Una cita con... tu hijo. Pequeños momentos de atención exclusiva
Cada vez más padres y madres eligen hacer actividades especiales, solo de a dos, con el objetivo de conocer a los chicos desde un costado más íntimo
Una vez por semana, Pablo Aragone y su hija Simona, de 3 años, preparan una mochila con un picnic. Dentro ponen el mate, algo rico para comer y alguna galletita crocante para las palomas. El destino es una plaza a seis cuadras, a la que ella va en monopatín. “Ya esas cuadras son una aventura en la que buscamos ir por caminos diferentes cada vez, y donde vamos juntando hojas para una colección especial”, relata Pablo, coach de oratoria y especialista en motivación. Y una vez en la plaza, una calesita antigua, con boletos vintage y sortija, es una de las principales atracciones. Aunque lo que el padre más disfruta es el momento de sentarse a tomar el mate y charlar o simplemente disfrutar el silencio. “No hay más acción que la de estar ahí, en el momento presente, el único que conoce un chico a los tres años. Esos instantes me sacan del planeta”, ilustra. Y es que en pocas horas siente que llega a conocer a su hija como nunca. Por eso Pablo es uno de los tantos padres que ha comenzado a tener citas a solas con sus hijos, en pos de brindarles un momento especial por fuera de la rutina y poder nutrir el vínculo desde otro lugar.
Como Caco Ramallo, emprendedor, que comenzó este ritual cuando su mujer se fue de viaje 10 días y él quedó solo con su hijo Benjamín. “Fue un desafío enorme para mí, pero hicimos de todo: fuimos a ver a mi hermana a jugar al hockey, a la plaza, jugamos solos… fue un primer contacto mano a mano cuando empezaba a hablar bien, a los 2 años, y fue increíble”, recuerda. Desde entonces se abrió una conexión que hoy ambos buscan en almuerzos a solas después del jardín, idas a fútbol y rugby o a ver a River a la cancha. “Descubrí facetas que cuando estamos todos juntos no revela. Y también lo agradecido que es después de algún programa, se acerca siempre a abrazarme”.
Para Luján Agusti, fotógrafa viviendo en Ushuaia con su hijo Salvador, también es importante tener un momento como madre a solas. Entre otros planes, le gusta llevar a Salva a la pista de patinaje, a caminar o a hacer algún paseo al aire libre. También a almorzar o a tener sus noches de sushi, del que él es fanático. “Vivo con mi pareja, que no es el papá de Salva, y me gusta hacer cosas solos porque deja de ser ‘el niño’ como cuando estamos los tres, y construimos el vínculo desde otro lado”, cuenta.
Cuando son varios
Y aunque este hábito se da sin importar la cantidad de hijos, en el caso en el que hay más de uno tiene incluso más peso. Para Vicky Maxwell, influencer detrás de la cuenta de maternidad @soyvickymax, estas citas, que tiene sobre todo con sus dos primeros hijos, surgieron por necesidad. Dado que llevaba al mayor, Beltrán, a fonoaudiología y terapia ocupacional, Silvestre, de 4 años, siempre preguntaba si podía acompañarlos. “Como llevarlo a la sala de espera no era un programa, empecé a buscar esos pequeños encuentros con Silver, y cada vez que podía me lo llevaba a tomar un café o le pedía que me acompañara a hacer las compras”, relata. Lo mismo sucede con los viajes en colectivo al colegio o la ida a las terapias de Beltrán, en los que ambos van charlando solos y armando su propia experiencia. “Descubrí que valoran mucho este momento. Charlamos cosas que de otra forma no podríamos y también aprovecho para preguntarles sobre determinadas conductas o actitudes que inmersos en el conflicto no es tan fácil”, detalla.
Este tipo de salidas también pueden servir para reforzar la propia confianza en la ma/paternidad. Así le sucedió a Julieta Boccoli, empleada bancaria y mamá de Emma, de 11, y Joaquín, de 6. Con un primer embarazo de riesgo y unos primeros tiempos en los que la beba era muy frágil, al tiempo decidió animarse a estas salidas a solas. “Hacer estos pequeños planes, desde ir un rato a la plaza a llevármela a merendar, me dieron confianza en el manejo de distintas situaciones. Y a su vez, afianzaron mi vínculo con ella, con quien charlamos de todo. Gracias a esto, llegué a la maternidad de Joaquín siendo otra persona”, relata. Además, le parece importante la división de salidas entre hermanos, para que ninguno de los dos deba adaptarse al plan del otro.
Romina Pereiro, nutricionista, adhiere a esta idea, incluso con dos hijas sin tanta diferencia de edad (Emma, de 7, y Violeta, de 9). “De casualidad, un día llevé a Viole a un cumpleaños y nos fuimos a tomar un café para esperarla con Emma. Me di cuenta de lo diferente que es el vínculo cuando estás con una sola. Se dan otras conversaciones”, relata. Desde entonces, se preocupa por darles esos espacios, que pueden ser desde hacerse un baño de crema en la peluquería o salir a tomar algo. “A veces hasta me cuentan cosas de su propia hermana y me sirve para entenderlas más”.
Según los especialistas, no hacen falta grandes eventos si no más bien pequeños momentos de dedicación exclusiva. La psicóloga especializada en crianza Maritchu Seitún de hecho comenta que prefiere esto, porque no es fácil tener la misma dedicación con cada uno. “En cambio, propongo que pasen sistemáticamente un ratito de calidad por día, es menos esfuerzo y es muy potente, porque con el tiempo los chicos van viendo que tanto papá como mamá están interesados en ellos, en su vida e intereses, y detienen su agenda para compartir momentos”, sostiene. Así, 20 minutos diarios de dedicación total pueden sumar más que un gran evento mensual o quincenal. “Y si no pueden ser todos los días, tres veces por semana logran una magia similar”, alienta la especialista.
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