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Traumas: ¿Cómo superarlos con ayuda de la neurociencia?

¿Cómo reconocer si viviste una herida traumática?; a través de diversas técnicas, las neurociencias desarrollaron herramientas que logran ayudarnos a la recuperación postraumática de manera certera


Neurociencias: realizan un gran aporte en el tratamiento de los traumas

Neurociencias: realizan un gran aporte en el tratamiento de los traumas - Créditos: archivo



¿Sos de reaccionar de manera exagerada frente a situaciones cotidianas donde no hay aparente peligro? Muchas veces, el miedo o el llanto extremo, ese que no se puede frenar por más de que lo racionalicemos, pueden ser signo de que viviste un trauma.
La muerte de un ser querido repentina, un choque, un robo, un engaño son “caldo de cultivo” para que en nuestro cerebro se cree un trauma. Si pensamos en el origen de la palabra, en griego, significa “herida”. Aunque estas “heridas” son de difícil acceso y no están a simple vista, son más comunes de lo que creemos y pueden activarse en cualquier momento. El punto positivo es que existen formas cada vez más específicas y efectivas para abordarlos.
Para conocer qué es un trauma y cómo la neurociencia puede ayudarnos a sanarlos, dialogamos con la especialista Ana Paz, investigadora, bióloga, filósofa y fundadora de BioNeuroVida, la primera terapia complementaria basada en Neurociencia y Medicina ancestral. Además, repasamos algunos libros y conferencias de referentes mundiales que vale la pena tener a mano.

¿Qué es un trauma?

Desde el punto de vista etimológico, trauma proviene del lexema griego “traûma” que significa herida.
Para la psiquiatría tradicional, un trauma está definido “como aquella exposición personal directa a un suceso que envuelve amenaza real o potencial de muerte, grave daño u otras amenazas a la integridad física personal”. Es la respuesta frente a un suceso que nos resulta altamente estresante, que puede generar miedo intenso, sentido de incapacidad de ejercer el control o terror.
Algunos ejemplos incluyen estar en una zona de guerra, un desastre natural o un accidente. Pero también hay ejemplos menos extremos e igual de problemáticos.
“Si tuviste un accidente de auto en la calle, cada vez que estés cerca de un auto similar al auto del día de tu accidente, o sientas el ruido de la ambulancia tal cual lo sentiste aquel día se puede despertar un trauma y, así, una reacción inmanejable. Aunque ya no estés en peligro, los estímulos externos te hacen reaccionar contra tu voluntad”, ejemplifica Ana.
Además de los traumas puntuales, como aquellos que se pueden gestar en un evento específico, también existen los llamados “traumas complejos”. “Este se produce en la infancia, no depende de un evento puntual, sino que deriva de un estado de vida traumatizante, como puede suceder en contextos de violencia familiar permanente o en la escuela, para el niño o la niña que sufre bullying”, detalla Paz.

Neurociencia: la disciplina que estudia el sistema nervioso y sus aspectos

A través de diversas técnicas, las neurociencias desarrollaron herramientas terapéuticas que logran cambiar el funcionamiento del cerebro y así ayudarnos a la recuperación postraumática de manera certera.
Uno de los libros más leídos y recomendados en este sentido es de la norteamericana Jennifer Sweeton, psicóloga experta en trauma y neurociencia y autora de bestseller Tratar el Trauma, donde brinda diversas técnicas que pueden facilitar el camino para la superación del trauma. Técnicas que, por supuesto, deben estar acompañadas por un profesional responsable, ya que acceder al inconsciente no es algo sencillo.
Otro referente que vale la pena tener a mano es Peter A. Levine, doctor en biofísica médica y en psicología por Universidad de California de Berkeley, autor de numerosos libros e investigaciones, entre ellos, del bestseller Despertando al tigre: sanando el trauma, traducido a 22 idiomas. En su libro, desarrolla un método innovador llamado Somatic Experiencing, que ofrece respuestas para superar eficazmente distintas patologías producto del trauma. Levine suele decir públicamente que “el trauma es un hecho de la vida, pero no tiene por qué ser una condena de por vida”. Sin duda, nos gusta esa mirada.

¿Qué pasa en nuestro cerebro?

Cuando vivimos una situación traumática, el sistema nervioso cambia su estructura interna o la forma en que se comunica por dentro. Según explica Paz “hace una especie de puente a todas las emociones y sentimientos que habitualmente son parte de la vida ‘normal’, como puede ser tu relación con la realidad, con el amor, con los sentimientos en general. Cuando se activa el trauma, lo único que prevalece es una especie de alarma interna que busca ‘defendernos del peligro’ anulando todo el resto”.

Hackear al trauma por la espalda

Fue en las últimas décadas que, a través diversas investigaciones en neurociencia, se demostró que se puede “recablear” el cerebro, es decir, acceder a la red neuronal a través de técnicas específicas para reparar aquello que fue dañado. Esto se hace de forma inconsciente, y es una especie de “hackeo al trauma”.
Así lo entiende Ana Paz, y lo detalla: “Al trauma hay que hackear por la espalda sin que el paciente se dé cuenta”.
En el pasado se probaron distintas técnicas científicas para acceder al trauma, pero resultaron ineficaces. Ana comparte su análisis al respecto: “El problema del trauma es que, al hablar de él, te retraumatizás: si se habla de aquello que te generó el trauma, por ejemplo, del accidente en auto o de la muerte de un ser querido de manera repentina, lo que sucede en el cerebro es que se generan más redes neuronales, y así más conexiones, y cada vez esas redes se hacen más fuertes. Si yo hablo del trauma, la red neuronal se vuelve más grande y fuerte, por lo tanto, lo refuerzo. Por eso, la gran dificultad del abordaje del trauma a lo largo de varios siglos fue cómo acceder sin retroalimentarlo”.

La resiliencia, la mejor aliada

“La mejor forma de prevenir el trauma es la resiliencia”, considera Paz, y explica que las personas más resilientes son aquellas que lograron mayor cantidad de redes neuronales para gestionar la realidad. “Si pudiste resolver muchas situaciones complejas en tu vida, es evidente que creaste muchas redes neuronales. Entonces, es probable que seas más hábil para manejar el estrés y, por lo tanto, no te traumatices”.
Boris Cyrulnik, psiquiatra, psicoanalista y neurólogo francés, es uno de los máximos referentes mundiales para hablar de resiliencia. El especialista dice a través de sus publicaciones y conferencias que la resiliencia es “la capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida, transformar el dolor en fuerza motora para fortalecerse y salir fortalecido de ellas. Una persona resiliente es la arquitecta de su propia alegría y de su propio destino”.
Su historia es conmovedora: él es un gran ejemplo de resiliencia. Boris es sobreviviente del nazismo, a los 6 años logró escapar de un campo de concentración; sus padres, no. Al igual que otros huérfanos, Boris fue refugiado en la Asistencia Pública y criado por varias familias. En 1944, fue el único superviviente de entre trescientas personas refugiadas en una sinagoga. A la escuela fue recién cuando cumplió los 11, finalizó en tiempo y forma y años más tarde se convirtió en neuropsiquiatra.
En sus libros y conferencias hay información muy valiosa acerca de trauma, neurociencia y la capacidad sanadora y poderosa de la resiliencia para vivir una vida con salud (física y mental), a pesar de haber tenido grandes “heridas” en el pasado.

Algunos síntomas externos del trauma

  • Que quieras reaccionar y te quedes paralizado
  • Que te largues a llorar frente a situaciones que son aparentemente normales para el resto
  • Que veas realidades inexistentes: creés que una persona te mira mal o te engaña, cuando eso no sucede

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