Verónica Lozano: “Dicen que en un mes voy a volver a caminar”
A tres meses de su impactante caída en una aerosilla en Aspen, entrena, trabaja y cuenta entusiasmada los avances en su rehabilitación
Explicar una tragedia con humor, sensibilidad y sin caer en frases comunes no es algo que se escuche todo el tiempo. Pero Verónica Lozano tiene ese “no sé qué” que en realidad sí se sabe qué es: naturalidad y sinceridad brutal.
No pasaron tres meses desde la impresionante caída de la aerosilla en Aspen y ella, obsesiva y valiente, entrena, trabaja y explica entusiasmada que le faltan cuatro semanas para poder pararse. ¿Milagro? “No lo sé, pero algo pasó. Tal vez mi mamá, mi tío o la Virgen...pero la realidad es que podría haber detonado”.
–La chica de los lugares no comunes conectando con la idea del milagro. Siempre sorprendés.
–¿Si no cómo se explica esto? Alguien me sostuvo. Yo no soy una mina que va a misa pero sí soy espiritual y muy de las imágenes. Es más, mi hermana hace unas vírgenes divinas. Qué se yo... al Padre Pío, que fue un cura italiano con dones milagrosos lo sigo mucho y existe una ermita divina en Uruguay, en medio del bosque. Cada vez que tengo un amigo en problemas lo llevo para allá. Igual antes aviso, para que no se asusten, que el cura tiene una cara medio rara. Pero es un amor.
–Siempre el humor. Eso sí que salva, ¿no?
–Fundamental. Obviamente al principio ves todo negro y decís: “¿Qué hago con esto?” Es un switch. Yo salí de mi casa de un modo y llegué siendo otra. De pronto conectar con la discapacidad, depender de alguien, el tema de la vulnerabilidad. Resulta fuerte ingresar a ese mundo. Un día me encontré en silla de ruedas, intentando pasar al inodoro con terror. Cosas que uno, de manera omnipotente, piensa que jamás le van a pasar. Ni siquiera lo evaluás. Pero al mismo tiempo aparece la aceptación, algo que impresiona mucho también.
–¿Qué experimentaste?
–Que uno se acostumbra a todo y que tenemos una capacidad increíble de resetearnos. Igual yo hablo con ventaja porque en mi caso hay una luz. Me voy a curar, esto va a terminar. Pero también existe la irreversibilidad, otros escenarios más duros. Yo tuve suerte. Ya me estoy bañando sola y el traslado de la silla de un lugar a otro me resulta orgánico. Es abrazar lo que te ocurre y no resistirte porque si no, sonás. Ahora ando como los bebés que aún no caminan pero están con los zapatitos. Yo calzo 38 pero me estoy poniendo un 39 porque tengo dos empanadas gallegas.
–¿Ya te soñás parada?
–Sí, estoy ansiosa pero hay que tener paciencia. Si todo va bien eso pasará en menos de cuatro semanas. ¡Poder poner el peso de mi cuerpo sobre los talones! Algo que parece normal, ¿no? Algo que uno generalmente no razona. Pero a mí ambos se me pulverizaron. Me los reconstruyeron: huesito, clavito, plaquetas... Ya me hice unas imágenes y va bien, pero hay un proceso biológico donde tu cuerpo acepta eso como nuevo. Hay que ir despacio, respetar el proceso. Mientras tanto, uno aprende a disfrutar un poco más de las cosas simples. ¿Podés creer que me emocionó el primer café con leche?
–Sí, lo creo.
–Es que te ponés híper sensible. Ese café con leche del día que salí de la operación no me lo olvido más. “Guauuuu”, me dije. Con el primer sorbo sentí que estaba viva. Hay cosas que uno tiene naturalizadas y después de un shock las redescubrís. A mí nunca me había pasado nada más que un resfrío y una operación de amígdalas. Por otro lado, la catarata de amor que uno recibe también sensibiliza. Mi hermana que vive en Estados Unidos se vino para cuidarme. Corcho, que es un titán, Antonia, mis amigos, los compañeros de trabajo. Tanta gente que no me conoce personalmente y rezó, me mandó estampitas a lo loco. Consejos, deseos, cremas, mensajes de rabinos. Abracé todo. Considero que todo es lo mismo. Dios es amor y punto. La que va es querer lo mejor para el otro, desear el bien. No hacer lo que no te gustaría que te hagan.
–Algunos, porque se sabe que esto es así, jugaron con esta frase e incluso te atacaron en redes. ¡Y vos contestaste!
–Fue al principio y enseguida se calmaron. Esa estupidez de karma, te lo merecías. Y yo creo que les dije: “Si esto es karma cuál será el karma de quien le desea el mal al otro”. Después todo se apaciguó y vino una ola de amor re linda. Es una cosa muy argenta. Se pasa muy rápido del amor al odio, y viceversa.
–Ahora todo es motivo de bullying en redes. Todo el mundo habla de rating, se arman peleas...
–Porque ahora todos saben todo por los portales, se habla en la radio, en Twitter. Mi suegra me dice: “Qué bien, le ganaste a menganito y aquel hizo tanto anoche”. Me da ternura. Yo no lo niego, soy competitiva. Pero me gusta tener enfrente gente que hace las cosas bien, que también le vaya bárbaro. La competencia buena, sana, genera laburo en ambas partes.
–¿Mirás tele?
–Sí, hay tele para rato. No pienso que vaya a desaparecer. Estamos en otra etapa, en la que podés ver lo que querés cuando tenés ganas o tiempo.
–¿Con qué tipo de programa te ves a futuro?
–Nada muy raro porque lo que a mí me gustan son las entrevistas. Tal vez un gran show. Pero sucede que hoy los artistas comunican todo en sus redes. Antes había que esperar que vayan a lo de Susana. Ahora lo cuentan ellos mismos.
–Caso Wanda.
–Bueno, no sé qué decir. Siempre quedamos las mujeres como peleándonos por algo. El pibe como objeto de deseo. Y creo que no, que hoy nadie le roba el marido a nadie y en tal caso, bueno, el que estuvo mal en principio fue el chabón. Igual, listo, que cada uno duerma con quien quiera, ¡qué bastantes problemas tengo yo!
–¿Volviste a dormir con marido?
–Sí, con Corchi ya volvimos. Y fue antes de caerme de la silla. Lo de dormir separados se dio en pandemia. Primero por la paranoia. Yo iba al canal, era la que salía de la cucha y a la vuelta dormía sola, como loca mala. Pero valió la pena la experiencia. Eso también está como cargado de prejuicio, enseguida piensan cosas malas. Pero no. Tiene bastante de sanidad mental para una relación bonita y duradera. Ahora volví con toda la parafernaria: almohada en el medio, Copito y a veces Antonia. Es la cama del pueblo.
–Escuché por ahí que también te cocina.
–A mí me gusta cocinar, pero él me gana. Es el hombre de los cien fuegos. Tiene la parrilla, el horno pizzero, el eléctrico, lo que imagines, tiene.
–¿Alguien en especial que te gustaría entrevistar?
–Me vienen los clásicos. Susana, Mirtha, Marcelo. Me divertiría Ángel de Brito.
–¿Cristina?
–Sería tentador, un desafío. Pero también es como que están muy seteados, con el cassette puesto. La verdad es que no sé. Mi gran desafío ahora es recuperarme, no meterme en quilombos, disfrutar de lo que decía antes: lo simple que ahora recobra valor.