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 • HISTORICO

Vive en Ituzaingó y construyó una casa circular. “Da la sensación de estar inserto en un bosque”

De estilo modernista, en su diseño mandan el verde, el juego y la niñez


Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz



Ella es Agustina Fernández. Es mamá de Chloe, Rita y Margo, y aclara: “Ese es mi gran trabajo, el más difícil y hermoso”. También es periodista, fotógrafa, escritora y la interiorista responsable de Casa Rita, el hogar que comparte junto con sus hijas y su marido. Fundó y dirigió la revista independiente Gataflora, escribió en varios medios, publicó la novela Retrato de una mala madre y ahora va por su tercer libro de fotografías intervenidas en tono surrealista, que retrata momentos de la vida de sus hijas, con relatos de aventuras.
Todas sus ideas viven en esta casa, diseñada por su papá y su hermano, socios en el estudio de arquitectura Fernández Renati. Una casa circular de estilo modernista en la que se les da play seguido a Caetano Veloso, Drexler, un poco de jazz y otro poco de bossa. El eje de la vivienda es un patio interno rodeado de rampas que te llevan a espacios cubiertos o semicubiertos que flotan entre las copas de los árboles, ya que “todo el terreno se elevó para estar precisamente a esa altura”.
Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

La cocina

La Casa Rita es despojada, carece de materiales pretenciosos y, por el contrario, se intentó caracterizar cada espacio por su ubicación en el terreno y su morfología. Los materiales son pocos y todos nobles: mandan el hormigón, el vidrio, la madera y el ladrillo a la vista. Todo el lujo se lo da la naturaleza que la rodea. El espacio más popular de la casa, sin dudas, es la cocina: “La comida es fundamental en nuestras vidas, toda gira en torno a qué comemos”, dice Agustina.
La isla de acero inoxidable es el “gustito” de la casa y donde todo sucede: “Ahí se arman las picadas, siempre con quesos y algún champán, también desayunamos, almorzamos y cenamos. Sobre la isla hacen la tarea mis hijas, tomamos mate con mi marido o amigas, charlamos, todo”.
Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

En paralelo a la barra, detrás de la pared revestida en madera kiri, se esconde el sector más privado de la cocina, el espacio de lavado y los equipos. Las ventanas redondas, como de barco, las varillas de laurel en el techo y un horno de barro revestido con sobrantes de azulejos de otros espacios de la casa le dan una calidez muy especial.
Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

Los cuartos

A diferencia de otras casas, el programa arquitectónico está invertido: los cuartos se ubican abajo, “en un espacio privado, calmo y estanco, que da la sensación de estar inserto en un bosque”. Mientras que el living comedor se eleva para estar a la altura de la copa de los árboles y generar ventilación cruzada e iluminación durante todo el día, y permite acceder desde ese espacio a la totalidad de la casa.
Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

“Empezamos a construir esta casa cuando Chloe tenía siete y Rita cinco, yo ya queriendo tener otro hijo. Buscaba y no podía”, confiesa. Con decisión, le hicieron igual el cuarto a Margo, o a Francis –como se iba a llamar si era varón–, y en el proceso, casi al final, llegó: “Gracias a la ciencia y a mi empeño”, se ríe. Su casa anterior (que se llamaba Casa Chloe), también de diseño circular, era de su adoración, pero tenían ganas de pasar a una más grande y con más parque, por eso el cambio.
Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

Fotos de Inés Tanoira. Producción de Florencia Díaz

La galería y el jardín

El terreno tiene 2500 m y está ubicado en Ituzaingó. Para el proyecto se respetó la totalidad de los árboles, cada uno en su lugar. La casa se ubica al final del terreno, para recibir sol durante todo el día. “La idea fue generar un recorrido que se uniera naturalmente y que permitiera recorrer todos los espacios de manera fluida”, explica. En ese sentido, fue fundamental cuidar la interacción del interior con el exterior, por eso la caja de vidrio que reviste toda la parte social de la casa, para que la circulación no tuviera ninguna barrera.

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