. Llegó algo que se escapaba de nuestras manos y que, encima, nos encontraba separados. La incertidumbre, la angustia de la distancia y de saber que ‘si algo pasaba’ por primera vez no íbamos a estar el uno para el otro, fue el puntapié para charlas que duraron horas y semanas enteras, así como también entender que teníamos que accionar rápido.
Pero lamentablemente esa respuesta no llegó hasta noviembre del 2020 cuando en Argentina se anunció la medida que permitía la reunificación familiar y que planteaba el escenario de parejas que -como nosotros- no estaban casadas pero que sí establecidas. Con algo de luz al final del túnel empezamos las averiguaciones: qué papeles necesitábamos, cómo tenía que ser esa Declaración Jurada, ¿con o sin testigos?, qué es un apostillado y cómo se hace.
Sin embargo nunca nada es tan fácil como suena: la información no era clara, cambió y, cuando consultábamos algo, teníamos opiniones encontradas.
Casi de manera milagrosa logramos volvernos expertos en términos que conocíamos pero ninguno entendía realmente qué significaban. Para diciembre 2020 volvíamos a tener un plan que quedaba truncado: una nueva cepa generó pánico y se prohibió el ingreso de personas provenientes de Inglaterra, país en donde él está ahora trabajando. Lloré al teléfono. Lloré al teléfono a una persona muy confundida de la oficina de Migraciones que, aunque quisiera, no tenía ningún tipo de solución para mí y acepté que teníamos que arrancar todo de nuevo.
Karrar me dio fuerzas y me dijo “Armemos un nuevo plan” y eso hicimos. Mientras brindábamos por Año Nuevo vía videollamada (él en 2020 y yo ya en 2021), juntamos la nueva información, nos pusimos como objetivo que nuestro reencuentro no fuese más tarde que junio y me encargué de volver a mandarle toda mi documentación.
Ya con la renuncia a su trabajo en la mano, los regalos para mis sobrinos en la valija y las fechas elegidas para el vuelo, me llegó uno de esos mensajes que nunca querés recibir. Una de mis mejores amigas me escribió: “Sole, revisá Twitter que parece que volvieron a cambiar las reglas para el ingreso de extranjeros al país”.
Dudé.
Por un segundo dije, “Quizá si no miro, no pasó”.
Fue cuando me llegó el mensaje de Karrar que supe que de nuevo nada iba a funcionar: “El grupo en el que estoy está revolucionado. Pasó algo pero no termino de entender qué ¿Podés revisarlo?”.
Agarré el celular y empecé a poner todas esas palabras clave que ya eran rutinas. Así supe que, entre otras medidas, se decidió suspender la normativa que permitía la reunificación familiar y, por ende, el ingreso de Karrar al país. Volví a llorar. Esta vez parada en la cocina de mi casa y abrazada al celular. Lloré porque hay un momento en el que es imposible no sentir que nada funciona y que uno ya agotó todas sus herramientas, energías y voluntad para enfrentar las dificultades. ¿Qué se hace en medio de una pandemia en donde las reglas cambian todo el tiempo? ¿En donde -claramente- a ciertas normas les falta humanidad y consideración hacia las personas a las cuales les impacta?
Mientras que hoy no tengo respuesta para muchas de las preguntas que surgen, solo sé que “Hay que esperar”. Esperar a entender qué deciden hacer después del 9 de julio, esperar con el corazón en la mano y sabiendo que -con más chances de las que me gustaría aceptar- esta medida se va a extender hasta septiembre de este año. Esperar a ‘que nada más pase’ en un momento en que parece que sucede de todo, todo el tiempo.

Si querés saber un poco más de esta situación

Así como a nosotros, las últimas medidas anunciadas en donde se suspende la reunificación familiar, afecta a cientos de parejas y familias argentinas. Tanto que con solo entrar al grupo “Love Is Not Tourism Argentina”, el corazón se estruja al leer las historias de cómo esta sorpresiva medida impacta, genera dolor y desesperanza en un momento en donde el amor y la unión son nuestro único sostén.

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