Newsletter
Newsletter

Método Wim Hof: esta es la razón de por qué es mucho más que una moda de famosos

Esta terapia fue creada por un atleta holandés -Wim Hof- a quien llaman también “el hombre de hielo”


Foto gentileza de Piqui Méndez

Foto gentileza de Piqui Méndez



Confieso que siempre fui muy friolenta. A tal extremo que llevaba mantas por las dudas para todos lados, dormía sin aire acondicionado aun con más de 30 °C y el solo hecho de pensar en meterme en un piletón con hielo me daba piel de gallina. Sin embargo, soy muy curiosa, inquieta y apasionada por la salud y por conocer las diferentes herramientas para mejorarla. Y entonces, cuando recibí la invitación a probar este método, mi respuesta fue un rotundo sí.

¿De qué se trata el método?

El método lleva el nombre de su creador: Wim Hof, un atleta holandés a quien llaman también “el hombre de hielo”. No solo ha batido varios récords Guinness rompiendo barreras, sino que también ha demostrado que estas herramientas son aplicables para mejorar la salud de cualquier persona. Wim Hof es un método con evidencia científica y se sustenta en tres pilares: ejercicios de respiración, entrenamiento mental y exposición voluntaria al frío.

La experiencia en primera persona

Después de preparar mi valija para la experiencia (ropa cómoda, traje de baño, toalla, algo para cambiarme después y agua), salí para el lugar en que me habían citado en Villa Urquiza y llegué alrededor de las 10. Cuando ingresé, me descalcé y me recibió Diego Perassi, el instructor del método. El espacio era un salón con un sector techado y otro con jardín al aire libre. Mis compañeros de experiencia eran médicos, influencers, practicantes del método, coaches y personas del ámbito de la salud. Había un clima relajado y de disfrute. Primero hicimos una clase de yoga para relajar, estirar y preparar el cuerpo, y siguió con una charla de Diego presentando el método y sus beneficios, mientras yo pensaba: “¿Y el hielo cuándo viene?”.

Foto gentileza de Piqui Méndez

Foto gentileza de Piqui Méndez

Primero, la respiración

Arrancamos con el método de respiración. Todos acostados en un círculo, con los ojos cerrados, boca arriba, con las cabezas hacia el centro. El instructor iba guiándonos en una serie de respiraciones profundas, inhalando por nariz o boca, inflando primero la panza y expandiendo el pecho, y luego la exhalación por boca, de forma natural. Hicimos 5 circuitos de 30 respiraciones durante unos 20 minutos. Mientras respirábamos, todos íbamos siguiendo el ritmo, Diego nos guiaba y caminaba a nuestro alrededor tocando música.

El momento del “hielazo”

En el jardín habían armado dos piletas tipo pelopincho, tamaño individual. Cada una estaba cargada con 120 kg de hielo. Cuando llegó mi turno, me paré frente a la pileta y metí las piernas. El agua me llegaba por encima de las rodillas y sentí más frío del que había imaginado a priori. Me senté en la pileta con el agua y hielos hasta la altura de los hombros. El hielo quemaba. Mi foco tenía que estar en la respiración; al exhalar me iba calmando. Y llegó la sensación de que el cuerpo se iba anestesiando. En ningún momento dejé de sentir frío.

Diego estaba a nuestro lado, guiándonos mientras tocaba música con su guitarra, y eso me relajaba. “La idea no es luchar contra el frío, sino aprender a relajarse en la incomodidad”, dijo él. Fueron tan solo tres minutos de inmersión en el hielo, cronometrados. Tres minutos que se pasaron volando. Previo a pararme, abrí los ojos y sentí por un instante no poder mover el cuerpo. Salir fue algo costoso, pero lo logré y el cambio de temperatura me resultó fantástico.

Volver al calor

Cuando salimos, nos enseñaron una técnica, una especie de “bailecito” para entrar en calor y entregarnos rápido al movimiento. Me miré el cuerpo y estaba súper colorado. ¿Qué sentí enseguida? Un subidón inmediato de buen humor, energía, alegría. Es lo que dice la ciencia sobre este método, pero ahí estaba yo, comprobándolo en mi propio cuerpo. Sentía como si se hubiesen exacerbado mis sentidos y estaba más perceptiva y sensible que de costumbre. Lo asocio al foco y concentración que brinda el método. Creía que los beneficios los iba a notar con la práctica más sostenida, pero fue instantáneo y duró varias horas. Actualmente sigo practicando la crioterapia con duchas heladas posbaño. Este método es ideal para quienes quieran mejorar su bienestar general, incrementar su fuerza interior, sentirse más enfocados, concentrados, y, sobre todo, romper con los límites autopercibidos, como me pasó a mí.

Algunos beneficios

  • Fortalece el sistema inmunológico.

  • Mejora el descanso.

  • Es antiinflamatorio.

  • Ayuda a manejar y controlar el asma y aliviar los cuadros de alergias.

  • Aumenta la concentración, el foco y estimula la creatividad.

  • Regulariza la presión arterial.

  • Reduce el estrés, la ansiedad y la depresión.

  • Aumenta la fuerza de voluntad.

  • Mejora la tolerancia al frío.

  • Mejora el sistema circulatorio.

¿Dónde hacerlo?

Para vivir la experiencia, te recomiendo contactar a Diego Perassi, único instructor certificado de Argentina. De todas formas, antes de hacerlo, te recomiendo consultar con tu médico.

Las más leídas

Te contamos cuáles son las notas con más vistas esta semana.

¡Compartilo!

SEGUIR LEYENDO

Me mudé con mi familia a Alemania: qué estoy aprendiendo

Me mudé con mi familia a Alemania: qué estoy aprendiendo


 RSS

NOSOTROS

DESCUBRÍ

Términos y Condiciones


¿Cómo anunciar?


Preguntas frecuentes

Copyright 2022 SA LA NACION


Todos los derechos reservados.