Nicolás García, capitán del equipo Lobo Negro, explica de qué se trata esta práctica que convoca cada vez más gente en el país
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Usan armaduras de hierro y empuñan espadas. Son de distintos países y se enfrentan en arenas que evocan tiempos pasados. Para muchos comenzó como una curiosidad, una manera de capitalizar el interés por la Historia (y por la actividad física). Pero hoy, esta actividad es un deporte en crecimiento que atrae a atletas, aficionados de la historia y espectadores por igual. Se llama Combate Medieval, y tiene clubes y competencias. Es una disciplina de alta exigencia que busca replicar las batallas de la Edad Media, pero con reglas modernas y estrictas medidas de seguridad.
Uno de los pioneros en la Argentina es Nicolás García, fundador del club “Compagnia del Lobo Negro”, uno de los más de 20 que actualmente existen en el país. Con una trayectoria que abarca más de una década en este deporte, Nicolás no solo llevó a su equipo a competir internacionalmente, sino que también contribuyó a la expansión de la práctica en Latinoamérica. En diálogo con LA NACION, cuenta cómo comenzó su viaje en el mundo del combate medieval y describe los desafíos de desarrollar un deporte tan particular.
-¿Cómo te iniciaste en el mundo del combate medieval, Nicolás? ¿Y cómo lo definiriías?
-Es un deporte de combate, como podría ser el MMA o el kickboxing o Muay Thai. Yo empecé porque practicaba Krav Maga. Llevaba dos años de práctica y en algún momento, por finales de 2012, tuvimos contacto con el deporte porque lo vimos por internet, y con un grupito de amigos con los que teníamos intereses en común nos contactamos con la gente que lo estaba haciendo afuera, de Rusia, y nos empezaron a asesorar para que nos pudiéramos sumar. Al año ya estábamos empezando a participar de las competiciones internacionales de la mano de esta organización que nos fue apadrinando.
-¿El deporte se origina en Rusia?
-Sí, en Rusia y en Ucrania. Empezó hará 20 años más o menos. Empezó como una actividad cultural típica de la zona, y lo que hicieron fue regularlo, normalizarlo, para expandirlo y sacarlo del nicho.
-¿Cómo es el “ABC” del Combate Medieval: las reglas, códigos, cómo se conforman los equipos?
-Tenés dos divisiones grandes: combates individuales y combates grupales. En los individuales, en un tiempo delimitado, el luchador busca marcar puntos. Y los puntos se los van a dar por cada golpe que conecte su arma en el cuerpo o armadura del adversario. O sea, vos vas a buscar, en un tiempo, pegar, pegar, pegar para sumar puntos y ganar. En las grupales, en vez de ser por puntos por golpes, en realidad lo que tenés es puntos por derribo. Ahí lo que buscás no es tanto pegar, sino derribar al adversario. Le pegaste tan fuerte que le dolió y se rindió, o porque le hiciste un lance de judo, o porque le hiciste una barrida y lo diste vuelta de espalda al piso, o lo empujaste o se tropezó. No importa. Cuando te apoyás con un tercer punto de apoyo, estás considerado “fuera de combate”.
-¿Cuántas personas conforman los equipos generalmente?
-En equipos tenés enfrentamientos que van desde los tres versus tres hasta 250 versus 250, que es lo más grande que se vio. Obviamente cambia inmensamente la dinámica mientras más luchadores tenés, pero los conceptos son los mismos: un grupo enfrenta al otro y se tienen que derribar mutuamente. Al haber más gente se hace más complejo, pero no deja de ser esa base. Lo más común en Argentina o Latinoamérica es el 5 versus 5, que es la categoría más competitiva que hubo en estos diez años en el mundo. Y ahora, de a poco, se está intentando migrar al 12 versus 12: como hay cada vez más luchadores, se intenta hacer batallas o ligas más grandes. Después tenés 21 versus 21, que es una categoría que se llama “Royal” o “Real”, que se hace en los mundiales. Y después están los festivales, como cuando fuimos ahora a Rusia, 250 versus 250, que no son oficiales, son amistosas, pero bajo las mismas reglas y con los mismos árbitros.
-¿Existe un límite de tiempo para las batallas?
-Hay tiempos, pero por lo general las peleas terminan antes de que llegue el tiempo máximo. En las grupales, en el 5 versus 5, tenés algo aproximado a cinco o diez minutos de tiempo máximo para que termine un round. No se suele ver así. Una pelea se suele resolver en tres minutos. Una de 250 versus 250 puede tardar alrededor de 15 minutos.
-No es acting: realmente se golpean, ¿no?
-[Risas] Salís dolorido por lo menos tres o cuatro días como si te hubieran molido a golpes, porque literalmente te molieron a golpes. Pero como tenés una armadura que te protege, los golpes no son tan destructivos como si fuera una pelea en el octágono, donde no tenés otra protección más que unos guantecitos. Este deporte, una de las cosas lindas que tiene, es que podés practicarlo, y al otro día, por más que estés tullido, un poco dolorido por toda la fuerza que hiciste, podés ir a trabajar tranquilamente. El lunes no vas a querer ir a trabajar, pero vas a poder, sin estar roto.
¿La gente que lo hace tiene un trasfondo en artes marciales o entrenamiento físico?
