Lo que el home office nos enseñó de nuestra pareja e hijos
El trabajo virtual reveló aspectos insospechados de nuestros familiares: autoritarios, graciosos, soberbios y otros rasgos que se mantenían ocultos... hasta ahora
Últimamente a Cecilia Duarte la sorprendieron dos cosas de Esteban, su pareja: su capacidad de resolver problemas con mucha facilidad y la cualidad de mantener la calma, aun en momentos críticos. No es que es ella lo acabe de conocer (tienen hijos ya casi adolescentes), pero de alguna manera los meses de home office le hicieron descubrir una parte desconocida, que en todos estos años juntos le estuvo vedada: cómo es él en su trabajo, dirigiendo equipos, liderando bajo presión.
“Esteban es ingeniero en sistemas, y trabaja en logística. Y en estos meses que estuvo trabajando desde casa pude comprobar en primer lugar que está a full todo el tiempo con reuniones y llamadas, no tiene un minuto libre, lo que me hizo comprender por qué muchas veces llegaba tan cansado a casa, pero sobre todo pude descubrir que es muy bueno resolviendo problemas. Incluso, yo me estresaba porque escuchaba que algo había dejado de funcionar y él mantenía la calma y me decía que era su trabajo solucionarlo”, cuenta Cecilia.
De todas las cualidades que descubrió de su pareja, lo que más le llamó la atención fue escucharlo mantener conversaciones en inglés con gente de todo el mundo. “De pronto pasaba, lo escuchaba y decía ‘guau, mirá qué bien, cómo se desenvuelve’. Me gustó conocer esa faceta, me sirvió para valorarlo todavía más”, confiesa Cecilia, que es terapista ocupacional y reparte su trabajo desde su casa con alumnos que asisten a un colegio, y su consultorio particular.
A Esteban, en cambio, le sorprendió de su mujer el grado de compromiso con sus pequeños pacientes y su capacidad de adaptación en medio de la pandemia. “Tuvo que cambiar la forma de trabajar por completo, pero siempre mantuvo su sonrisa y el buen humor. No es fácil hacer que un chico con problemas de concentración esté más de 10 minutos detrás de una pantalla y ella lo logró, y con más de uno a la vez. Incluso armó juegos de mesa y los probamos en casa para comprobar la ‘jugabilidad’. Sobre todo me encanta su nivel de compromiso con los pacientes, de los que sabe su historia y la de toda su familia”, describe con orgullo Esteban, que como contrapartida, señala: “Me di cuenta de que es bastante más desordenada para trabajar, yo soy más metódico”.
En cambio, María González, asesora de seguros, admite que lo que descubrió de su marido mientras teletrabaja no le gustó demasiado: más de una vez lo escuchó elevando el tono de voz (es gerente comercial en una empresa de telecomunicaciones), y lo que es peor, fue testigo de algún que otro comentario bastante machista. “Sé que los hizo en tono de chiste, pero no me gustaron; nunca me imaginé que fuera a decir algo así en su trabajo porque en casa no hace ese tipo de comentarios –reconoce–. De todas maneras, fueron solamente dos veces, no me parece algo grave aunque hubiera preferido no escucharlos. Como aprendizaje de todos estos meses creo que hay cosas que es mejor que tu pareja no conozca de vos”, reflexiona María, mientras intenta bajarle el tono a la situación.
Lo que es seguro es que la pandemia puso en evidencia situaciones a las que antes no teníamos acceso, como el ámbito laboral, en el caso de nuestra pareja, y escolar cuando se trata de nuestros hijos. Las consecuencias de participar de una especie de Gran Hermano familiar, en el que todo se ve y oye, son diversas y muchas veces trae sorpresas agradables y otras que no lo son tanto. En todo caso, antes de sacar conclusiones hay que estar dispuesto a entender que eso que “descubrimos” del otro tampoco es “real” porque se debe lidiar con distracciones o situaciones domésticas (como hijos pequeños, ruidos molestos, conexiones fallidas y demás etcéteras) que habitualmente están lejos de conformar un contexto laboral o de estudio ideal.
Pero, ¿está mal ser de una manera en la oficina y de otra en la vida familiar? Para los especialistas, no solo no está mal, sino que es hasta necesario. Una investigación de la Universidad de Cambridge sostiene que actuar en el trabajo de forma diferente a nuestro yo natural es beneficioso. “Ser más sociable a menudo está más vinculado a ser más apreciado. En el trabajo, los extrovertidos son más propensos a recibir ascensos o o posiciones de liderazgo, por lo que los introvertidos que actúan tranquilos en su casa, tienden a adoptan una conducta extrovertida en la oficina”, explica el estudio. Para los investigadores, entonces, mostrarnos distintos en el trabajo que en casa es un rasgo de evolución y habla de la capacidad de adaptar nuestra personalidad a las condiciones sociales que nos rodean.
