La pandemia arrasó con sus ingresos pero se reinventó haciendo una prenda de micropolar que permite que los niños no pasen frío mientras estudian
Mañanas gélidas y aulas ventiladas. Una combinación que preocupa a muchos padres que no saben cómo hacer para evitar que su hijo pase frío en la escuela. Pero que sirvió como disparador para que Sol Lennon y Natalia La Greca se reinventaran después de un año en el que la pandemia arrasó con sus trabajos e ingresos. Amigas y vecinas (viven en Martínez, una enfrente de la otra) empezaron a pensar qué hacer para reinventarse, hasta que a una se le ocurrió hacer capitas de micropolar “a lo Harry Potter” para que los niños puedan estar calentitos mientras estudian en el colegio.
“Justo antes de la pandemia Natalia había renunciado a un puesto en IBM para llevarle la parte administrativa y contable a su marido, que tenía una concesionaria gastronómica para comedores escolares. Y yo diseño vestidos de novia, o sea que de un día para el otro la pandemia nos dejó sin ingresos: en mi caso prácticamente no tenía clientas porque no había casamientos, y la empresa del marido de mi amiga tuvo que cerrar”, cuenta Sol. Pero lejos de desanimarse, decidieron ver cómo podían salir adelante, y como ambas cosen, empezaron a darle forma a su idea. “¿Y si hacemos capitas de polar para cuando haga frío y los chicos estén en la escuela?”?, plantearon. La idea tomó forma y así surgió Enkapa (@enkapaoficial), que fabrica una prenda que hoy es el accesorio fundamental en toda aula ventilada.
“Empezamos haciendo unas poquitas a amigos y conocidos y a mandar a nuestros hijos al colegio con esas capas. Y enseguida los padres empezaron a preguntar dónde las habíamos conseguido. Hoy, desde hace dos semanas, no paramos, tenemos decenas de pedidos y entregas por Caba y zona Norte del Gran Buenos Aires”, cuenta Sol, que asegura que es una opción mucho más cómoda que llevar frazadas, como muchos colegios plantean ante la necesidad de tener las ventanas abiertas, o tener la campera puesta mientras se escribe. Pero además, permite mantener cierta línea con el uniforme escolar, ya que vienen en azul, gris y bordó, los colores clásicos de los uniformes.
“Como yo soy diseñadora le di mucha importancia a la caída, me gusta que que además quede linda puesta. Cada capa viene con etiquetas para poner el nombre y con una tirita que permite guardarlas fácilmente en la mochila, como las toallas de secado rápido. También hay maestras que nos llaman para comprarse una porque están mucho tiempo afuera y necesitan mantenerse calentitas”, cuenta Sol, que resalta también la parte lúdica de la prenda: “A muchos chicos les gusta porque se la ponen y juegan a ser superhéroes y también están los fanáticos de Harry Potter que se identifican con el personaje. Por suerte hace dos semanas que no paramos. Justo estos días se juntaron el frío y la vuelta a la presencialidad en la provincia de Buenos Aires, así que estamos a full con la producción y las entregas”, comenta.
Las prendas van desde el talle S para niños pequeños, hasta el L (para adolescentes y adultos) y tienen un costo de entre 1300 y 1800 pesos. “Muchos padres y madres de un mismo grado nos llaman para comprar en grupo y obviamente cuando es así les mejoramos el precio”, dice Sol, que a pesar de las dificultades pudo reinventarse y salir adelante. A capa, pero sin espada.