-Empezó porque la gente se acercaba por curiosidad, porque les gustaban la literatura o las películas medievales. Ahora lo que estamos haciendo es empezar a buscar deportistas, luchadores, o gente con un background marcial, porque para ellos es mucho más rápida la curva de aprendizaje.
¿Hay algo que esté expresamente prohibido?
-El reglamento es bastante claro en cuanto a dónde se puede pegar, dónde no, cuánto puede pesar un arma, el peso máximo y mínimo, los espesores máximos y mínimos de las chapas de las armaduras. Y eso se complementa con zonas prohibidas de golpe, como el pliegue trasero de la rodilla, la base de la nuca, la ingle, los pies, los genitales o la base del cuello. Después podés pegar en cualquier otra parte. Lo otro que te prohíbe el reglamento es hacer fuerza en contra del movimiento natural de una articulación, o sea, luxaciones, sumisiones por dolor, como se hace en jiu-jitsu o en “vale todo”. Esas no están permitidas. Podés agarrar al adversario para generar un derribo, pero no podés accionar el codo para atrás ni asfixiarlo.
-¿Dónde se consigue el equipamiento? Las armaduras, las espadas.
-Tenés tres formas: o las fabricás vos, o las comprás o te las prestan. Hay gente que se acerca no para pelear sino para aportar desde ese lado. Entonces hay artesanos o fabricantes de este equipamiento en la Argentina. También hay gente que se acerca para aprender, y luego empiezan a fabricar y venderle a los luchadores.
-¿De qué material son las armaduras?
-Tenés de hierro, de acero inoxidable, de acero al carbono y de titanio. Son los cuatro materiales que se suelen usar. De más barato a más caro, de menos eficiente a más eficiente.
-¿Cuáles son los países del mundo donde más se practica el Combate Medieval?
-Por lejos, la respuesta es Rusia. Después, creo que no hay un país en Europa donde no se practique: Italia, Francia, España, son las potencias europeas donde más lo ves, pero en Alemania, Polonia y Finlandia también. Hasta Mónaco tiene equipo de combate medieval. Después, en Latinoamérica, tenés cuatro países: Argentina, que fue el primero, México, Brasil y Chile. También Estados Unidos y Canadá; así como China, Japón y Turquía. Por ahora, donde no hay es en África y una gran parte de Centroamérica. Pero está bien expandida por el mundo la actividad.
-¿Cuánta gente lo practica en la Argentina?
-Para el 25 de mayo de este año, mi club, Compañía Lobo Negro, cumplió 11 años. Y en ese aniversario hicimos una pelea masiva y juntamos 33 versus 33, unos 66 luchadores. Ellos eran solo de AMBA. Después le sumás a los de la costa, Tandil, Mar del Plata, Bahía Blanca... 100 personas más. Y si agregás al país en general, debe haber 30 personas más como mucho.
-Lobo Negro, ¿es el único equipo de Argentina?
-No. Fue el equipo que fundé con mi amigo Martín allá por 2013, el 25 de mayo. Fue el primero en fundarse en la Argentina. Ese mismo mes se fundaron también otros tres clubes, uno de Capital, otro de Zona Sur y otro en Córdoba. hoy hay como 20 equipos.
-¿Cada cuánto se compite?
-Hay torneo cada dos o tres meses.
-¿Hay alguna asociación de clubes que nuclee la administración del Combate Medieval en Argentina?
-Todavía no. Hubo varios intentos de hacer la Federación Argentina de Combate Medieval, la FACOMB. Yo estaba en la comisión directiva, pero nunca se llegaron a hacer los papeles. Sí hay organizaciones internacionales. Y después está la asociación que fundé el año pasado, la ALACOM, Alianza Latinoamericana de Combate Medieval, que no es global sino regional para Latinoamérica. Promocionamos que los luchadores de distintos países viajen para poder competir y formar una liga.
-¿Cada cuánto entrenan los miembros de Lobo Negro?
-Los chicos tienen tres entrenamientos por semana: lunes y miércoles, dos horas. Sábados también. Son unas seis horas por semana. Ahora inauguramos una sede nueva con el apoyo de la Municipalidad de 3 de Febrero. Una sede en el CEDEM, Centro Deportivo Municipal. Entrenamos ahí.
-¿Es amateur o se hace dinero?
-Hay un microporcentaje menor al 1% que califica para una categoría ‘pro fight’, donde van a una jaula, como en un octágono de MMA, y pelean por un pozo. Lo más común es ver luchadores experimentados que viven de dar clases o seminarios, pero no es que se les pague por practicar el deporte. A veces también hay premios, pero se trata de un dinero que no llega a sustentar al luchador, más bien es un reconocimiento extra.
Lobo Negro hoy tiene 35 socios. El equipo tiene un promedio de edad de entre 25 y 30 años, un buen balance entre potencia y experiencia. Capaz a los 18 tenés más fuerza, llegás mejor preparado desde lo físico, pero no tenés los dos o tres años de experiencia que tienen otras personas.
-¿Qué les dirías a quienes tienen ganas de empezar y no se animan?
-Que se acerquen y prueben, es para todo el mundo. Hay gente que nunca hizo una actividad y viene, se enamora y empieza. O que toda la vida hizo cierta actividad y prefiere cambiar. Acá van a encontrar gente que les va a prestar sus cosas para que prueben y se saquen las ganas.