Límites difusos
El problema es que con el teletrabajo esas diferencias se volvieron visibles y pueden llegar a generar algún que otro cortocircuito con los demás, que muchas veces desconocen a esa persona. “Estos últimos meses se fueron desdibujando las fronteras entre las diferentes áreas de la vida. No somos iguales en todas y está bien que así sea porque no nos funcionaría. Lo que pasó es que de repente los roles se fueron mezclando, estas formas de ser en la oficina se fueron mostrando en casa y lo que para nosotros era natural en el ámbito laboral, para nuestra familia, no –plantea la coach estratégica Daniela De Lucía (@danieladlucia)–. Hoy tenemos más información del otro, y también damos más información propia. Mostramos como somos como compañeros, como jefes, como alumnos... dejamos al descubierto nuestros roces y nuestros enojos. Es un descubrir más de todas las personas que viven en la casa. Pero no hay que perder de vista que no tenemos la película completa porque muchas veces sacamos conclusiones en base a lo que escuchamos, pero desconocemos lo que los demás dicen, o cómo lo dicen. A veces esta ventana que se abre cambia la manera en cómo nos ven y otras veces sirve para ratificar eso que pensábamos o imaginábamos”, plantea la especialista.
En el caso de Gabriela Dutra, que convive con su hijo adolescente de 16 años, la pandemia le dio la posibilidad de confirmar lo que intuía: “Siempre le fue muy bien en el colegio, aunque me sorprendía porque no lo veía estudiando nunca en casa. Es decir, creía que incorporaba mucho el conocimiento en las clases pero no estaba segura. Y estando en casa pude comprobar que realmente participa un montón, saca conclusiones, es aplicado, contesta lo que le preguntan... no le cuesta para nada. Para mí, fue confirmar eso. Antes no sabía cómo hacía, ahora lo veo in situ y entendí”, dice Gabriela y agrega que descubrió que su hijo tiene la habilidad de hacer varias cosas al mismo tiempo sin que eso interfiera con su capacidad de atención.
En cambio, Flavia Portela se dio cuenta de que su hija Mora, que está en segundo año del secundario, es menos independiente de lo que pensaba y necesita sí o sí de alguien que esté encima de ella para estudiar. “Tengo que estar atrás porque sino se tira a chanta. A mis hijos que están en la universidad la pandemia los ayudó a meter más materias, les resultó más cómodo y a mí me sorprendió lo que hicieron, pero a Mora le cuesta más, no tiene tanta iniciativa, no participa porque es muy tímida y si no tiene a alguien atrás no hace nada. Cuesta, hay que poner mucho de uno y tener tolerancia con el otro porque además no estamos preparados para convivir 24x7 –reconoce Flavia–. Lo que fue una verdadera sorpresa es que a pesar de su timidez, se muestra muy deshinibida en Tik Tok, donde tiene 30 mil seguidores y es una especie de referente. Eso sí fue una sorpresa”.
Para el psicólogo especialista en familia y pareja, Sebastián Girona, todos tenemos contextos no compartidos y esos límites que antes ordenaban aquellos contextos ahora están desbordados, lo que nos expone a mostrar facetas desconocidas. “Sin duda se borraron los límites para bien y para mal. La valoración positiva o negativa de nuestra pareja dependerá de lo que descubramos: si es agradable, genial, sirve incluso como estímulo para el vínculo, para revalorizarla, porque se suman motivos extra para admirarla. Pero si lo que encontrás es malo, eso puede generar cierto ruido en la relación”, sostiene.
Sin embargo, a veces ese ruido proviene incluso de los aspectos o rasgos de personalidad positivos que estaban ocultos y salieron a la luz. “Está claro que si descubrís que tiene cierta tendencia al maltrato o a la soberbia no te va a gustar mucho, pero yo creo que lo que genera todavía más ruido es si descubrís que tiene aspectos positivos que en la relación de pareja no aparecen. Por ejemplo, si es gracioso o contenedor en el trabajo y eso no está presente en el vínculo de pareja puede ser peor –asegura–. Enterarte de que tiene la capacidad de hacer algo que con vos no hace genera más conflictos que si se muestra más serio o autoritario. A veces es mas fácil comprender que en el ámbito de trabajo tal vez uno tiene que ser más hostil que simpático, que al revés. Si es simpático en todos lados no hay problema, pero si es simpático solo en el trabajo, sí. Todos esperamos de alguna manera que sea más serio en la oficina que en casa. Pero no a la inversa”, analiza Girona.
¿Conversar o dejarlo pasar?
La disyuntiva en torno a esta nueva realidad que surgió en pandemia es si lo que descubrimos del otro amerita una charla o, por el contrario, hay que dejarlo pasar. “En algunos casos podría plantearse una conversación si es que la situación afecta directamente a la pareja. Pero no desde la crítica, sino desde el lado constructivo, de intentar ver cómo ayudar al otro”, sostiene Girona,
Por su parte, De Lucía agrega: “Si conocés algo que no te gusta de tu pareja o hijo está bueno poder charlarlo. Pero es importante evitar la crítica porque no deja de ser un ámbito que hasta hace poco era privado. Hay que poder conversarlo sin juzgar porque probablemente haya cosas que desconocemos –plantea–. En todo caso, hay que intentar hacerle ver que eso lo o la perjudica porque quien está en una situación tensa en el trabajo o el colegio no la está pasando bien. No hay que plantear ‘a mí me molesta’, sino mostrar que es a él o a ella a quien le hace mal. Si por el contrario esa persona demuestra ser más simpática de lo que es en su casa, sirve decir ‘te escuché reírte con tus compañeros de trabajo, qué buena onda, que copado, me gusta como sos con ellos’ y no echarle en cara por qué no lo hace en casa”, concluye De Lucía.
María, que presenció algunas situaciones que no le gustaron de su marido, cuenta cómo lo solucionó: “Cuando tiene reuniones me pongo los auriculares con música y no lo escucho. Si no lo hacía cuando él iba en la oficina, ¿por qué voy a hacerlo ahora?