Heredera de dos íconos de los 90. Imán Kaumann: “Viví rodeada de purpurina y máscaras de animales”
Hija de Miuki Madelaire y David Kaumann, una de las parejas más disruptivas de los 90, conquista las pasarelas del mundo a los 22 años
Su madre, Miuki Madelaire, fue la primera diseñadora en Argentina que subió drag queens a las pasarelas e hizo los fashion shows más excéntricos de Buenos Aires. Su padre, David Kaumann, es un pianista y cantautor que en la época menemista irrumpía en los espacios de moda con su melena rubia hasta la cintura, los cueros, las botas que pasaban la rodilla. Ambos rockeaban y eran el ingrediente infaltable en las delirantes noches de las épocas de El Dorado, Morocco, Ave Porco, Bajo Tierra. Eran los noventa, el delirio, las fiestas que comandaba Javier Lúquez donde la moda y la transgresión iban de la mano. Imán Kaumann, que cumplió 22 años, se crió en ese ambiente, pero también en los paisajes de tierra colorada y pájaros estridentes, Misiones, de donde es oriunda su madre. Siempre le gustó la música (su abuelo alemán, además de famoso científico es pianista destacado, especialista en Bach) y heredó las piernas interminables de sus padres, el buen gusto, la fobia por el lugar común y una disciplina que la llevó hasta Europa, donde hoy triunfa como modelo de marcas como Valentino, Schiaparelli, Louis Vuitton, Celine, Versace y Balmain.
–¿Qué postales te quedaron marcadas a fuego de aquellos tiempos?
-Uff, tanto... Por el trabajo de mis padres viví mi primera infancia en Miami. Allá cumplí mi primer año, pero por suerte volvimos cuando tenía seis o siete. Y digo por suerte porque amo mi ciudad, mi país. Ellos allá organizaban eventos. ¡Los más locos que te puedas imaginar! Llegaron acá con todo el back de lo que habían hecho y lo profundizaron. Yo viví rodeada de purpurina, trajes de alienígenas, máscaras de animales. Todo eso, siendo una niña, te llena la cabeza de historias, curiosidades y cuentos. Crecer en ese contexto me potenció la creatividad. Vivir la moda como un juego, una forma de expresión.
–¿Cómo eran tus días?
–Como los de cualquier niño, lo que más disfrutaba era jugar, que es un poco lo que hacen los artistas. Yo la pasaba genial, rodeada de mucho amor. Y nunca quise dejar lo lúdico, forma parte de mí. Es muy importante hacer las cosas que te divierten. Después, ya en Argentina y de adolescente, me empecé a interesar por la música. Tomé clases de piano, bajo y canto. Me encanta ese mundo porque conviven muchas ramas del arte. Desde el vestuario, la escenografía, las letras, el baile, la teatralidad y la música misma, claro. Y algo similar sucede en los desfiles. Me encanta sentir la adrenalina del espectáculo y ser parte de eso.
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–¿Cómo comenzó lo del modelaje?
–Tendría unos 14 años, mi hermana estudiaba fotografía, y nos divertíamos haciendo fotos juntas. Yo era su modelo, además teníamos el vestuario de mi madre diseñadora. Así empezó mi trabajo.
–Venías haciendo cosas importantes pero pospandemia no parás de jugar en primera. ¿Cómo vivís esta locura de tanta exposición, desfiles, campañas y viajes constantes?
–Sí, es cierto que pospandemia volví con todo. Me fue muy bien en ese Fashion Week de septiembre de 2021, y no paré más. Son días de mucha intensidad e incertidumbre. Nunca sé qué voy a hacer al día siguiente. Puedo terminar en cualquier avión yendo a quién sabe qué destino por un desfile o campaña. Lo que más me cuesta es justamente eso: no saber nada de lo que está por venir.
–A mucha gente le gusta eso.
