Tecnosalvación: ¿puede la tecnología evitar el colapso ambiental?
Mientras algunos optimistas descansan en las innovaciones para combatir el cambio climático, otros creen que no es suficiente y demandan acciones individuales
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A esta altura, es un secreto a voces que Los Simpsons predicen el futuro. Después de 32 temporadas y 699 episodios, desde la ficción la serie anticipó muchos acontecimientos que terminaron pasando en la vida real. Donald Trump presidente, el brote de Ébola o Alemania campeona del Mundial 2014 son algunas de las pruebas de su carácter profético.
Esta semana sucedió otra vez. Al igual que en aquel capítulo en que el Señor Burns intenta bloquear el sol dejando en la oscuridad a los ciudadanos de Springfield, un grupo de prominentes científicos de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos propuso al gobierno invertir 200 millones de dólares durante cinco años para estudiar la posibilidad de atenuar el sol para combatir el cambio climático. La lluvia de críticas –y de memes– no tardó en llegar pero lo cierto es que los experimentos de geoingeniería no son nuevos. China ya desarrolla un plan para manipular las nubes, Corea logró encender un sol artificial a base de fusión nuclear y Noruega trabaja para capturar y enterrar las emisiones de carbono. Hasta Bill Gates invirtió en un polémico proyecto de atenuación solar. ¿Cuál es el objetivo común que persiguen estas iniciativas propias de la ciencia ficción? Encontrar una tecnología que salve a la humanidad del colapso ambiental.
Al respecto, el propio fundador de Microsoft acaba de publicar un libro de tono urgente pero optimista sobre los avances tecnológicos que ya existen y los que todavía debemos alcanzar antes de que sea demasiado tarde. “Ya disponemos de algunas de las herramientas que necesitaremos, y en cuanto a las que aún no tenemos, todo lo que he aprendido acerca del clima y de la tecnología me lleva a ser optimista sobre nuestra capacidad de inventarlas e implementarlas”, escribe en el flamante Cómo evitar un desastre climático el multimillonario filántropo y experto en tecnología. Sin embargo, las asombrosas innovaciones en climate-tech –como se conoce a esta efervescente disciplina con epicentro en Silicon Valley–, también reavivaron el debate entre los que creen que la tecnología para resolver el cambio climático ya existe (solo que todavía es muy cara o está mal distribuida) y los que demandan más acciones individuales en lugar de confiar en una eventual “tecnosalvación”.
Este término fue acuñado por el profesor Robert Gifford, un experto en el floreciente campo de la psicología ambiental, para explicar por qué como sociedad no reaccionamos de forma proporcional al tamaño de la amenaza del cambio climático. Su hipótesis: no hacemos demasiado para enfrentar la crisis ambiental en parte porque internamente confiamos en que, tarde o temprano, aparecerá un inventor mesiánico con una tecnología revolucionaria que nos salvará.
Escala global
Veamos el caso de la industria energética. Es una de las grandes responsables del calentamiento global y por ende el sector predilecto de los emprendedores que desarrollan soluciones sustentables. Sin embargo, a pesar de los enormes avances en alternativas limpias–solares y eólicas principalmente– apenas el 20% de la generación mundial de energía proviene de fuentes renovables. ¿Hace falta entonces un gran salto tecnológico?
“La transición energética hacia una matriz eléctrica, renovable y distribuida tiene todavía desafíos de escala y de ingeniería, pero no se necesitan descubrimientos mucho mejores a lo que ya tenemos”, opina Alexis Caporale, emprendedor especializado en climate-tech y autor de El futuro de la energía. Y agrega: “Lo mismo pasa con la transición del sistema alimenticio hacia una dieta basada en plantas. La proteína animal en todas sus versiones ya cuenta con alternativas a las que le falta mejorar poco y nada para ser más nutritivas y más baratas. Es sólo cuestión de tiempo en estos casos, pero hay otras industrias más difíciles de transformar. Estamos lejos de poder quedarnos tranquilos.” Cansados de las falsas soluciones, la desconfianza de muchas personas con conciencia ambiental hoy alcanza incluso a emprendedores visionarios como Elon Musk, cuya contribución a mitigar el cambio climático con Tesla es invaluable, o al propio Gates. Lo que demandan y promueven con sus hábitos individuales, no son innovaciones sino acciones concretas que cambien el paradigma hacia uno más sustentable.
Sin embargo, para el científico y tecnólogo Marcelo Rinesi, el conflicto no es entre tecnología y acción colectiva, sino entre una tecnología que parece de película y que genera héroes multimillonarios, y una tecnología más terrenal pero que es demasiado costosa para financiar de manera individual. “La capacidad de implementar grandes proyectos de infraestructura sofisticada a lo largo de décadas con beneficios sociales enormes pero no inmediatos, y que no generan titulares de diarios ni héroes de negocios, es la tecnología que define a una sociedad efectiva.”, resume en diálogo con La Nación. ¿Necesitamos más grises ingenieros civiles que entrepreneurs billonarios o ambientalistas combativos para resolver la crisis ambiental? Para Rinesi, “deberíamos estar exigiendo más trenes eléctricos, la prohibición de nuevas plantas de energía fósiles y la inversión masiva en renovables. Por más que sea más interesante ir por el activismo de la bolsa de plástico o confiar en que alguien en Silicon Valley va a inventar algo que arregle rápido el problema”.
Entre el optimismo y la desconfianza, la tecnología gana terreno en el debate climático. Para saber si lograremos o no evitar un colapso ambiental, habrá que encontrar algún indicio en las predicciones de Los Simpsons.
El autor es periodista especializado en sustentabilidad y fundador de www.Aconcagua.lat
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