Agresiones veladas. WhatsApp deja expuesto la violencia en los vínculos entre adolescentes
Un estudio analiza cómo perciben los menores de 18 años las frecuentes amenazas, coacciones, agresiones sexuales y controles en esta red social
MADRID (El País).– “Al final, tendré que quedarme en casa por tu culpa”. “¿Por qué no me has respondido?”. “Le he estado escribiendo toda la tarde y no me responde”. “Envíamela [una foto de contenido sexual]. No te cuesta nada”. “Parece que ya no me amas”. Son frases que los adolescentes reconocen como habituales en sus conversaciones de pareja y en grupos de WhatsApp. Un estudio de los departamentos de Psicología Evolutiva de las universidades de Sevilla y Loyola, ha investigado si las perciben como agresiones y en qué grado. Según la investigación, todos identifican estas conversaciones como comunes en sus relaciones. Sin embargo, ellas las notan como más agresivas, mientras ellos creen que son menos graves.
La investigación parte de una premisa preocupante: las tecnologías se utilizan para coaccionar y agredir a la pareja y estas actuaciones están presentes en gran parte de las relaciones entre adolescentes. Para comprobar si los menores percibían esta violencia, durante el estudio se recrearon conversaciones de WhatsApp que los adolescentes identificaron como habituales y se les preguntó a 262 estudiantes de entre 12 y 18 años qué grado de agresividad les conferían y si este variaba en función del alcance, si la comunicación era entre la pareja o en grupo.
Las formas de violencia hacia las parejas se agrupan en agresiones verbales o emocionales para insultar, acosar o amenazar; control y vigilancia, y agresión sexual, que incluye coacciones, presiones, insultos, comentarios e intercambio no deseado de textos o imágenes. Estas categorías se han sometido a examen durante el estudio de las universidades españolas a través de conversaciones diseñadas para ser neutrales en términos de género y orientación sexual.
Violencia verbal
Tanto chicos como chicas respondieron que habían experimentado las tres categorías de agresiones en conversaciones públicas y privadas “a menudo”, categoría solo un punto por debajo de la consideración de “siempre”. La percepción de agresividad varía según la categoría de la violencia y si se produce en público o en privado. De esta manera, tanto ellos como ellas consideran “ligeramente agresivas” las conversaciones insultantes si se mantienen en la esfera de la pareja y “agresivas” si trascienden al grupo.
Control y vigilancia
Las autoras del estudio explican que el control a través de las redes “parece más aceptable que otras formas de agresión, como la sexual y la que se produce cara a cara. Algunos adolescentes consideran que ciertos actos como compartir contraseñas o revisar la lista de contactos de redes sociales de su pareja, son aceptables bajo ciertas circunstancias e, incluso, como prueba de confianza mutua y preocupación por la pareja. Aunque puede ser irritante y aumentar el conflicto dentro de la relación, algunos adolescentes perciben esta agresión como menos severa que otras y la justifican en algunas circunstancias”.
“El control a la pareja”, explica la psicóloga Virginia Sánchez-Jiménez, una de las responsbles del estudio, “es la conducta que se percibe como menos grave. Saber dónde está, por qué y que conteste rápido está más normalizado en la pareja adolescente”. Se ve incluso positivo, como prueba de amor.
Agresión sexual
Donde más varían las percepciones entre chicos y chicas es en los escenarios de agresión sexual a través de la red, entendida como el intercambio no deseado de imágenes y textos sexualizados. Mientras ellos no llegan a considerarlo “muy agresivo” ni en privado ni en grupo, ellas no dudan en atribuirle a estos hechos una mayor gravedad. Para la conversación privada de acoso sexual por WhatsApp, la persona agresora recurría al chantaje emocional para obtener una imagen de contenido erótico de la pareja, a pesar de la insistente negativa de la víctima a enviarla. El estudio destaca que las consecuencias de esta violencia también son diferentes: “Las adolescentes tienen un mayor riesgo de trastornos psicológicos asociados” y la “experimentan de manera más negativa que los niños”. Por su parte, siempre según el estudio, aunque los chicos consideran que enviar imágenes es un “comportamiento inapropiado”, lo describen como una práctica bastante común.
La red no ha incorporado nuevas agresiones, pero sí ha sumado nuevas herramientas y multiplicado los efectos. En este sentido, Sánchez-Jiménez explica: “Internet facilita y amplifica cierto tipo de agresiones, que pueden pasar de la esfera privada a la pública de manera muy rápida. Además, la agresión puede estar presente 24 horas al día, siete días a la semana. Es muy difícil escapar a una agresión en la Red, sobre todo, si es pública”.
La forma de prevenirlas es, a juicio de la investigadora, la intervención desde la familia y desde la escuela. “Cuanto antes, mejor”, advierte.
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