Frente al Parque Lezama, la Iglesia Ortodoxa Rusa los reúne a través de la fe
En el barrio de San Telmo, justo frente al parque Lezama, se encuentra un rincón del mundo donde converge la historia, la cultura y la unión entre dos nacionalidades que al otro lado del mapa se enfrentan en una guerra.
Inmigrantes y descendientes rusos y ucranianos que profesan la religión cristiana ortodoxa se congregan en la Catedral Ortodoxa Rusa de la Santísima Trinidad, ubicada frente al Parque Lezama, en el barrio de San Telmo, en la calle Brasil 315.
“Esta sangre que corre es de una guerra fratricida”, expresa el padre Alejandro Iwaszewicz, quien está al frente de la comunidad. “Acá vivimos en paz entre todos, aunque un parroquiano puede tener su postura respecto de la guerra que puede no coincidir con la de aquél que está rezando a su lado, en la iglesia vivimos unidos y en paz. Lamentamos mucho el sufrimiento que está causando, el resentimiento dentro de un mismo pueblo y deseamos que esto se acabe pronto”, añade.
El llamativo templo de 120 años, de estilo neorruso y bizantino, es un tesoro arquitectónico que forma parte del patrimonio arquitectónico argentino -(así fue declarado por el Ministerio de Cultura de la Nación). Lo primero que llama la atención son las cúpulas turquesas con forma de bulbos, una imagen sublime que irrumpe los entre edificios rectilíneos y descoloridos de la cuadra.
La fachada de la iglesia exhibe una representación de la Trinidad hecha en San Petersburgo, con mosaicos de Venecia. En el interior de la catedral se profesan los rituales y cantos que fascinaron a Jorge Luis Borges, que solía visitarla cuando se celebraban funerales para disfrutar de las sobrecogedoras sesiones corales. En las paredes, los techos y el mobiliario se aprecian decenas de iconos religiosos, frescos y detalles barrocos donde abunda el dorado.
El arcipreste Iwaszewicz es párroco de la Catedral Ortodoxa Rusa de la Santísima Trinidad desde 2015, tras el fallecimiento de su padre, el párroco anterior, oriundo de Bielorrusia y emigrado a Argentina en 1937, “en la época en que las fronteras en esa zona iban cambiando entre la Unión Soviética, Alemania y Polonia”, según relata el religioso. “En el concepto moral e histórico de nuestra familia nosotros somos rusos, lo fuimos siempre, tal como mi abuela solía decirnos”, añade y explica que la institución bajo su liderazgo es la iglesia matriz de la religión ortodoxa rusa en toda América del Sur y la única construcción de la época imperial rusa.
Los primeros grupos de ortodoxos, en su mayoría griegos, montenegrinos, serbios, dálmatas, búlgaros, sirios, libaneses y una minoría de rusos, que se radicaron en Buenos Aires desde la segunda mitad del siglo XIX, instaron a la construcción de un lugar adecuado para sus rezos y la conmemoración de sus fechas festivas, regidas por el calendario juliano.
El padre Constantin Izrastzoff, sacerdote ruso llegado a los 26 años, solicitó a la Corte Imperial, entonces a cargo del zar Alejandro III, para obtener la ayuda necesaria. Con el apoyo del Zar Nicolás II, la Iglesia Ortodoxa adscrita a la Legación Imperial, tuvo su primer templo, construido según el proyecto del arquitecto del Santo Sínodo Mijail Timofeievich Preobraszensky. Los planos originales proyectados en Moscú fueron ajustados in situ por el arquitecto Alejandro Christophersen.
A lo largo de sus 120 años, el templo tuvo dos grandes remodelaciones: un incendio ocurrido a los cuatro años de levantado el edificio obligó a reconstruir varios vitrales. Hace 40 años se restauraron los techos y cúpulas originales. Para el mantenimiento, Iwaszewicz cuenta con el apoyo de un artista plástico restaurador de procedencia rusa.
“El le ha devuelto al templo gran parte de sus techos e imagen originales. De los siete techos realizados sobre tela que reflejan los siete días de la creación del mundo, ya se restauraron tres. El resto se hará más adelante, a medida que vayamos recolectando donaciones de la comunidad, ya que no tenemos asistencia económica para poner en valor el edificio, pese a que fue declarado Monumento Histórico Nacional”, concluye el párroco.