–Claro, pero hay que tener una paz interna muy grande para llevarlo bien. Temple. Ahí es cuando vuelve la Imán más musical. Me siento a componer música y escribir en medio del caos, aeropuertos y gente. Mi manera de estar entera y en paz es esa. Conectar conmigo misma y dejar el resto por un rato.
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–¿Qué es lo que te pone más nerviosa a la hora de los castings? ¿Los padecés?
–No, porque lo más importante es mostrarse siempre fiel a uno mismo, confiar, entregar la verdadera personalidad. No hay que forzar nada. Cuando voy a un casting me dejo ver como soy. Nada de disfraces.
–¿Cuál fue tu primer desfile internacional?
–Fue para MiuMiu en 2018. Después seguí con Louis Vuitton, Valentino, Schiaparelli, Celine, y muchos más. La primera vez que me puse nerviosa fue cuando hice Versace. Era muy consciente de lo mucho que me gustaba ese desfile, además la admiro un montón a Donatella. Fue un flash porque ella estuvo muy atenta a mis looks. Tuvimos una conexión y buena onda desde el minuto cero. Ella personalmente estuvo atenta a mis cambios, todo. Fue increíble. Ahora hice el Haute Couture en París. Fue un gran honor formar parte del desfile de Schiaparelli ya que cada look es realmente una obra de arte. Soy una gran admiradora de la creadora, que perteneció al movimiento surrealista. Y me hace muy feliz poder honrarla en mis pasadas. El modelaje me permitió esos lujos.
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–¿Qué extrañás?
–Ahora hace tres meses que no vuelvo a Argentina, y se siente. Viajé a Los Ángeles para hacer el desfile de Louis Vuitton, después me quedé un mes trabajando en New York. Enseguida vino lo de París, viajé a Roma por Valentino. Ya soy una chica del mundo (risas). Pero siempre consideraré Buenos Aires como mi casa. Se extraña, claro. Soy consciente y muy agradecida de lo que estoy viviendo, pero obviamente uno necesita de su familia y afectos.
–¿Qué es lo primero que hacés cuándo llegás?
–Abrazar a mi novio bien fuerte, salgo a celebrar el reencuentro junto a mi hermana Iara, toda mi familia. Generalmente vamos a comer a algún lugar rico. Y me conecto con la naturaleza después de transitar tantas ciudades.
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–Sos una chica que lleva en sus venas la tierra misionera. Tu madre es embajadora en la región, organiza encuentros muy originales con mujeres originarias...
–Mi familia materna es de Misiones y toda la vida fui allá para las Fiestas. Siempre disfruté de esa naturaleza impresionante, cubrirme de barro, trepar árboles, nadar en los arroyos, juntar mangos. Todo eso es una gran inspiración para mí. Cuando no estoy trabajando en moda o en música empiezo con mis bordados. Me gusta retratar algunos animales autóctonos del lugar. Y mi mamá, todo lo que hace... Qué puedo decir. Somos amigas. Hablamos todo el tiempo, es una de las personas más divertidas y creativas para charlar. Tenemos gustos parecidos.
–Tu estilo es muy particular. Imagino que eso impactó a la hora de lanzarte en esto.
–La realidad es que no lo busqué. Siempre fui así. No intento tener ningún estilo en particular, me gustan tantas cosas diferentes entre sí que sería difícil encasillarme en una sola estética, género, o lo que sea. Soy muy cambiante, me gusta absorber cosas nuevas constantemente. Me atrae desde lo más clásico hasta la vanguardia pura.
–¿Qué es el estilo, Imán?
–La manera de expresarte y mostrarte al mundo. Es aquello que querés transmitir apenas te ven.
–¿En qué época te hubiera gustado nacer?
–Hace un tiempo pensaba que me hubiera gustado vivir la juventud en los años 60 o 70, por todo el movimiento cultural que hubo, desde la música a la moda. Pero también pienso que la actualidad es un gran momento para estar vivo.
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